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Confiscan en Barcelona tres toneladas de catinonas sintéticas “de riesgo letal”

Las llaman “sales de baño” y constituyen una de las 900 sustancias psicoactivas que se consumen en Europa
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24 de junio de 2022 a las 05:03

Tras una investigación que comenzó en Francia, la Guardia Civil de España logró confiscar 3.200 toneladas de catinonas sintéticas en el puerto de Barcelona en el corriente mes de junio. El precio de mercado del total del secuestro se estima en 61 millones de euros. Es el más elevado de los decomisos de sustancias prohibidas realizadas en la historia de Europa.

Lo paradójico es que el origen de esta droga de diseño es el khat, un arbusto de África oriental cuyas hojas son utilizadas desde hace siglos para mascar. Como la coca en Bolivia, por ejemplo. En base al khat se elaboraron muchas drogas en laboratorios sofisticados. Incluso, el khat está autorizada como planta en varios países europeos. Sin embargo, esta variante detectada y decomisada “con dosis mínimas mal administradas puede resultar mortal”.

La catonina se conoce entre los consumidores como las “sales de baño” porque se trata de cristales blancos. Pero éstas no son para hacer espuma en la bañadera. Son una de las 900 sustancias psicoactivas que en lo que va del siglo XXI pudieron identificar las autoridades de la Unión Europea.

La jefa de acción de drogas nuevas del Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías, Ana Gallegos, alertó que la disponibilidad de drogas ilegales crece y que las más novedosas contienen sustancias más potentes y más peligrosas. Circulan como de sustancias de “uso recreativo”. O así lo creen quienes las compran y consumen.

En 2021 se notificaron 52 sustancias nuevas. "Se introduce en promedio una droga cada semana  y esto nos indica – dice Gallegos- que los productores tienen conocimientos de química y farmacología, puesto que se las ingenian para obtener productos con efectos psicoactivos en el cerebro, es decir, que puedan afectar al comportamiento del consumidor como lo harían drogas ya controladas y muy perseguidas".

Mientras en muchos países europeos la legalización de estupefacientes requiere receta personalizada y estricto control médico, la realidad es que el mercado negro sobrepasa cualquier reglamentación.

Las catinonas sintéticas se promocionan como sustitutos similares a otros estimulantes más conocidos como las anfetaminas y la cocaína. No solo son más caras sino que producen efectos sobre los receptores cerebrales que no son conocidos por quienes van a una fiesta electrónica o se juntan en grupo para consumirlas. O, lo que es más delicado, sí lo saben y aun así buscan las “sales de baño” u otras variantes de alto riesgo.

Las cantidades para hacer las dosis que se consumen son más pequeñas que otras sustancias. Esto es un factor clave para los fabricantes y comerciantes clandestinos: con la compra de 10 gramos de esa nueva droga se puede obtener un rendimiento de varios miles de dosis. "Por muy cara que sea la inversión inicial que haga un productor o un traficante, esta sustancia le proporcionará un rédito económico muy grande. El negocio de las drogas nuevas es muy lucrativo y se escapa de los circuitos tradicionales del narcotráfico", resume Gallegos.

La alerta temprana

En la Unión Europea los sistemas de control y legalización de sustancias psicoactivas son muy distintos. Sin embargo, pasar de un país a otro no requiere de control fronterizo. Salvo que haya un dato de inteligencia es muy difícil que las aduanas o fuerzas de seguridad localicen un cargamento.

La red de alertas europea se alimenta de lo que informan los diferentes sistemas nacionales. La detección de un nuevo estupefaciente, en definitiva, es el resultado de las confiscaciones o, lo que es realmente preocupante, cuando lo detectan en el organismo de personas que ingresan en un hospital o que mueren por intoxicación.

"Cuando tenemos evidencias de problemas para la salud, iniciamos una evaluación de riesgos: examinamos la droga al por menor, investigamos sus propiedades toxicológicas, documentamos qué posibles usos legítimos puede tener y preguntamos por la cifra de confiscaciones que se han podido hacer en los países para preparar un informe", dice Gallegos.

Recién ahí comienza el circuito burocrático: la información va a la Comisión Europea para que, si lo considera necesario, se tomen medidas para controlar específicamente la entrada o la producción del tóxico identificado.

La Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito (UNODC por sus siglas en inglés) cumple este año un cuarto de siglo de existencia y en un documento reciente “El papel de los laboratorios de análisis de drogas en los sistemas de alerta temprana” advierte que “el mercado de las drogas sintéticas se diversifica cada vez más, lo que plantea problemas para detectar, identificar y vigilar esas sustancias”. De allí la necesidad de contar con laboratorios tan sofisticados como aquellos que fabrican las nuevas sustancias.

Muchos de los productos con propiedades psicoactivas son drogas medicinas o elementos en proceso de investigación que, en muchos casos, son obtenidos y procesados por quienes fabrican drogas ilegales.

“Cantidades desorbitadas”

Entre 2020 y 2021 solo en la Comunidad Europea, según Gallegos, se han visto cantidades récord, con cerca de siete toneladas de nuevas drogas requisadas: "Se trata de un pequeño número de operaciones, pero con cargamentos de grandes cantidades", añade la experta.

El crecimiento en la distribución y uso de catinonas constituye la mitad de los decomisos. Cuando se trata de estas nuevas drogas, una tonelada es una cantidad desorbitada porque suele tratarse de productos muy potentes: "Si algunas drogas asentadas requieren medio gramo para hacer efecto, algunas de estas drogas nuevas, con pocos miligramos, pueden ser letales. Y este es uno de los principales riesgos asociados".

A diferencia de la cocaína u otras drogas consideradas duras que están muy estudiadas y se sabe a partir de qué cantidades pueden provocar sobredosis, de las nuevas se desconocen las propiedades.

Por su parte, la Comisaria Europea de Interior, Ylva Johansson, dice que "la escalada continua de producción de drogas sintéticas en la Unión Europea nos muestra el impulso incesante de los grupos de delincuencia organizada para sacar provecho del tráfico ilegal de drogas, poniendo en peligro la salud pública y la seguridad".

Las nuevas drogas son baratas de producir, se pueden sintetizar fácilmente en laboratorios caseros y, como no están controladas, las repercusiones para los traficantes suelen ser menos severas.

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