Costa Rica, Israel y Australia: las enseñanzas de los que iban ganando al coronavirus y retrocedieron

Las cifras acumuladas aún los favorecen aunque son momentos de extremar precauciones. Costa Rica, celebrado en Centroamérica como un caso exitoso, registra hasta este martes 8 mil casos y 34 decesos. En Israel, aunque las infecciones confirmadas son muchas más, 41.285, las muertes suman 368 en un país con 9 millones de habitantes, casi el doble de la población de Costa Rica. Australia pasó de los 10.000 casos con el brote surgido en la ciudad de Melbourne, con tan solo 110 muertes.

Las tres naciones han vuelto a las restricciones para cortar la cadena de transmisión. 

Costa Rica: ¿dónde está el virus?

Durante meses este pequeño país de Centroamérica, menos de un tercio de la superficie de Uruguay, se mantuvo a flote sobre la ola de coronavirus que atacó con dureza a sus vecinos, sobre todo a Panamá, al sur. 

Medidas tempranas acordadas en base a la evidencia científica y un sólido sistema de salud pública que le da cobertura al 95% de la población, le permitió el control de la pandemia durante los meses de abril y mayo con menos de 10 casos diarios de contagio y atender con eficiencia la baja capacidad de ocupación hospitalaria.

Pero desde junio comenzó el aumento que llegó hasta 70 contagios confirmados al día, localizados en su mayor parte al norte del país, en la frontera con Nicaragua, en plantaciones agrícolas y empresas empacadoras de alimentos. El gobierno respondió con restricciones vehiculares y suspensión de actividades deportivas, sociales y comerciales, en la víspera de una tercera fase de apertura

El ministro de Salud, Daniel Salas, esperaba que las medidas adoptadas impidieran el aumento exponencial de los contagios para evitar un colapso en los servicios de cuidados intensivos. Sin embargo, tras el levantamiento de las medidas la infección ha rebrotado con las cotas más en lo que va de julio: cifras de tres dígitos diarios alarman a las autoridades y, ahora sí, el sistema de atención sanitaria está en riesgo.

¿Qué ocurrió? El ministro Salas cree que aún es pronto para hacer un análisis preciso de toda la información. A principios de mes, había advertido que la apertura económica no significaba apertura social, y allí puede estar la génesis del agudo problema actual: mayor movilidad, más aglomeraciones, encuentros sociales y fiestas. 

Pero lo más grave es que se ha perdido el "rastro del contagio", con la explosión de casos en las ciudades más pobladas del país y municipios periféricos, evidenciando, a la vez, una realidad social en que esa Costa Rica en apariencia tan igualitaria muestra las carencias de sectores que tienen que ir a trabajar todos los días sin poder guardar el distanciamiento.

Las autoridades reconocieron que, a diferencia de los primeros casos de contagio de personas que volvían de viajes de negocios o placer del exterior, ahora la infección ha penetrado en los estratos más bajos.

Por eso, desde el pasado sábado, y hasta el 19 de julio, Costa Rica vive bajo las más severas medidas de restricción durante la pandemia: control vehicular, solo autorizado para realizar compras esenciales

"El hecho de no movilizarnos en estos siguientes nueve días va a ampliar la posibilidad de recobrar el rastro del virus, que en este momento se ha perdido", comentó Salas.

Israel: desescalada anticipada

Las criticas apuntan a un concepto: una reapertura demasiado rápida, sin los controles adecuados.

Atento y preparado para las amenazas exteriores, Israel detectó pronto la avalancha del coronavirus y actuó en correspondencia: cerró muy temprano los vuelos del extranjero, colegios, eventos masivos y sitios turísticos, con la aplicación de una cuarentena estricta de seis semanas desde principios de marzo. Además dispuso del uso de la tecnología, incluso por encima del control parlamentario, para hacer el seguimiento del virus y cortar la transmisión.

El gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu autorizó el uso de herramientas destinadas al antiterrorismo para rastrear teléfonos móviles de presuntos contagiados y de quienes efectivamente se contagiaron. La tecnología permitió recabar datos telefónicos que fueron usaron para notificar posibles contagios y también para hacer cumplir la cuarentena de los que estaban aislados.

Su histórica capacidad para controlar fronteras producto de los conflictos con sus vecinos, el hecho de que la principal vía de ingreso al país es por aire, su buena capacidad de testeo, un tamaño y relativamente pequeño al igual que la población (9 millones de habitantes) y un sistema de poder centralizado en el gobierno nacional colaboraron para que rápidamente Israel se destacara en la lista verde de países que empezaban a controlar el virus.

Para inicios de mayo, el país tenía controlada la pandemia: apenas 10 casos nuevos por día, con todo el mapa de contagios identificable. Pero comenzó la apertura y vinieron los problemas.

Tras un par de semanas de obligación de usar tapabocas en la vía pública, de clases con grupos pequeños y de capacidad controlada en restaurantes, las medidas se flexibilizaron. Volvieron los casamientos (y los viajes atravesando el país para asistir a ellos), se eliminaron los controles de público dentro de los comercios, volvieron las discotecas, la policía flexibilizó la exigencia de tapabocas en la vía pública y las clases llegaron a una normalidad casi del 100%.

Hoy el país registra más de mil casos por día, y el seguimiento de casos es imposible, por lo que la mayoría de las medidas han dado marcha atrás. Los cursos mayores a quinto de escuela ya no pueden ser presenciales, los comercios volvieron a tener limitación de aforo (no más de 20 personas), así como las celebraciones religiosas. Aún no se volvió a una cuarentena estricta, pero no se descarta.

La principal fuente de contagio fueron los liceos, además de los casamientos. De 1.400 contagiados en junio, 657 fueron en liceos, 185 en casamientos, 128 en hospitales, 113 en lugares de trabajo, 108 en bares o restaurantes y 116 en sinagogas. Así, la mayor proporción de jóvenes contagiados bajó el promedio de edad de quienes cursan la enfermedad, e hizo que en su mayoría se trate de casos leves.

El primer ministro Netanyahu reconoció su responsabilidad en la apertura apresurada y, dijo, asumiría también la de los arreglos en camino, en medio de las protestas crecientes por el impacto de las medidas restrictivas adoptadas en el comercio y el empleo.

Australia: la segunda ola

La segunda ola llegó de improviso en una situación que combina las necesidades sociales de sectores menos favorecidos y el relajamiento de los protocolos sanitarios.

Esta inmensa isla surfeó sin problemas la primera ola de coronavirus y al igual que su vecina Nueva Zelanda, aunque lejana, a más de 2.000 kilómetros, cerró pronto sus fronteras a pesar del impacto sobre su industria turística. Después de meses de combate exitoso, cuando la vuelta a la normalidad estaba encaminada porque parecía controlada la pandemia, explotó en Melbourne una segunda ola que obligó a medidas de confinamiento desde la semana pasada para más de seis millones de personas en el estado de Victoria.

El brote fue identificado inicialmente en un conjunto de torres de viviendas públicas donde habitan más de 3.000 residentes. Una buena parte de sus inquilinos, según las autoridades, son personas que huyeron de guerras, violencia familiar, con trabajos ocasionales o inseguros y en muchos casos el inglés no es su primer idioma, lo que dificulta incluso la comprensión de las medidas de distanciamiento social.

La directora ejecutiva del Consejo de Servicios Sociales de Victoria, Enma King, anunció inicialmente un confinamiento muy duro en las torres. "Asustaría a muchas personas", dijo. 

Las medidas implican no salir de sus hogares por ningún motivo. Fueron desplegados agentes policiales para hacer cumplir la orden, a la vez que se garantizó a los inquilinos el alquiler gratuito y la provisión de alimentos mediante un operativo logístico de envergadura

En paralelo, las autoridades sanitarias también constataron una situación irregular en hoteles utilizados para las cuarentenas para aquellas personas que llegaban del extranjero. Trabajadores contratados por la ciudad de Melbourne incumplieron los protocolos establecidos en cuanto al distanciamiento y sostuvieron relaciones, incluso sexuales, con personas que estaban confinadas.

Las autoridades también decidieron cerrar los límites entre Victoria y Nueva Gales del Sur, los dos estados más poblados de Australia, con personal militar apostado en los límites para impedir los cruces.

Sin embargo, diarios australianos daban cuenta este martes del hallazgo en un pub del sureste de Sidney, la capital de Nueva Gales del Sur, de un grupo de coronavirus genómicamente relacionado con los casos de Melbourne.

El incremento de los casos ha impactado en los servicios sanitarios. El país vivió su pico de hospitalizaciones a finales de marzo con un máximo de 50 casos al día, y se logró bajar la cifra durante mayo y la mayor parte de junio a alrededor de las 10 hospitalizaciones diarias pero la curva ha crecido hasta casi 100 al día hasta este martes.

Más de 14.000 médicos y trabajadores de la salud se han inscrito para aliviar la situación ante la escasez de personal. Una parte, además, también ha resultado contagiada.