MARCOS CORREA / Presidencia de Brasil / AFP

Brasil usa la carta del clima para reiniciar las relaciones con Biden

Los esfuerzos de la administración de Bolsonaro por adoptar un papel "positivo" con respecto al medio ambiente son recibidos con escepticismo

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22 de abril de 2021 a las 16:02

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Por Bryan Harris

Cuando John Kerry elogió el "nuevo compromiso" de Brasil para acabar con la deforestación ilegal, el zar del clima estadounidense se vio inundado de respuestas de escépticos advirtiéndole que el gobierno de Jair Bolsonaro no era de fiar.

Los diplomáticos brasileños están luchando contra ese mismo escepticismo durante una cumbre sobre el clima organizada por Joe Biden, que los funcionarios estadounidenses han descrito como un momento crucial para las relaciones entre el presidente estadounidense y el gobierno derechista de Bolsonaro.

En Brasilia, altos funcionarios de política exterior dicen que el gobierno brasileño se ha embarcado en un nuevo enfoque hacia el medio ambiente, señalando su compromiso, en una carta a Biden la semana pasada, para eliminar la deforestación ilegal para el año 2030 como una señal de que la nación estaba dispuesta a adoptar un papel más "positivo".

El mensaje, sin embargo, ha sido recibido con cautela por los interlocutores occidentales de la nación, quienes temen que Bolsonaro — que cuenta con los madereros y mineros ilegales de la selva amazónica entre su base de votantes — pueda cambiar de rumbo en cualquier momento.

Su preocupación se ha visto exacerbada por el enfoque más beligerante de Ricardo Salles, el ministro de Medio Ambiente de Bolsonaro, quien está presionando a las naciones occidentales para que brinden miles de millones de dólares en ayuda financiera a los esfuerzos ambientales de Brasil, incluso antes de que el país comience a reducir los crecientes niveles de deforestación.

El enfoque, calificado de "chantaje" por algunos ecologistas, ha provocado roces con los países occidentales, que los diplomáticos brasileños intentaron suavizar antes de la cumbre virtual de dos días que se realizó entre jueves y viernes.

"Ha habido un cambio en la postura del gobierno. Ha habido una decisión política de ser positivos y ambiciosos el 22 de abril", dijo Paulino Franco de Carvalho Neto, embajador del Itamaraty, el ministerio de relaciones exteriores de Brasil.

"Estamos dispuestos a cooperar con otros países", dijo, añadiendo que el nuevo enfoque había sido adoptado recientemente y provenía de Bolsonaro.

Leonardo Cleaver de Athayde, principal negociador de Brasil en materia de clima, dijo que el cambio en la política brasileña se puso de manifiesto con "el compromiso de Bolsonaro de acabar con la deforestación ilegal para 2030, que es un avance político nuevo y muy significativo y debe reconocerse como tal".

Franco también se refirió a los avances en la negociación de una "carta adjunta" con la Unión Europea (UE) para impulsar el acuerdo comercial UE-Mercosur, estancado por motivos medioambientales, así como al nombramiento este mes de un nuevo ministro de relaciones exteriores brasileño, Carlos Alberto França, quien destacó los problemas climáticos en su primer discurso.

La destrucción de la Amazonia se ha convertido en un punto de fricción clave en las relaciones de Brasil con los países occidentales en los últimos dos años.

Desde el inicio del gobierno de Bolsonaro en 2019, la deforestación en la selva tropical más grande del mundo ha aumentado a su nivel más alto en más de una década, lo cual ha provocado preocupaciones por su impacto en el cambio climático.

El año pasado se arrasaron más de 11 mil kilómetros cuadrados de selva tropical, una superficie siete veces mayor que la de Londres, aunque sigue estando por debajo del máximo histórico que alcanzó Brasil en 2008.

"Sabemos que tenemos que hacer ajustes importantes. Tenemos un buen historial en materia de desarrollo sostenible. Ahora es el momento de volver a este enfoque”, dijo un alto funcionario del Itamaraty.

Sin embargo, la retórica no ha impresionado a los ecologistas, quienes dijeron que el objetivo de eliminar la deforestación ilegal para el año 2030 no era más que una repetición de una promesa hecha por el anterior gobierno de Dilma Rousseff.

Un grupo de senadores estadounidenses también ha presionado a Biden para que adopte una postura firme en las conversaciones con Bolsonaro.

"En las últimas semanas, el gobierno de Bolsonaro ha expresado en repetidas ocasiones su interés en colaborar con EEUU en temas ambientales. Pero, hasta ahora, no ha demostrado ningún interés serio en colaborar con los múltiples actores dentro de Brasil que desempeñarían un papel esencial en cualquier esfuerzo serio para salvar la selva amazónica", decía la carta firmada por 15 senadores, entre ellos Bernie Sanders, y Elizabeth Warren.

"Dado su historial de compromisos climáticos incumplidos, opinamos que cualquier ayuda de EEUU a Brasil relacionada con la Amazonia debe estar condicionada a que el gobierno brasileño haga avances significativos y sostenidos en dos áreas críticas: la reducción de la deforestación y el fin de la impunidad para los delitos ambientales".

Los diplomáticos estadounidenses dijeron que el medio ambiente es ahora su asunto bilateral número uno con Brasil, algo que también han reconocido los funcionarios del Itamaraty. Muchos en el ministerio de relaciones exteriores esperan que el nombramiento de França, un diplomático de carrera tradicional, como ministro ayude a suavizar las relaciones con Washington.

Sin embargo, diplomáticos y exdiplomáticos dicen que existen límites para lo que puede lograr.

"El nuevo ministro representa un regreso a la profesionalidad en el manejo de los asuntos exteriores. Pero su reto está más allá del alcance del ministerio de relaciones exteriores", dijo Rubens Ricupero, exministro de medio ambiente.

"Para establecer mejores relaciones con la administración Biden, él depende de personas que no controla: Salles en el medio ambiente y el propio Bolsonaro. Si no hay cambios reales en las políticas en estas áreas, lo mejor que puede conseguir el nuevo ministro es la contención de daños".

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