Cómo fueron los inicios del jinete estrella del que hoy todos hablan

Con tres ejemplares de una misma cabaña en la final del mundial de Criollos, Juan Pablo González es un ídolo para quienes siguen esta competencia

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31 de agosto de 2020 a las 05:00

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Dicen que las oportunidades no ocurren sino que se crean y también que si te caes es obligación levantarte. Lo cierto que con mucho trabajo y algo de suerte los sueños se cumplen. Al menos así lo vive Juan Pablo González que logró a sus 37 años llevar tres caballos de una misma cabaña uruguaya a la final del mundial de Criollos, en un hecho inédito para el país. 

Solamente los mejores caballos son los que clasifican a la prueba de selección del Freno De Oro, que se desarrollará del 25 al 27 de setiembre en Esteio, Brasil. La final del Freno de Oro, cada año en suelo brasileño, pone sobre la pista en el Parque Assis Brasil, a los mejores 48 machos y 48 hembras de la región, en la mayor competencia morfológica y funcional de la raza en todo el mundo.

Para entender al Freno de Oro hay que aceptar de la forma en la cual fue creado: como una herramienta de selección. Se evalúa al mismo tiempo la morfología, las angulaciones y la función, es decir, la aptitud y actitud que tienen para determinados movimientos. 

“Es una prueba súper exigente, que trata extrapolar el trabajo de campo de un día, a una prueba. Son caballos realmente diferentes y por eso ganan y llegan los mejores”, señaló González en diálogo con El Observador.

Carla Colman

El jinete es oriundo de Lavalleja y se dedica a la doma y entrenamiento de caballos, aunque se especializó en el Freno de Oro. Sus inicios en este rubro, según contó, no fueron complicados, pero sí se le hizo cuesta arriba ingresar al medio dado que su familia, aunque con raíces arraigadas en el campo, nunca se dedicó a la cría de caballos.

“Desde chico fui un loco, un apasionado por los caballos, pero no tenía un vínculo profesional. Me costó mucho entrar”, contó.

Estudiaba Veterinaria, pero hubo un año en el que no pudo pasar de semestre y, gracias a ello, comenzó a averiguar cursos de doma racional y afortunadamente encontró uno en Argentina. 

Siempre tuvo una lucha, sobre todo interna, sobre si era una buena idea dedicarse de lleno a los caballos. 

“Un día mi padre se dio cuenta que de verdad había una fuerza interior que no me iba a parar, y me dijo: ‘Dale para adelante, pero tenés que ser consciente que el camino que estás eligiendo seguramente sea mucho más difícil y sacrificado que el de estudiar y ser un académico. Mientras asumas esos riesgos, vas a contar con nuestro apoyo’. Esas palabras las tengo presente hasta hoy”, contó. 

A pesar de que tenía a la familia de su lado y los conocimientos presentes, a González le costó mucho conseguir caballos para entrenar, justamente, porque no tenía vínculo, ni relación en este mundo. 

La compra de su primer Criollo

Fue por esto que pasó bastante tiempo domando caballos generales de estancia. Su familia materna es chilena y viajó a ese país para trabajar en un  rodeo. “A la vuelta estaba desesperado: necesitaba mostrar que quería trabajar de esto, pero no conseguía”, dijo. 

Comenzó a trabajar como pasante con el jinete Claudio Fernández. Afortunadamente, el reconocido cabañero criollista Carlos Parietti tenía un remate y envío a sus yeguas a prepararse a ese centro de entrenamiento. 

“Hubo una yegua que me fascinó. Tenía que ser mi primer Criollo. Hoy lo pienso y lo que hice fue una inconsciencia total”, recordó. 

Habló con su padre y llegaron a un acuerdo: le prestó US$ 1.200, (ni un peso más) para que pudiera comprar ese animal en el remate, dado que estaba convencido de que con ese animal iba a poder mostrar su trabajo. 

“Fui al remate con la plata, pero la yegua arrancó a venderse en US$ 1.200. Era pin-pin-pin... En un momento estaba en US$ 3.000. Yo estaba sentado y solo veía como se me iba la yegua. Le puse y la compré en US$ 3.000. Salí del remate y no sabía qué hacer. Estaba desesperado pero tenía la yegua para mostrar mi trabajo”, narró. 

Para poder pagar el animal hizo de todo: cualquier changa servía para pagar las cuotas, perno se arrepiente porque a partir de ese momento no paró más.

“Con esa yegua competí por primera vez en la prueba de rienda en el Prado, y tuve la suerte de ganar. Al año siguiente me invitaron a participar en la FICC y quedé segundo. Esa yegua fue mi ticket de ida”, explicó. 

“El caballo Criollo para mí es un medio de vida. Es un ser noble que me permite vivir de lo que me gusta. Yo no trabajo: me levanto, preparo el mate y vengo al centro hacer mi hobby. Y por encima, por hacer eso me pagan”

Carla Colman

Relación jinete-caballo

González sostuvo que la relación jinete-caballo es de un binomio: “Tiene que haber un nivel de intimidad y comunicación entre el caballo y el jinete, una simbiosis muy alta”. Explicó que, como los humanos, los caballos son atletas y cada uno tiene sus destrezas y habilidades individuales. 

“Hay caballos que te dan mucho más y, generalmente, esos ‘llevan al jinete’. Pero también hay caballos que son más limitados de movimiento, pero son súper mansos y compensan. Ahí el jinete tiene que demostrar mayor capacidad de liderazgo para que el caballo confié y se entregue”, dijo.

Otra de las cosas que González expresó durante la charla fue que los resultados son consecuencia del día a día y aseguró que espera a la final con tranquilidad, porque lo dejará todo en la cancha. 

Es la primera vez que llegan, o que al menos González clasifica tres caballos para el Freno de Oro. Eso le da tranquilidad, “el hecho del deber cumplido”. “No es demostrar, si no que trabajo y vivo para eso y sacrifico muchas cosas para lograr mis objetivos. No es un fin, pero es un paso de los objetivos”, señaló. 

De todas formas, hizo hincapié en que si bien él es la cabeza del equipo y quien aparece en las fotos, “nunca, ni a palos, hubiera clasificado a estos tres caballos solo”. 

Carla Colman

El trío estelar de Don Poro

Las tres yeguas que clasificaron al Freno de Oro de cabaña Don Poro (Lavalleja), de José María Campiotti son: Calandria II (gateada), Santa Rita (lobuna) y Santa Cruz (rosilla).
La preparación de este tipo de animales, en términos de tiempo, nunca es menor al año y medio de entrenamiento específico, debiendo sumarle los años de doma y maduración del caballo. 
La Calandria es la única de las tres que ya participó en la prueba. Este segundo año, según comentó González, la yegua está diferente y confesó que él también se siente así. 
Las otras dos son ejemplares “bastante nuevos”, aunque llevan la misma preparación. Sí cambia el nivel de exigencia en cuanto  la preparación mental que tienen. 
Estos animales son atletas, dijo su entrenador, y hay que tratarlos como tales: la clave está en una medida justa de preparación física, comida y buen descanso. “Para obtener su mayor rendimiento hay que tener pilares súper firmes. Alimentación, entrenamiento física y descanso. Secundario es la calidad técnica y los movimientos”, dijo. 
En Brasil y gracias a la experiencia de haber convivido con “jinetes de elite” conoció los tres pilares fundamentales para un caballo del Freno de Oro: morfología, mansedumbre y andares. Según dijo, las tres yeguas de Campiotti tienen 7 puntos de nota morfológica; son yeguas muy mansas, fundamental para esta prueba en la que hay que controlar las emociones del animal. En lo que refiere al tercer pilar, andares (paso, trote y galope), es donde el jinete influye menos, dado que eso está 100% vinculado a un tema de angulaciones y biomecánica del caballo. 
“Esos tres pilares las yeguas de Campiotti los tienen y bien marcados. Dependerá también de mi capacidad para que las ayude a demostrar todo lo que tienen”, indicó. 
Carla Colman
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