Mientras la relataba, me fui dando cuenta de por qué, generalmente, no cuento esas experiencias desde el lado de "la perdí". Tanto esa historia como otras que me ha tocado vivir las he tomado como parte de un camino en donde lo importante no es ese traspié sino lo que se hace con él. Lo relevante no es haber tenido un resultado distinto al esperado, sino cómo manejar esa situación y qué hacer con eso.
En mi productora estábamos trabajando en un proyecto para televisión y nos equivocamos, y feo, en el presupuesto. Era uno de nuestros primeros proyectos, hace casi 10 años, y tal vez la ansiedad por llevarlo adelante y no perderlo por precio nos jugó una mala pasada a la hora de presupuestarlo. El problema fue que cuando estábamos a mitad del trabajo ya nos habíamos gastado todo el dinero, y todavía quedaba mucho por hacer para entregar un proyecto a la altura de lo que nos habíamos comprometido. Por suerte, con las personas que estábamos llevándolo adelante no dudamos un segundo en seguir y hacernos cargo de las implicancias y costos que eso significara con tal de tener un buen producto final, cumplir con nuestra palabra, nuestro compromiso, y sobre todo demostrar que podíamos hacer un trabajo tan increíble como el que estábamos haciendo.
Si te equivocás en los negocios, siempre es bueno hacerse cargo, ser responsable y hacer valer la palabra por sobre todas las cosas
Desde un punto de vista, en este caso el financiero, esa fue "una perdida", fue un negocio que no salió como esperábamos, perdimos plata y trabajamos como nunca. Ya desde ese momento en mi vida había optado por ver la mitad del vaso lleno y no la mitad del vaso vacío, y por eso esa experiencia no la recuerdo necesariamente como una perdida, sino como un traspié que tuvo un final feliz. Aunque pude contarle al estudiante acerca de la mitad del vaso vacío, me preocupé por contar también que había otra parte de la historia que era "una ganada" y, a mi forma de ver las cosas, la balanza era más positiva que negativa.
Al tiempo de entregar ese trabajo tuvimos la oportunidad de hacer seis proyectos más para ese cliente, todos más grandes que el anterior y con resultados muy buenos. Hoy, 10 años después, seguimos trabajando en conjunto y generando ideas. Si hubiéramos decidido paralizarnos ante la mitad del vaso vacío, seguramente ese hubiese sido el primer y último proyecto. De eso aprendí que siempre hay que cobrar por un trabajo lo que realmente vale. Aunque cobrar menos siempre puede ser una opción, y hasta una decisión estratégica, es bueno ser consciente de eso y las implicancias que tiene.
También aprendí que, si te equivocás en los negocios, es bueno hacerse cargo, ser responsable y hacer valer la palabra por sobre todas las cosas. Al fin y al cabo los clientes y los socios siempre prefieren trabajar con personas honestas. Y por último aprendí que hacerse cargo tarde o temprano paga su recompensa.
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