Con Sanguinetti y Mujica en asunción de Lula, Lacalle Pou busca abrir una nueva página con Brasil

La noticia, que tiene un alto valor simbólico, la dio a conocer Luis Lacalle Pou el jueves pasado al inaugurar un tramo de las obras en la ruta 3.

Pero la idea rondaba desde hacía semanas en la Cancillería al ponderar dos elementos fundamentales: que el gobierno uruguayo necesita cambiar la pisada y abrir una nueva página con Brasil, y la información de que el gobierno de Lula ve a Uruguay como uno de los socios creíbles para presentar su liderazgo regional ante el mundo. 

Desde el gobierno sabían que José Mujica sería invitado en virtud de la amistad que mantiene con Lula y por eso quisieron aprovechar la ocasión para enviarle un inconfundible mensaje político a la administración que ahora entra en Brasilia. 

Que un presidente decida ir a la toma de mando de otro –o que decida ausentarse– siempre es una señal que los gobiernos aprovechan para tomar nota. Por eso, en este caso, la escolta del mandatario no pasará desapercibida. Que vayan los expresidentes Julio María Sanguinetti y José Mujica acompañando al presidente Lacalle Pou es un gesto que reafirma esa credibilidad del Uruguay a nivel internacional, dijo una de las fuentes consultadas quien cree que con la asunción de Lula es “el momento de Uruguay”.

De hecho, es altamente probable que Lula visite Uruguay en enero, antes o después de su viaje a Argentina donde participará de la cumbre de la Celac.

A diferencia de sus primeras dos administraciones, este gobierno de Lula no estará determinado solamente por la agenda del Partido de los Trabajadores (PT). La ajustada victoria del exsindicalista se cosechó entre la primera y segunda vuelta y es fruto de una coalición que lo obliga a mantener equilibrios.

Eso tendrá su correlato en la política exterior. Brasil volverá a intentar proyectar su poder internacional a partir de su liderazgo regional. No habrá viajes inmediatos a Cuba, Nicaragua y Venezuela. 

Con el gobierno de Nicolás Maduro habrá una normalización de las relaciones diplomáticas (Lula enviará un encargado de negocios y luego analizará si manda un embajador), pero tomando cuidados y evitando movimientos que puedan pagar caro en la política interna. 

El canciller designado, Mauro Vieira, dijo la semana pasada en una entrevista con Estadão que apoyarán el regreso de Venezuela al Mercosur siempre y cuando el país caribeño cumpla con todos los requisitos legales para integrar el bloque. 

Una toma de posesión con mucha seguridad

La detención de un militante bolsonarista que intentó hacer un atentado con bomba en el aeropuerto de Brasilia a una semana del cambio de gobierno aumentó las preocupaciones de seguridad en torno al acto político.

Fuentes diplomáticas dijeron a El Observador que se espera una ceremonia “muy protocolar” y signada por el despliegue de un fuerte dispositivo de seguridad. 

En este marco está descartada la posibilidad de una reunión bilateral entre los presidentes. Lacalle Pou, Mujica y Sanguinetti, junto al canciller Francisco Bustillo, viajarán por el día a Brasilia, agregaron desde Presidencia.

Lula y el vicepresidente Geraldo Alckmin tomarán posesión a las 13.45 en el Parlamento y se trasladarán hacia el Palacio de Planalto (la sede de la Presidencia) a las 16.20 horas. El protocolo agrega que por disposición de Janja –la primera dama, responsable de la organización del evento– la ceremonia empezará a las 17 “cuando comience a ponerse el sol” mientras que el saludo a los otros presidentes será a las 18.30 en Itamaraty (sede de la Cancillería).

Desde el gobierno confían en que si bien Lula tiene cercanía ideológica con Alberto Fernández, no habrá problemas en el relacionamiento con Uruguay, y el presidente brasileño interpretará correctamente el gesto de enviar una nutrida delegación uruguaya a su asunción. Esto, señalan, se suma a la buena sintonía entre los cancilleres, fruto de una relación que comenzó en 2005 cuando ambos fueron designados embajadores en Buenos Aires. “He hablado en reiteradas oportunidades con el futuro canciller de Brasil, es un hombre a quien conozco y tengo una extraordinaria relación”, reveló Bustillo durante el acto de asunción de Nicolás Albertoni como subsecretario.

“Dejemos de lado las diferencias políticas, las rencillas diarias, y tratemos de pensar en grande”, dijo Lacalle Pou al dar a conocer el viaje, mientras que Sanguinetti agregó a El Observador que la invitación era un “acto de política internacional importante” en dos sentidos.

En primer lugar señaló que era un “testimonio” ante Brasil del “valor” que le da Uruguay a las relaciones. “Es un país fundamental no solo en lo económico-comercial sino en lo político y en los equilibrios fundamentales”. 

En segundo lugar lo destacó como un “modo de mostrar el mejor rostro de la república con una expresión de convivencia y tolerancia que le son consustanciales al país”. 

Un argumento similar mencionó Mujica, al decir que había aceptado la invitación como “un pequeño gesto diplomático”.