Uno de los fragmentos finales de la película Desde el jardín (1979)

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Desde el jardín

En los últimos días circuló una versión de lo que sería el programa del Frente Amplio y su lectura fue lo que me recordó a aquel Mr. Chance o Chauncey Gardiner
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27 de marzo de 2024 a las 05:00

En 1979, en la película “Desde el jardín”, basada en el libro del mismo nombre, un extraordinario Peter Sellers encarnaba a Mr. Chance, un hombre –en la más benévola descripción– notablemente ingenuo.

Durante toda su vida había sido el jardinero en la residencia de un millonario y su única ventana al mundo exterior había sido la televisión. Tras el fallecimiento del millonario, Chance se encuentra repentinamente desprovisto de hogar y empleo. Obligado a abandonar su hogar y enfrentarse al mundo real por primera vez en su vida, Chance deambula por las calles hasta que, por pura casualidad, se cruza con la esposa de un empresario quien milagrosamente evita atropellarlo.

Preocupada por su propia situación legal y su salud, la mujer decide acoger en su hogar a Mr. Chauncey Gardiner, como por error interpreta la esposa que se llama Chance. Este cautiva al magnate empresarial, quien lo presenta a su amigo de toda la vida: el Presidente de los Estados Unidos. Parte del encanto de la película es que las palabras de Mr. Gardiner asombran y atraen: él utiliza términos propios de la jardinería para expresarse y todos interpretan sus comentarios como reflexiones profundas y significativas, como metáforas de una suerte oráculo moderno cuando no son otra cosa que literalidades, vaguedades y, por supuesto, imprecisiones.

En los últimos días circuló una versión de lo que sería el programa del Frente Amplio y su lectura fue lo que me recordó a aquel Mr. Chance o Chauncey Gardiner. Es que algunas frases son de película, las podría haber sentenciado Mr. Gardiner, por ejemplo: “La calidad de un país no se mide por quienes llegan más rápido o más lejos, sino por quienes no llegan. Nadie debe quedar atrás: sólo así es posible llegar más lejos, todas las personas juntas y a tiempo”.

Otro ejemplo: “Sólo una sociedad que prioriza los principios y vínculos de solidaridad puede alcanzar la fuerza y la sincronía necesarias para construir un futuro de bienestar para todas y todos. Los vínculos solidarios nunca son unidireccionales: benefician y fortalecen al conjunto. Nada ni nadie está tan lejos como para que no sea responsabilidad de todos y todas; y tampoco está tan lejos como para que su realidad no afecte al conjunto. Nadie está tan alejado como para que su futuro y su dignidad no dependa de todas y todos”. Otra maravillosa frase, aparentemente de corte artiguista, refiere a las coordinaciones políticas y económicas: “Como fuerza política de izquierda, de acuerdo con el principio artiguista de que “el objetivo del gobierno es la felicidad del pueblo” la prioridad del gobierno del Frente Amplio es coordinar todas las políticas económicas y sociales a fin de lograr las mejores condiciones posibles de vida para todos los habitantes del país, lo cual implica acceso universal y oportuno a los servicios que garanticen el bienestar.”

Hay, además, mucha interinstitucionalidad, interseccionalidad y transversalidad: “En la complejidad del mundo actual, la gran mayoría de los temas requieren de una mirada transversal inter y transdisciplinaria” (…) “Nos comprometemos a avanzar en la construcción de un mejor Estado con una estructura y funcionamiento basados en los principios de transversalidad e integración de las políticas públicas en todo el territorio, interseccionalidad de las políticas de solidaridad y equidad, optimización de los recursos, participación y control ciudadano a nivel institucional y territorial”. También, si vuelven a gobernar -y no antes- habrá mucho estudio y análisis: “Con el objetivo de avanzar en la reducción de la desigualdad, estudiar las formas para incrementar el aporte fiscal por concepto de dividendos y utilidades, así como los patrimonios y las transferencias patrimoniales de muy alto porte y los depósitos en el exterior”. “Estudiar la creación de un ámbito de escucha de las organizaciones de la sociedad civil en el parlamento en la instancia de la selección de jueces y fiscales”. “Estudiar la posibilidad de crear una Policía Judicial para delitos complejos o casos de corrupción”. “Estudiar iniciativas de reparación histórica de la comunidad afrouruguaya e indígena, así como el reconocimiento del Estado uruguayo como país multicultural”. “Estudiar el rediseño del actual Observatorio de Investigación y Análisis Estratégico del Ministerio del Interior, dotándolo del asesoramiento técnico e investigación académica que fortalezca la evaluación interna de las políticas públicas sobre los problemas de seguridad, violencia y criminalidad”. “Analizar la instalación de oficinas de la Cancillería en las zonas fronterizas además de reforzar las del área metropolitana para atender a la población migrante”.

Pero entre tantas frases “gardinescas”, solapadas, edulcoradas y subterráneas, están los únicos propósitos claros: aumentar impuestos: “(…) fortaleciendo la imposición a la renta, el gran capital y el patrimonio” (aquí tendríamos que cambiar de película de Sellers y pasarnos a “La fiesta inolvidable”); usan seis frases para decir que impulsan la derogación de la reforma de la seguridad social y luego llegan el desmantelamiento de la reforma educativa con la siguiente frase: “El gobierno del Frente Amplio dará estricto cumplimiento a los principios básicos de la educación. Asegurará su carácter público, autónomo y cogobernado, no subordinada al Poder Ejecutivo y se garantizará la participación docente en el diseño de políticas, planes y programas en todos los niveles del sistema. Fortalecerá la coordinación de sus distintos componentes en un Sistema Nacional de la Educación Pública”. En breve lo que apuntan es que no se subordinarán a los poderes representativos electos por los ciudadanos sino que se comportarán como cuerpo corporativo, como en los quince años donde retrasaron e impidieron los cambios necesarios en la educación. También en seguridad pública proponen un retorno a la visión sociológica que fracasó; para ver un ejemplo: “Definir una política de seguridad basada en una perspectiva de prevención, de la descriminalización de la pobreza, desprisionalización, desarme, entre otras; la que será debatida y definida por los organismos estatales involucrados, en conjunto con la sociedad civil organizada, la academia, etc”.

Luego de repasar el programa, varias son las conclusiones: la primera es que al igual que en la película, el Frente Amplio -su programa, su relato y sus candidatos- el gran problema que tiene es con la realidad. Buscan llenar con palabras un relato que no soporta la realidad: estamos teniendo un excelente gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou, que se atrevió a hacer reformas sustanciales y como avezado capitán superó las tormentas más fuertes que tuvimos que pasar como sociedad en los últimos cien años. Pero además de la precitada conclusión hay una sospecha, que entiendo fundada: el programa no representa la realidad de los grupos radicales que son los que mandan en el Frente Amplio. Apenas se esboza lo que en realidad harían con el país este nuevo Frente Amplio, dominado por el Partido Comunista, el MLN-MPP y el PIT CNT, que ya no tiene los amortiguadores del astorismo y el vazquismo. Las vaguedades y las calculadas y buscadas imprecisiones del programa justificarían cualquier peligroso avance radical. Y la conclusión final: la diferencia de proyectos que se someterán a la elección es tan grande como si un club de fútbol aspirara a campeonar o descender. Las reformas de este gobierno colocaron el primer e imprescindible piso para la trasformación más ambiciosa, ilusionante y desafiante que ahora encarna Álvaro Delgado: llevar a Uruguay a ser el país más desarrollado de América Latina.

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