Diego Battiste

De aquellas pretemporadas en arena a los trabajos con pelota y GPS: así evolucionó la preparación física en Uruguay en 20 años

Por el cambio en los calendarios y las nuevas necesidades de los entrenadores, en dos décadas se transformó la preparación física de los clubes

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25 de enero de 2020 a las 05:00

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La rutina indicaba trabajos por la mañana en Los Céspedes para evaluar la velocidad y y por la tarde ejercicios en la pista oficial de atletismo del Parque Batlle para hacer un test de 300 metros y salto. Nacional, dirigido por Hugo de León, comenzaba a prepararse para la temporada 1999 y los preparadores físicos Esteban Gesto y Pablo Sánchez intentaban saber en qué nivel estaban los futbolistas. “Rigurosas pruebas físicas”, era uno de los títulos del El Observador de ese 1° de febrero para informar sobre un equipo que “recién” comenzaba a “ajustar sus piezas”.

Unas semanas antes Peñarol también se preparaba para el Campeonato Uruguayo en medio de una huelga de entrenadores. Para esto, el técnico Julio Ribas marcó entrenamientos en triple horario: musculación, trabajos en cancha y trabajos tácticos. Los entrenamientos carboneros de hace 21 años también tenían tareas "íntimas", como las denominaba el entrenador, según consignó El Observador el 18 de enero.

Foto original de Federico Gutiérrez
El plantel de Peñarol en enero del 2000 por la Ruta Interbalnearia rumbo al peaje de Pando

Las corridas por parques y avenidas (en la foto se ve al plantel de Peñarol corriendo rumbo al peaje de Pando, por el cantero central, en la ruta 8 en 1999), los entrenamiento tres veces por día, los trabajos en dunas, medanos y playas eran costumbre en los trabajos de los equipos profesionales del fútbol uruguayo hace dos décadas, pero de a poco la pelota comenzó a ser la protagonista en esos trabajos de acondicionamiento físico previos al campeonato desde el primer día en que los jugadores volvían a la actividad tras el receso.

El cambio en los calendarios de los torneos y nuevas forma de preparación son las explicaciones de estas modificaciones que sufrieron las pretemporadas. Se adelantaron los comienzos de los campeonatos y los profes ya no tienen tanto tiempo disponible para trabajos exclusivamente físicos a largo plazo.

En la década de los años 1990, en general, el fútbol uruguayo comenzaba a competir en marzo y las pretemporadas el 2 de enero. “Antes tenías 20, 25 días para trabajar en la arena”, recordó a Referí el preparador físico de Liverpool Pablo Balbi, quien también trabajó en El Tanque Sisley, River Plate, Danubio, las selecciones nacionales, Real Sociedad de España, entre otros.

Las pretemporadas anteriores, según Balbi, se hacían en dos cuerpos: uno para la preparación física y otro para la parte técnico-táctica. Pero empezaron a aparecer los trabajos combinados y el fútbol se coló dentro de estos ejercicios.

Los campeonatos variaron, se comenzaron a jugar más partidos y el tiempo de preparación fue más escaso. “Había que economizar tareas y hacer trabajos combinados”, explicó Balbi.

Tener menos tiempo implicó dejar los viejos lugares de entrenamientos para concentrar a los jugadores en un complejo deportivo. Los trabajos en el gimnasio son de los pocos que se realizan lejos de la cancha. “En los trabajos técnico-tácticos se busca el complemento para los trabajos físicos, pero a veces son incompletos y se debe dejar un margen para trabajos preventivos como el gimnasio”, analizó el profesor Jorge Franco, que entrenó las selecciones juveniles uruguayas, trabajó en clubes profesionales –como Nacional, en la etapa anterior de Gustavo Munúa en 2015-2016–, estuvo en México y Colombia, entre otros.

Tener menos tiempo de preparación implica, según Franco, que los equipos se terminen de poner a punto en el medio de un torneo. Es decir, las primeras cuatro fechas el equipo aun está perfeccionado su preparación físico. “Esto implica una gran irregularidad en rendimientos”, comentó.

Foto original de Iván Franco
El plantel de Nacional de enero del 2000 corre por el Parque Roosvelt

En la foto se puede observar al plantel de Nacional realizando trabajos físicos en el Parque Roosevelt.

Las jornadas de triple horario –de aeróbicos por la mañana, musculación al mediodía y trabajos en cancha por la tarde– son cada vez más difíciles de encontrar en las rutinas de los cuadros profesionales. Es más común que se trabaje “fuerte” en lo físico en las primeras horas y se realice otro entrenamiento por la tarde, contó Balbi.

El profe de Liverpool encuentra otra razón para este cambio de tendencia en la preparación: más torneos y más cortos. Ya no hay un torneo largo todo el año sino se juega un Apertura, Clausura, Intermedio y, en caso de clasificar, Sudamericana y Libertadores. “No necesitás hacer una preparación larga, tediosa y extensa porque a mitad de año se para el campeonato”, explicó.

“Hoy no hay tiempo”, concluyó Franco lo que genera que el futbolista deba estar en un nivel estable durante todo el año. “Se acabaron los tiempos en los que los jugadores se dejaban estar y decían que en la pretemporada se ponían en forma”.

Los equipos necesitan aprovechar el tiempo y conviene que los planteles estén “en un entorno futbolístico, del sistema de juego” mientras avanzan en la preparación física.

Con la misma percha

Los trabajos duros y de sobrecarga –“que implicaban tener muchos lesionados”– desaparecieron y los jugadores pasaron al césped, lo que implica que los entrenadores y los preparadores físicos tengan un diálogo más fluido. “Siempre estamos pendiente a lo que el entrenador pida”, dijo Balbi.

Y hay entrenadores que son más clásicos, que “separan el aspecto físico de la parte futbolística” y entrenadores más modernos.

Balbi trabajó hasta fines de 2019 con Paulo Pezzolano en Liverpool, “un entrenador que le gusta mucho la tenencia de la pelota”. Luego el exfutbolista se fue a dirigir a Pachuca de México y el profe se quedó en el negriazul, con el nuevo entrenador, Román Cuello.

“Cuello tiene un estilo parecido a Pezzolano; es inteligente, le gusta la dinámica. Nosotros tenemos que abocarnos a lo que el entrenador te pide. Si tenés un equipo fuerte y potente, pero lento y el entrenador quiere un equipo rápido y dinámica, estás en la vereda contraria”, contó Balbi sobre el trabajo en los equipos profesionales.

Leonardo Carreño

Balbi recordó que en los futbolistas solían tener dos “perchas”: terminaba el trabajo del profesor y se ponían la percha del entrenador, “como si fueran dos cosas diferentes”, comparó.

Entrenadores y profesores deben planificar “en función de un todo” y por esto ahora hay trabajos coordinados, mixtos y trabajos físicos con pelota. Los picados en espacios reducidos –tan comentados en las crónicas de los entrenamientos como fútbol en espacio reducido– son un ejemplo de la combinación entre lo físico y lo técnico-táctico.

“Los profes tienen que dialogar con los entrenadores para que con pocos trabajos se pueda preparar una persona para el alto rendimiento”, resumió Franco.

Por lo tanto, “los avances en la metodología de entrenamiento” son otra de las explicaciones en los cambios de tendencias de las pretemporadas de fútbol.

Balbi cree que todos estos cambios provocaron que se juegue “mucho mejor” al fútbol. Los entrenadores y preparadores físicos tienen más información, estudian, leen y escuchan. “Están jugando jugadores más jóvenes, con más energía y se hacen entrenamientos más intensos”, agregó.

Diego Battiste

 El preparador físico piensa que cada vez hay menos entrenadores que se basan en “meter pata” y defenderse, y cada vez se arriesga más y las propuestas no son tan temerosas.

El profe de Liverpool observa que el punto de quiebre en la preparación de los equipos en Uruguay y en el mundo se dio cuando Pep Guardiola comenzó a dirigir Barcelona, una forma de jugar que los entrenadores querían imitar y que exigía una preparación física para esa propuesta.

“Los futbolistas entrenan mejor la técnica y las canchas son mejores”, opinó Balbi. Los jugadores, dijo, suelen cuidar más la estética: toman vitaminas, hacen musculación, entrenan fuera de hora, tratan de alimentarse bien.

Cambio y permenencia

Cuando unos pocos futbolistas aparecieron con un chaleco que cubría solo la parte superior del tórax llamó la atención, pero de a poco se volvió habitual –y hasta costumbre– en el fútbol profesional. Se trata de una prenda con GPS que le permite al cuerpo técnico tener datos sobre el futbolista.

El GPS va en el cuerpo o también se conocen otras técnicas en los zapatos del futbolista, como utilizó Boston River la semana pasada.

Por lo tanto, los entrenadores saben qué tipo de carreras hace un jugador, qué tipo de giro, qué salto, por cuáles zonas se mueven. “Te aportan un montón de datos que te permiten personalizar los trabajos”, destacó Franco.

En los entrenamientos se pueden juntar a los grupos que tienen el mismo nivel de entrenamiento, la misma experiencia o la misma edad. “La información es muy valiosa y puede achicar el margen de error”, aportó Balbi.

La llegada de la información trae consigo un problema: la sobreinformación. Lo que importa, en definitiva, es la interpretación que se hacen de esos datos. “El desafío es saber qué descartás”, explicó Santiago Alfaro en una entrevista con Por decir algo en febrero de 2019.

Alfaro diseñó para Peñarol esta temporada, según informaron desde el club a Referí, un trabajo personalizado con sus jugadores. El cuerpo técnico aurinegro tiene cuatro profes y diseñó para cada jugador un trabajo específico de acuerdo a las necesidades en la preparación por el puesto en el que actúan.

Alfaro dijo que hay algo que no cambia: el tiempo de entrenamiento. “Al jugadores lo tenés una hora y media, dos horas, y eso es lo que no se movió. No podés saturar de información a los jugadores porque al final del día (lo que importa es) cómo va aplicado eso al rendimiento colectivo”, explicó.

Lo que tampoco cambia es que una buena preparación física puede ser decisiva en el resultado en un torneo más allá de si se hace corriendo en la arena de una playa o en un complejo propio que tenga la infraestructura para un trabajo completo.

“La base del éxito del preparador físico Esteban Gesto está basada en el trabajo diario y el estudio de cada uno de los jugadores para que cada futbolista alcance la mejor forma”, escribió El Observador en 1999 sobre la pretemporada de Nacional. En el mismo sentido, 21 años después, Balbi cree que el que regala la parte física, pierde.

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