Carlos Camejo, el capitán de Nacional que gritó "como loco" un gol de Bengoechea

El exfutbolista habló de su pasaje por Nacional, del cariño que le tienen los hinchas aunque hace 15 años se fue del club y contó de cuando celebró un gol de Bengoechea

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19 de julio de 2020 a las 05:02

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"Los años se fueron volando. Ya tengo 47. De Nacional me fui con 31. Y sabes lo que me llena de orgullo, que la gente en la calle se acuerda de mi como si hubiera jugado hace dos o tres años en el club”, comentó a Referí Carlos Camejo, exfutbolista tricolor entre 1998 y 2004. Padre de cuatro hijos, abuelo de cuatro nietos y muy querido por los hinchas albos porque representa el inicio de una época ganadora después de cinco años de sufrimiento.

Nació en Villa García, en el kilómetro 19 de la ruta 8 y actualmente vive en el kilómetro 19 de la ruta 8. En el mismo barrio humilde, aunque en otra casa, aclaró. Cerca del estadio Campeón del Siglo: “Cuando surgió la novedad de que iban a hacer el estadio ahí me cayó bastante mal. Pero estoy en una cuadra por donde los hinchas no pasan si hay partido. Ese era el miedo que tenía, porque soy un referente de Nacional y a veces los hinchas no lo entienden. Y yo con niños no iba a estar muy protegido. Pero hasta hoy, cero problemas, tampoco me hago ver, ni ando de vivo”, cuenta aquel rudo número 5 que un día en un clásico, como capitán de Nacional, le negó el saludo a Pablo Bengoechea en el sorteo inicial y ese gesto fue para los hinchas de su equipo como si hubiera metido un gol de media cancha.

“A Bengoechea me lo he cruzado medio de lejos. Una vez en un partido a beneficio que fuimos a jugar a Minas no hubo ni saludo, pero en la tribuna se armó un problema entre los hinchas, de gente que confunde las cosas, y me acuerdo que él se acercó y me dijo ‘tratá de parar a tu gente’. Pero bien, y me llamó la atención porque yo no lo hubiese hecho, no le hubiera hablado”.

Sin embargo y pese a aquellos resquemores en las épocas de futbolistas, Camejo supo celebrar un gol del ídolo de Peñarol: “Cuando nos enfrentábamos sabíamos que era un jugador del equipo rival que lastimaba; él fue fundamental en los cinco años que ganaron, nadie lo va a discutir. Ahora, como hincha de Uruguay grité como loco cuando hizo el gol en la Copa América (1995) y creo que todos los hinchas de Nacional lo deben haber gritado. Salir campeón en el Estadio fue algo hermoso”.

"En aquel momento, viniendo de un equipo chico y como profesional, hubiera ido a Peñarol, mas allá de que siempre fui hincha de Nacional. Ahora no iría, pero cuando estás empezando todo jugador piensa en ir a un equipo grande y si la puerta se abre...”.

Con Darío Rodríguez, otro de los jugadores símbolos del aurinegro en aquellos años de 1990 y con los que también había bronca, el trato actual es diferente: “En el momento de jugar eramos rivales, no nos llevabamos nada, adentro de la cancha hasta insultos. Pero después tuve la suerte de compartir con el hermano, Samantha (Héctor Rodríguez) que sigue siendo un gran amigo y lo aprecio mucho. Una vez salí rumbo a la casa de Samantha porque era el cumpleaños y estaba Darío, entonces me fui. No por miedo, simplemente por respeto, para no generar un mínimo roce que echara a perder el cumpleaños”.

Años después, se volvieron a cruzar: “Estaba yendo a jugar al fútbol rápido y en el aeropuerto estaba Darío y me saludó. Compartimos el hotel en Buenos Aires, nos pusimos a hablar, después comimos un asado y ahora, cada vez que nos cruzamos no saludamos”.

Camejo trabaja actualmente en la construcción en yeso. Es un oficio que aprendió antes de llegar a Nacional y a la que tuvo que echar mano después del retiro: “Soy sano y me considero una persona que puede trabajar. Tengo una familia que mantener y tuve que salir a trabajar. Me dediqué al yeso porque es lo que más o menos sabía hacer”. Nunca metió un pase importante como para salvarse económicamente. Empezó en Villa Española, pasó a Nacional, después a Huracán de Argentina en una época pésima del equipo y continuó en Deportivo Colonia, Basáñez y La Luz.

“Cuando uno está como jugador tiene que ser muy inteligente porque piensa que la plata va a venir todos los días y llega un momento que se termina. Si no administrás los ahorros o no lo sabes cuidar, se agotan. Dentro de todo he tenido gente que me ha dado trabajo y la sigo buscando, una de las cosas más importantes es que no salgo a pedir ni a golpear puertas, me puedo manejar”, expresó con sinceridad.

Después del retiro trabajó en Nacional, pero ya no lo hace y es una asignatura pendiente. “Siempre intenté buscar la manera para estar en el club. Nunca pretendí estar en Primera, mi intención era de estar con los pibes. Tuve la oportunidad de estar en la casa con los muchachos del Interior y la llevé bastante bien, fue una experiencia que me gustó y me adapté enseguida. Me gustaría estar en inferiores ayudando a los pibes en lo que precisen” dijo y agregó que de la actual directiva solo conoce a Alejandro Babi. “Los dirigentes van y vienen. Hubo rumores que iban a darle oportunidad a gente más allegada al club, pero como que después de ser electo se olvidaron. Yo no puedo hablar mal del hombre (José Decurnex) porque tampoco lo conozco, no puedo decir ni que es malo ni bueno”.

No sintió la presión

Cuando llegó al club como jugador era un momento complicado desde el punto de vista deportivo. Había que cortar el sexenio de Peñarol, campeón uruguayo de corrido entre 1992 y 1997. Al final, todo terminó bien. “Fue algo maravilloso. A veces la gente en la calle te comenta que si bien yo no tuve la oportunidad de ser campeón del mundo con la camiseta de Nacional, estuve en ese plantel que revirtió la historia. Por eso me identifican”. Y para eso, según Camejo, fue clave el técnico Hugo De León: “Hugo fue fundamental que tuvo la viveza y el ojo para armar un grupo espectacular, porque nosotros eramos todos compañeros”.

A pesar de su imagen de seriedad, De León también solía bromear con los jugadores: “Era con todos igual, una persona de hablar muy poco, mucha personalidad, de generar mucho respeto en el vestuario. A la hora de trabajar se trabajaba y a la hora de joder se jodía. Eso fue una de las cosas fundamentales que nos marcó. La personalidad, saber con pocas palabras lo que quería y nosotros aplicarnos a lo que él pensaba. Con Hugo no había rodeos, te decía jugá de lateral y si jugabas de volante te sacaba”.

En relación con esto, recordó una anécdota. “Me acuerdo una jugada que entrenamos de un lateral y durante el partido en el Estadio Martín del Campo sacó para atrás y Hugo lo sacó. Él generaba respeto y si no le hacías caso no ibas a tener chance de jugar”. Pero más allá de su temperamento y de cómo se manejaba, el técnico tuvo “una visión espectacular para los jugadores. Los elegía en el momento exacto donde podía explotar. Te pongo el ejemplo de Ruben Sosa, yo lo miraba por televisión y voy en 1998 y estaba en el vestuario con él. Ese año fue espectacular. Si bien ya conocíamos sus condiciones porque la hacía carozo en Europa, en esa temporada la rompió”.

"Como jugador me hacía esos cortes raros de pelo porque era Camejo de Nacional, la gente me bancaba todo y a mi me daba la personalidad para hacerlo”.

Peñarol y también Defensor Sporting estaban interesados en contratar a Camejo aquel año, pero fue Nacional “el que se preocupó y fue directamente a hablar con Villa Española para buscarme. Después me enteré que Hugo me había recomendado. Si bien siempre fui hincha de Nacional, en ese momento capaz que hubiera ido a jugar a Peñarol porque yo venía de un equipo chico, con muchas carencias. Hubiera sido imposible decir que no, por suerte llegó Nacional”.

Era tanta la ilusión, que no tuvo en cuenta la presión que podía tener aquel plantel para ganar. “Nunca lo pensé, solo pensaba en vestir la camiseta de Nacional. Nunca se me pasó por la cabeza, iré o no por el momento que está pasando. Me daban la camiseta de Nacional y para mi era lo más importante. Si me iba bien o mal no lo sabía. Por suerte se pudo revertir todo y salió un año redondo”.

Individualmente se convirtió en figura del equipo con particular suceso en los clásicos: “Más allá de todo me fui por la puerta grande. La gente me considera un ganador y a mi me llena de orgullo. La gente conmigo se porta muy bien y siempre lo dije, estoy muy agradecido a la hinchada”.

Fue compañero del actual entrenador de Nacional, Gustavo Munúa: “Conmigo era muy jodón, pero a la hora jugar era muy serio. Ahora como técnico está haciendo eso, poner un poco de respeto, tiene seriedad para trabajar. Está intentando jugar bastante bien, tal vez le falta afinar alguna cosa o no encuentra al jugador. Se ve un equipo más atractivo”, expresó sobre el actual rendimiento del equipo.

Del Facebook de Camejo

Aunque a la hora de elegir, como hincha de Nacional se inclina más por un equipo campeón que por uno que juegue lindo: “En el 98 nosotros pasábamos jugando a las cartas hasta las 3 o 4 de la mañana. No es que esté bien ni es ejemplo para nadie, pero los resultados mandan. Sea como sea, Gutiérrez en otra oportunidad va a ser el técnico de Nacional porque las puertas quedaron abiertas y más allá de que juegue horrible, los resultados mandan. Vino y salió campeón, y es lo que busca Nacional. Como hincha quiero que Nacional salga campeón no me acuerdo de algún partido que haya jugado bonito, sino que salió campeón”.

Cuando concurre a los partidos prefiere estar junto a los hinchas en la tribuna, no le gusta la platea. Y en la cancha se identifica con el juego de Rafael García, ahora en Colón de Argentina: “No es un jugador brilloso, pero es regular. No anda bien, pero tampoco mal. Le pone mucha entrega, mucho corazón, entonces ese jugador me encanta. Hoy por hoy no tenemos un jugador así y es lo que nos está faltando, presencia, personalidad, uno que raspe y se haga respetar”.

Así como era él luciendo la 5 de Nacional.

“No te conozco”
Camejo contó cómo fue aquella incidencia del clásico del Apertura 1998 cuando no saludó a Pablo Bengoechea: “El capitán de Nacional era Ruben Sosa, pero antes del partido Hugo De León me dijo que en el clásico iba a ser yo y que tenía que apretarle bien fuerte la mano al capitán rival. Pero cuando nos acercamos Bengoechea se venía riendo como diciendo ¿quién sos? Entonces hice lo mismo, no sé quien sos”.
 

 

 

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