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Cinco cosas en las que la burbuja tecnológica acertó

Desde el valor de los datos hasta la globalización electrónica, algunas tendencias han llegado para quedarse en el mundo actual

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29 de septiembre de 2022 a las 14:13

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Por John Thornhill

Cuando la burbuja de las puntocom estalló en el año 2000, muchos inversionistas se dieron una palmada en la frente por su estupidez colectiva y gritaron: ¿en qué estábamos pensando? ¿Cómo es posible que Pets.com, una empresa “startup” sin fines de lucro más famosa por su mascota marioneta de orejas flexibles que por un plan de negocio coherente, pudiera cotizar en el Nasdaq antes de quebrar en un año?

Quizás algunos inversionistas se sientan muy avergonzados hoy al ver la caída del 29% del Nasdaq este año. Sin embargo, como escribió el empresario tecnológico Paul Graham en un brillante ensayo, “What the Bubble Got Right” (En lo que la burbuja acertó), tras el primer desplome de las puntocom, los inversionistas bursátiles acertaron en cuanto al rumbo que tomarían las cosas aunque se equivocaron en la velocidad de las mismas.

La lista de Graham, escrita en 2004, de 10 cosas en las que la burbuja acertó sigue resistiendo el paso del tiempo. El internet ha revolucionado los negocios. Los veinteañeros vestidos de manera informal y con buenas ideas han innovado a menudo más que los trajeados cincuentones con poderosas conexiones. La tecnología no suma, sino que multiplica, escribió.

¿En qué han acertado los inversionistas en la última burbuja?

Así que para comenzar el debate (y a falta de cualquier pensamiento actualizado de Graham), he aquí cinco cosas que creo en que la última burbuja acertó.

En primer lugar, el mercado de valores ha acertado al concederle un enorme valor a los datos, aunque a los contadores les cueste reconocerlo en el balance. Las compañías que pueden recolectar, procesar y explotar datos significativos tienen una importante ventaja competitiva en casi todos los mercados.

En segundo lugar, aunque la globalización se esté ralentizando, la globalización electrónica se está acelerando. La Unión Internacional de Telecomunicaciones estima que 4.9 mil millones de personas — o el 63% de la población mundial — estaban conectadas a Internet en 2021. El objetivo es alcanzar el 100 por ciento para 2030. No sólo las personas acceden cada vez más a Internet, sino que también son accesibles en la red. Un programador adolescente en una habitación de Tallin o Lagos o Yakarta puede llegar a una audiencia mundial de la noche a la mañana.

En tercer lugar, la pandemia de Covid ha cambiado permanentemente el mundo del trabajo. Es posible que los inversionistas bursátiles hayan sufrido un subidón de azúcar al pujar excesivamente por las favoritas del confinamiento, como Netflix, Spotify, Peloton y Zoom. Pero muchas compañías nunca podrán obligar a sus valiosos empleados a volver a la oficina. Las llamadas ‘empresas líquidas’ que contratan y gestionan exitosamente a empleados de todo el mundo van a prosperar, al igual que las compañías que le den servicio a esta fuerza laboral descentralizada.

En cuarto lugar, la transición energética se traducirá en una riqueza bursátil colosal. Quizás Tesla se haya convertido en la compañía que más bombo y platillo ha recibido, y quizás la que más se ha sobrevalorado, del planeta. Pero al encabezar la revolución de los vehículos eléctricos, simboliza una tendencia importante.

En quinto lugar, quizás los evangelistas que promocionan las criptomonedas y la Web 3 aún no han podido proporcionar muchas respuestas, pero están haciendo las preguntas correctas. ¿Cómo poseer y comerciar con activos digitales? “La cadena de bloques es un parteaguas. Va a reestructurar las actividades administrativas del mundo”, dice el director de un banco.

La recesión cíclica de este año en los mercados tecnológicos públicos y privados está aplastando estas tendencias seculares. Pero en las últimas semanas los inversionistas han vuelto a interesarse por las compañías tecnológicas de rápido crecimiento. Un ejemplo es Figma, una empresa de software colaborativo que acaba de acordar una asombrosa oferta de adquisición de Adobe por valor de US$20 mil millones.
Dylan Field, cofundador de Figma de 30 años de edad, me dice que su compañía se ha construido sobre las “megatendencias” que están remodelando el sector tecnológico. Alrededor del 81% de los usuarios activos de Figma están ahora fuera de EEUU. Quizás se haya convertido en un cliché decir que “el software se está comiendo el mundo” (por utilizar la frase del inversionista tecnológico Marc Andreessen), pero sigue siendo cierto.

A veces, la más reciente burbuja tecnológica se ha asemejado al involuntario esquema Ponzi de las puntocom descrito por Graham a principios de siglo. Pero eso no significa que los instintos de los inversionistas no fueran acertados, tanto entonces como ahora. La única pregunta es: ¿qué precio ponerles?

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