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Bancos latinoamericanos enfrentan desafíos de compañías de tecnología financiera

La racha de rentabilidad en la región se ve presionada conforme bajan las tasas y aumenta la competencia

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31 de diciembre de 2020 a las 11:00

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Por Michael Stott

El brasileño Joseph Safra era el banquero más rico del mundo cuando murió a principios de este mes. Nacido en el Líbano, Safra construyó un imperio de US$23 mil millones desde su ciudad adoptiva de San Pablo, el centro comercial de un continente que ofrecía grandes beneficios en los servicios financieros. Al multimillonario presidente de Chile, Sebastián Piñera, también le fue bien; su éxito le llegó tras fundar una compañía de tarjetas de crédito en la década de 1970.

América Latina es la región más rentable del mundo para los bancos después de África, según un análisis reciente de los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) realizado por el grupo de expertos de izquierda CELAG. El rendimiento de los activos de los bancos en la región entre 2010 y 2018 promedió un poco más del 2.1%  dijo, tres veces el rendimiento en EEUU y más del doble que en Europa.

Guillermo Oglietti, subdirector de CELAG, le atribuye esto a lo que él llama la naturaleza "monopolística" del capital en América Latina. Señala a Argentina, que ha sido consistentemente una de las economías de peor desempeño de la región, pero que sin embargo ha sido sede de algunos de sus bancos más rentables. Su rendimiento de los activos ascendió a un atractivo 5.45% en 2019, según investigaciones de JPMorgan.

Pero ahora hay indicios de que esos días tal vez se hayan terminado conforme se multiplican los retadores del sector de la tecnología financiera, o “fintech”, y el sector bancario lidia con las consecuencias de la pandemia de Covid-19. La pandemia ha afectado a América Latina con más fuerza en términos económicos y sanitarios que a casi cualquier otra región del mundo. Inevitablemente, habrá un impacto en las carteras de préstamos.

Los bancos de la región se habían beneficiado de una ronda de consolidación forzada por las crisis económicas de las décadas de 1980 y 1990. Esto dejó al sector altamente concentrado a principios de siglo, formando lo que Joerg Friedemann, analista de bancos para América Latina de Citi, delicadamente llama "una esfera de influencia muy importante en términos de precio".

Las altas tasas de interés reales, otro legado de la inflación en las décadas de 1980 y 1990, persistieron hasta bien entrada la década de 2000 en la región, gracias a los bancos centrales conservadores. Este entorno se volvió lucrativo para los bancos latinoamericanos que captaron depósitos y los invirtieron en bonos mejor pagados del gobierno. Para los bancos brasileños, fue "el mejor arbitraje de la historia", dice Friedemann.

Ahora, las tasas de interés en toda la región han seguido las del resto del mundo cayendo a niveles mínimos históricos. La tasa de referencia Selic de Brasil es del 2%, mientras que las de Chile, Perú y Colombia son aún más bajas.

Argentina, como siempre, sigue siendo el caso atípico. Su inflación galopante ha provocado una tasa de interés de referencia del 38%, pero también hace que los rendimientos sobre el capital de los bancos del país, que superan el 40%, parezcan menos impresionantes en términos reales.

Finalmente, la limitada competencia bancaria permitió algunos beneficios fáciles que podrían no ser sostenibles. Las cuentas corrientes fueron una fuente de grandes ganancias en algunos mercados latinoamericanos. Domingos Falavina, de JPMorgan, calcula que las comisiones de estas cuentas, normalmente entre US$10 y US$15 por mes, todavía valen entre US$6 mil millones y US$7 mil millones al año para los bancos de Brasil. Los bancos en Brasil también cobran altas tasas crediticias a clientes minoristas y comerciales según los estándares europeos o estadounidenses.

Pero una multitud de competidores del sector de la tecnología financiera, entre ellos Nubank, el unicornio de la banca por Internet de Brasil, están concentrándose ávidamente en las ganancias de la banca minorista de la región, alentados por un banco central reformista que quiere fomentar la innovación y la competencia.

Los bancos tradicionales de América Latina también han dejado a una gran proporción de la población sin servicios bancarios, creando un mercado al que ahora apuntan las compañías de tecnología financiera. Alrededor de una cuarta parte de los US$4 mil millones en capital de riesgo en América Latina el año pasado se invirtió en compañías de tecnología financiera, según The Banker.

Celia Vansetti-Hutchings de Moody's cree que las tasas de interés más bajas y una mayor competencia del sector de la tecnología financiera reducirán la rentabilidad general de los bancos latinoamericanos, pero añade: "Nunca se verán niveles tan bajos como los de Europa o EEUU".

Conor McEnroy, un banquero irlandés que adquirió el control de Sudameris, una entidad crediticia paraguaya en 2004 y que desde entonces ha obtenido grandes beneficios, cree que eso es algo muy bueno, y no sólo por la razón obvia de que le hace ganar dinero.

"La pregunta no es por qué Sudamérica es tan rentable", dijo. "La pregunta es ¿qué le pasa al sistema bancario en Europa y EEUU?"

Los programas de compra de bonos del banco central conocidos como flexibilización cuantitativa, sostiene, han distorsionado los mercados en el mundo desarrollado. Al menos, alega, los bancos centrales de América Latina no están haciendo una flexibilización cuantitativa masiva.

"¿Por qué somos rentables en América del Sur?", pregunta. "Tenemos los pies en la tierra y no vivimos en las nubes".

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