Diego Battiste

Crimen, contaminación y tránsito: las amenazas al crecimiento "genuino” del país

Un trabajo académico señala que Uruguay deberá atender estos temas para seguir aumentando el bienestar económico más allá de lo que pase con el PIB

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07 de enero de 2020 a las 05:00

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Algunos efectos secundarios del crecimiento económico experimentado por Uruguay en los últimos 15 años pueden poner en riesgo el bienestar de la población en el mediano y largo plazo. El crecimiento de la actividad económica estuvo acompañado del aumento de costos sociales y medioambientales medidos a través del Indicador de Progreso Genuino (GPI, por sus siglas en inglés) que generan varios desafíos, según afirma el artículo “Más allá del PIB: estimación del “Indicador de Progreso Genuino” para Uruguay entre los años 2006-2013” del economista Ilan Alfassa basado en su tesis para la Maestría en Economía de la Universidad de la República. 

Si bien se puede afirmar que en el período estudiado Uruguay experimentó un crecimiento genuino porque vivió un proceso de crecimiento que derivó en un aumento del bienestar económico, existen algunas variables que, en términos de bienestar sostenible, amenazan el progreso genuino futuro del país y que la medición del Producto Interno Bruto (PIB) no tiene en cuenta. La contaminación del agua, los costos de la prevención y de las consecuencias del crimen, de los desplazamientos y de los accidentes de tránsito evolucionan desfavorablemente y ponen en riesgo el bienestar de la sociedad, según el trabajo de Alfassa.

El crecimiento del PIB es, desde la década de 1930, el indicador principal que economistas, gobernantes, analistas y medios de comunicación utilizan para analizar la salud y el bienestar económico de un país. Pero desde hace algún tiempo algunos economistas y académicos comenzaron a plantear que el PIB es una “herramienta inadecuada” para evaluar el bienestar a lo largo del tiempo, en particular en las dimensiones económica, medioambiental y social. A partir de esa afirmación comenzaron a surgir alternativas que tienen en cuenta algunos elementos que este tipo de medición deja por fuera. 

Una de esas alternativas es el GPI que plantea un enfoque integral para evaluar el bienestar y que aplicado en Uruguay indica que existen algunas dimensiones que evolucionan desfavorablemente. El GPI se define como “una medida monetaria del bienestar económico de una población determinada, en un período determinado, que representa los beneficios y costos que experimenta esa población, en asociación con la inversión, la producción, el comercio y el consumo de bienes y servicios. Se entiende el concepto de bienestar económico como el bienestar de una sociedad que surge del consumo de bienes y servicios comercializados y no comercializados que se producen en un período determinado”, dice el artículo. 

“Una de los elementos interesantes que tiene que este indicador sea en términos monetarios es que permite realizar evaluación de políticas o proyectos”, explicó Alfassa a El Observador. Es decir, permite, por ejemplo, evaluar si el dinero invertido en la prevención del crimen sirvió para disminuir el gasto que se realiza en las consecuencias que genera la delincuencia. 

Las amenazas

La tesis concluye que entre 2006 y 2013 los costos ambientales y sociales de la actividad económica crecieron en el período a una tasa similar a la del PIB per cápita. Los costos aumentaron a una tasa promedio anual de 6% y el PIB per cápita lo hizo a una tasa de 5,2%, hasta 2011 cuando comenzó a disminuir. “Esta es la primera señal de alarma que se visualiza, asociada a estas dos trayectorias y su evolución. Considerando la calidad del crecimiento, tener una tasa de incremento de los costos superior a la tasa de incremento del PIB implica que existen externalidades negativas que tienen un crecimiento mayor en relación con los beneficios que genera la actividad económica”, explica el trabajo. 

Y dentro de esos costos hay algunos que se destacan. El aumento de la delincuencia es uno de los aspectos sociales negativos que genera mayor preocupación dentro de la población. Entre 2006 y 2013 los crímenes denunciados aumentaron a una tasa promedio anual de 0,6%, mientras que los homicidios crecieron un 4,4%.

“El aumento de los costos del crimen se dio principalmente por el aumento en los costos de prevención del crimen, que no tuvieron como contrapartida una disminución de los costos que son consecuencia del crimen”, dice el artículo.

Diego Vila

Dentro de este rubro se mide, entre otras cosas, el gasto que los hogares y las empresas hacen en seguridad, los costos administrativos de las empresas de seguro y también el gasto público en seguridad y prevención y, al mismo tiempo, los bienes robados, el costo de oportunidad de una persona en prisión y costos intangibles de víctimas de otros crímenes. Todo en términos monetarios.

Los problemas medioambientales es otro de los puntos a tener en cuenta. Los costos de la polución han tenido un aumento del peso relativo en el PIB. Era de 14% en 2006 y llegó hasta 16% en 2013. Y si se mira en detalle, los costos por la contaminación del agua y las emisiones de gases de efecto invernadero han sido los que registraron un mayor aumento con un 67% y un 63%, respectivamente. "Por cuestiones de magnitud y evolución negativa, el principal problema que se visualiza es el respectivo a la contaminación del agua, que, en términos comparativos en todo el período de estudio, representó en promedio un 5,8% del PIB", dice el trabajo del economista. 

Camilo dos Santos

La siniestralidad es otro de los aspectos sociales negativos que ha tomado mayor notoriedad en el tiempo estudiado, sobre todo por su impacto en las personas. Los fallecidos aumentaron a una tasa promedio anual del 4,3% y los heridos a una tasa de 5,6%. “Estos aspectos reflejan focos de preocupación y desafíos a atender en la dimensión social”, agrega el estudio. 

Y en lo que tiene que ver con los costos de los desplazamientos, las causas de la evolución se debieron principalmente al aumento de costos asociados al uso del transporte privado para ir a trabajar y el aumento del tiempo que requieren esos desplazamientos. “En los datos se puede evidenciar el aumento del uso del medio de transporte privado en detrimento del transporte público. Esto podría marcar la existencia de cierta ineficiencia en el uso del transporte por parte de la población”, agrega el artículo. 

¿Por qué el PIB no funciona para medir el bienestar de la sociedad?

La medición del PIB no se diseñó para medir el bienestar de la sociedad y a medida que los componentes que este no considera se vuelven más importantes, su aplicación como medida del bienestar es cada vez más inútil. En concreto, esta medición no tiene en cuenta todo lo que pasa fuera del intercambio económico sin importar si existen contribuciones al bienestar y asume que toda transacción monetaria se agrega al “bienestar social”, incluido los gastos no deseados como los provocados por problemas de contaminación e inseguridad. 

A modo de ejemplo, una actividad que genera contaminación puede aportar al crecimiento del PIB, pero las actividades de limpieza para esa contaminación también aportan. Es por eso que se han comenzado a utilizar otras formas de medición para analizar el bienestar de la sociedad. Además, todo el trabajo no remunerado vinculado al hogar queda por fuera de esta medición y es tenido en cuenta en el GPI.

“Vi que había varios indicadores que estaban disponibles y que Uruguay no tenía nada hecho en este sentido (del Índice de Progreso Genuino)”, explica Alfassa. El período analizado llega hasta 2013 porque algunos datos disponibles del Banco Central llegaban hasta esa fecha. Sin embargo, el economista asegura que es notorio que alguna de las variables mencionadas han evolucionado de forma desfavorable en estos años aunque no es posible realizar una proyección del índice global con los datos disponibles. 

De todas formas, Alfassa reconoce que en algunos aspectos sociales y medioambientales “se han hecho cosas” pero los resultados todavía no están a la vista. 

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