Cuestión de votos: Lacalle Pou busca sanar el ala herida del partido

Sin embargo, esa búsqueda de la unidad –que miraba más a octubre que a junio– sola no alcanza. El líder blanco sabe que para pensar en un Partido Nacional fuerte en octubre y con chances de ganar en noviembre requiere, por lo menos, de dos alas fuertes. Y ahí es donde se le puede presentar un problema. En las internas el sector de Larrañaga llegó tercero detrás de Juan Sartori y hoy enfrenta problemas internos debido a que algunos dirigentes, como los intendentes Carlos Moreira y Adriana Peña, analizan su continuidad dentro de Alianza Nacional. 

La posibilidad de que el ala wilsonista del Partido Nacional se debilite es una mala noticia para Lacalle Pou ya que, en Uruguay, históricamente los partidos necesitaron al menos de dos vertientes fuertes para volverse competitivos en una elección. La capacidad de captar votos y el poder de los partidos está directamente relacionada con la amplitud y variedad de las fracciones que lo integran. Es decir, para pensar en una elección exitosa en octubre, Lacalle Pou debe pugnar no solo para que su sector sea fuerte, sino también esperar Alianza Nacional viva y luche. Por eso el candidato quiere evitar cualquier movimiento que debilite el ala wilsonista del partido del que es ahora candidato único.

Por otra parte, la posibilidad de que el sector de Sartori siga creciendo puede ser pan para hoy y hambre para mañana. Los dirigentes del lacallismo desconfían de las verdaderas intenciones del multimillonario.

Por eso, la única alternativa viable a ese riesgo, es la estabilidad de un sector como el de Larrañaga cuyo comportamiento ya le es conocido. “(Las fracciones) son un problema a la hora de gobernar pero son funcionales a la captación de votos”, dijo a El Observador el doctor en Ciencia Política Adolfo Garcé. En ese sentido, Garcé explicó que la fraccionanalización y las diferencias ideológicas son una oportunidad para que un partido pueda pescar votos en diferentes peceras.

Garcé puso como ejemplo las elecciones de 1958, donde el Partido Nacional triunfó en el Consejo Nacional de Gobierno. El politólogo recordó que por ese entonces los blancos terminaron de unificarse, luego de la ruptura con la dictadura de Gabriel Terra de 1933, y lo consiguieron con tres alas fuertes: el herrerismo, el nacionalismo independiente y el movimiento ruralista. En otras filas políticas también se ha repetido este axioma: el Partido Colorado fue fuerte cuando corrían dirigentes por varios andariveles –el último ejemplo histórico es el del Foro Batllista y la lista 15– y el Frente Amplio sacó provecho de ser una coalición. 

La vigencia del ejemplo a décadas de aquel gobierno blanco radica en la necesidad de tener grupos fuertes. Pero cuando se trata de negociar posiciones en las listas, las intenciones de los dirigentes muchas veces chocan con el interés general del partido. Es así, que quienes negocian por estos días con Moreira, un dirigente de peso en Colonia para Larrañaga, son ni más ni menos que integrantes del sector Todos.

Mientras tanto, el grupo de intendentes que hace más de un año se escindió de Alianza Nacional para formar la agrupación Mejor País y competir en la interna blanca, está por terminar de sellar un acuerdo con el herrerismo para competir hacia octubre.  El intendente de Maldonado y dirigente de Mejor País, Enrique Antía, dijo que la idea es reeditar una asociación como fue Unidad Nacional, un acuerdo entre Correntada Wilsonista y el herrerismo impulsada por Luis Alberto Lacalle en 2008 para las elecciones de 2009. “Estamos analizando la posibilidad de hacer una asociación en todo el país. Se está trabajando en eso. Como ya hicimos un acuerdo exitoso esa sería la forma. Eso favorece acuerdos departamentales”, explicó el jefe comunal en rueda de prensa.

En este panorama de conversaciones, posibles movimientos y otros ya concretados, Garcé destacó otro factor que para el Partido Nacional debería pesar: según el politólogo, los blancos “tienen que pensar que apareció un desafiante Partido Colorado” lo que lo obliga a tener más en mente cómo organizarse para lograr una exitosa votación en octubre que le permita competir en el balotaje por el sillón presidencial.

¿Y Sartori?

Pese a que el mapa de votos blanco que dejó la interna dio por ganador al empresario millonario Sartori por encima de Larrañaga, al sector Todos le sirve que el ala que crezca sea la tradicional wilsonista y no la del outsider devenido en político, razonó Garcé. El porqué es simple: Larrañaga tiene trayectoria política y su rol como legislador es conocido, a diferencia de lo que sucede con Sartori, cuyo desempeño como senador es un misterio porque es un cargo que nunca ejerció.

A eso se le suma la desconfianza que generó en los demás sectores durante la campaña. “Ya durante la competencia electoral generó dudas. Y Lacalle Pou no solo tiene que pensar en ganar, sino en gobernar”, acotó Garcé.