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Barranca abajo

Barranca abajo. Carta del director, por @ricpei
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11 de diciembre de 2022 a las 05:00

Una semana mala para América Latina y en especial para el Mercosur. Perú se ha visto sacudido hasta los cimientos con el intento fallido de auto golpe por parte del ex presidente Pedro Castillo. El golpe de estado duró dos horas hasta que el Congreso lo destituyó, asumiendo la vacancia presidencial la vicepresidenta Dina Boluarte, quien afronta la difícil tarea de formar gobierno para salir de la crisis en que se encuentra su país. Si no lo logra, habrá que llamar a elecciones generales anticipadas, que es lo que muchos desean después de la agónica victoria de Castillo sobre Keiko Fujimori por 50.000 votos en 18 millones. Y todo en medio de graves acusaciones de fraude hacia un lado y hacia otro. Castillo, una vez destituido, pidió a su escolta que lo llevara a la embajada de México pero ni su escolta le respondía. Lo llevaron a una comisaría y de allí a la prisión en la que se encuentra Alberto Fujimori, el otro presidente que dio un autogolpe allá por 1992.

Un día antes había tenido lugar en Montevideo la Cumbre Presidencial del Mercosur en la que Uruguay pasó a Argentina la presidencia pro témpore del bloque. Una rotación irrelevante por lo que se ve. Aunque en este caso el evento dio lugar para que algunos gobernantes se sinceraran sobre lo que quieren para el bloque.

Por ejemplo el canciller argentino Santiago Cafiero fue muy claro al señalar que si Uruguay firmaba un TLC con China  se tendría que ir del Mercosur. Algo muy parecido a lo que dijo su presidente Alberto Fernández usando una metáfora futbolística. "A nosotros las (decisiones) unilaterales nos preocupan. Una de las condiciones en una sociedad es cumplir las reglas. Cuando jugás al fútbol hay que respetarlas", señaló Fernández, quien agregó que "el zaguero no puede agarrar la pelota con las manos". Lo cual es una alusión muy obvia para cualquiera de los cuatro países miembros del Mercosur, grandes fanáticos del fútbol.

Siguiendo con la metáfora futbolera, el presidente Lacalle propuso con inteligencia y fina ironía que habría que usar el VAR en las reuniones para  ver quien cumple o no las reglas. Y vaya si asiste razón a nuestro presidente porque tanto Argentina como Brasil, aprovechando el tamaño de sus economías, a lo largo de los años han incumplido muchas y muy importantes normas del Mercosur. En especial Argentina que se ha reído hasta del art. 1 del Tratado de Asunción que establece la libre circulación de personas, bienes y servicios. Se dio el lujo de cerrar nuestra frontera en Fray Bentos durante años sin que nadie le dijera nada. Y luego puso todo tipo de trabas arancelarias y no arancelarias (sobre todo estas últimas, bajo forma de impuestos, controles de cambio, cupos de importación, etc) sin que a ningún país miembro se le moviera un pelo y sin tener a un tribunal, árbitro o VAR a quien acudir para exigir el cumplimiento de las normas.

Es más, las infracciones son tan claras que no haría falta VAR para detectarlas. Bastaría la mirada de un árbitro imparcial. Incluso entre los propios países no hay acuerdo de que la “flexibilización” que pide Uruguay sea un “agarrar la pelota con la mano”. Por de pronto, el ministerio de Economía de Brasil dejó clara su oposición al comunicado conjunto de los tres países y hasta se desmarcó de lo declarado por su propio gobierno. Primero lo hizo en una entrevista con la agencia Bloomberg y luego dejó marcada la diferencia institucionalmente en un acta de la reunión ordinaria de Ministros de economía y Presidentes de banco centrales del Mercosur. Una nota muy clara a favor de la flexibilización y de la necesidad de abrir el Mercosur al comercio. Que no es lo que desean los socios grandes como lo reconoció un inusualmente franco Alberto Fernández cuando habló de las dificultades para culminar el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea y señaló que las  mismas no eran el tema de la Amazonia sino que algunos países europeos no querían nuestras carnes y nuestros granos. Y también se sinceró Fernández que ese acuerdo tendría problemas para la industria automotriz de Argentina y Brasil, hoy fuertemente protegida por el arancel del Mercosur.

Lamentablemente para Uruguay, el ministro Guedes se va el 31 de diciembre y en su lugar entrará Fernando Haddad, mucho más afín a la escuela proteccionista de Brasil. Para Uruguay, es una oportunidad perdida y quizá tenga que enfrentar la disyuntiva de hierro que planteo Cafiero: o hacer acuerdos con terceros países o quedarse en el Mercosur. Nada fácil y más aun sabiendo que el Mercosur, con el advenimiento de Lula, volverá a ser un club político. El Mercosur sigue en decadencia y yendo a la irrelevancia. Uruguay no podrá eludir por mucho más tiempo la cuestión esencial: ¿seguir o no seguir? l

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