Días de encierro: estrategias y amenazas para la vida sexual en cuarentena

La pandemia ha puesto en jaque a todas las aristas de la vida humana, incluido el sexo; ¿cómo mantienen el deseo las parejas la cuarentena? ¿Qué están haciendo los solteros en esta situación?

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04 de abril de 2020 a las 05:00

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Pocas veces en la historia de la humanidad debemos de haber escrito tantas veces las palabras “encierro”, “cuarentena” y “aislamiento”. Al punto de que uno se pone a pensar si lo mejor no será sentarse a escribir de otra cosa. De cualquier cosa. Pero no, los números y la audiencia dicen que el camino es este. Entonces, bien: “encierro”, “cuarentena” y “aislamiento”. Tres palabras que, cuando aparecen flotando en la mente, enseguida se alinean con otras que surgen a medida que las circunstancias de esta pandemia se desenroscan en el mundo. La primera de ellas es, obvio, “coronavirus”. Después, “comida”. La comida aparece enseguida. También, si es el caso, “niños”. Qué hacer con los niños después de tres semanas de aislamiento es todo un tema. Y por ahí, junto con “aburrimiento”, “yoga en casa” y “Netflix”, llega el instinto. El impulso primitivo de mantener en pie a la especie. Llega el placer. Aparece, como un cartel de neón en un callejón oscuro y lluvioso, esa palabra. Sexo.

¿Qué hacemos con el sexo en cuarentena? ¿Lo suspendemos hasta nuevo aviso? ¿Este panorama global significa la supresión, al menos durante algunos meses, del sexo casual? ¿Qué pasa con las parejas? Está claro que hoy hay cosas más importantes en las que pensar, pero el tema siempre termina encontrando su lugar en la conversación. De hecho, las notas sobre el asunto se han multiplicado en los medios en los últimos días. Pruebas a la vista, el sexo nos importa y mucho.

En teoría, las personas que viven en pareja no tendrían motivos por los que bajar la frecuencia de sus encuentros ni preocuparse. No habría mayores dramas. Que quede claro: el covid-19 no es una enfermedad de transmisión sexual. Sí, estar con una persona que tiene los síntomas probablemente haga que en el contacto el virus pase de un cuerpo al otro. Pero lo hará por las vías que otras notas de prensa y especialistas en la materia ya se han encargado de documentar. Ni en los fluidos vaginales ni en el semen se han encontrado, hasta hora, rastros del virus.

La lucha en el terreno sexual es, entonces, más entre el aplastamiento y las ganas que entre el contagio y la buena salud. Cuando las primeras señales de que el mundo iba hacia un confinamiento aparecieron, muchos pensaron que estábamos ante las puertas de un nuevo baby boom similar al que se dio cuando terminó la segunda guerra mundial. Una de esas personas fue el director español Pedro Almodóvar, que en un emotivo artículo que escribió sobre su propia cuarentena en el medio El Diario, se refirió brevemente a esta posible nueva explosión demográfica en el mundo producto de las horas en las que las parejas y las familias están encerradas en simultáneo. Eso sucederá, claro, si la convivencia forzada de las parejas en todo el mundo no se termina llevando puesto al deseo.

Así explica la situación la sexóloga Magdalena Joubanoba: “En sexología hay un término denominado síndrome del gabinete, que se produce cuando una pareja está demasiado tiempo junta. Cuando dos personas comparten muchas horas al día, tienden a perder el deseo sexual. Eso está ocurriendo en cuarentena, pero también está sucediendo algo más: dentro del propio síndrome de gabinete hay, en estos días, un componente muy grande de estrés, que genera una respuesta importante del organismo. Por todo lo que está sucediendo, estamos en una especie de shock, y en ese estado para lo que menos estás preparado es para tener sexo. Hay una pérdida importante del deseo porque el organismo bajo estrés se reserva todas sus funciones y mecanismos para preservar la sobrevida. Y a todo eso se le debe sumar la situación de que muchas personas están perdiendo el empleo, o entraron al seguro de paro”.

Arreglar el “problema” de la convivencia extrema es difícil en épocas de coronavirus. Las soluciones, que en condiciones normales sería tener “días libres” de la pareja al implementar más salidas con amigos o planes por separado, en el contexto actual es casi inviable. Y eso mismo nos plantea la siguiente pregunta: ¿la situación nos va dejar como legado una explosión de nacimientos o, en cambio, una de divorcios y separaciones?

“Está claro que no se le pueden dar estrategias de salida a las personas en este contexto, así que lo ideal es estar separados lo más posible durante el día. Si hay dos habitaciones, utilícenlas y estén en lugares separados. Tampoco tienen que hacer las mismas cosas al mismo tiempo y juntos. En lo posible, hay que verse lo menos posible. Y hacer actividades independientes, no hablarse todo el tiempo, intentar hacer de cuenta de que no están en la misma casa. Es difícil, pero les dará mayor bienestar y tranquilidad. Estar pendiente el uno del otro genera una rutina y un rechazo que termina por desencantarlos y deserotizarlos”, explica la sexóloga.

Nueva información

El mundo se lo está tomando en serio. Y así debe ser. Este jueves la agencia AFP publicaba que la mitad de la población del planeta está o bien en cuarentena obligatoria, o bien autoinducida, y la regla de convivencia más importante de estas semanas ha sido clara: no salir, no tener contacto con otras personas a menos que sea estrictamente necesario. Y sí, el sexo no es una excepción a la norma.

Por eso no resulta nada extraño que el mayor sitio web de pornografía del mundo, PornHub, haya liberado su contenido premium en los países más golpeados por el covid-19. O que en Uruguay, operadores de cable como Nuevo Siglo o TCC hayan decidido hacer lo mismo, pero con sus canales para adultos.

Por otro lado, el gobierno de Nueva York –la ciudad más infectada del país más infectado– a través de su departamento de salud publicó una “guía sexual” en la que, entre otras cosas, se promueve la masturbación, se recomienda evitar las orgías y se recuerda que el virus, hasta el momento, se ha encontrado solo en la mucosa, pero también en las heces. Así, el documento invita a los ciudadanos de la urbe más golpeada de Estados Unidos a “disfrutar del sexo y evitar la propagación del covid-19”.

Este último descubrimiento es uno de los tantos que aparecen día a día sobre esta nueva forma de coronavirus, y Joubanoba asegura que está avalado por las diferentes organizaciones sexológicas del mundo y profesionales en la materia. Uno de ellos es la obstetra y ginecóloga estadounidense Jen Gunter, que en un artículo del New York Times publicado este miércoles, asegura que si se tiene relaciones sexuales con alguien infectado por el coronavirus, “no hay nada que se pueda recomendar para reducir el riesgo de contagio, ni ducharse de pies a cabeza con jabón antes e inmediatamente después del sexo, ni usar condón”.

Pixabay

“Hay algunas prácticas que involucran a la zona anal y perianal en las que la contaminación con la enfermedad sí es directa. Y esto sucede porque el virus está presente en las vías respiratorias superiores, pero cuando tosemos o estornudamos, no siempre espectoramos de manera completa y parte de la mucosa va hacia el aparato digestivo. Esta información indica que el virus se mantendría vivo en el sistema y sería excretado con las heces”, explica la sexóloga uruguaya.

El otro lado

Paula tiene 22 años, suspendió todo encuentro hasta el fin de la cuarentena, aplica el sexting más que nunca y encontró en el Satisfyer –un estimulador de clítoris– un compañero sexual temporal.

Jorge tiene 24 y está haciendo lo mismo, a excepción del mencionado aparato.

Julia, de 26 años, también suspendió todo encuentro sexual casual, pero tiene una certeza: cuando las puertas se abran se van a producir, en sus propias palabras, “destrozos” por la abstinencia.

Marcelo tiene 22, días antes de encerrarse había empezado a salir con una chica y tuvieron que cortar las visitas. Sin embargo, no tiene problemas en aclarar que cambió la escapada al supermercado por la escapada sexual.

La distancia social también es rutina en el caso de Mariela, que tiene 25 y que ya tiene arreglados algunos encuentros para cuando todo esto pase.

Florencia, de 20, estaba acostumbrada a tener sexo con diferentes personas unas dos o tres veces por semana. Está sorprendida porque en las aplicaciones, en estos días, el pudor ha quedado de lado, y no solo en las que fueron creadas específicamente para perderlo. Encuentra, además, que el sexo virtual no la satisface de la misma manera, y cree que las relaciones interpersonales, tras el confinamiento, cambiarán.

Valentín, que tiene 21, desconfía de las videollamadas, pero asegura que lo ve como un recurso válido. No las descarta.

Florencia tiene 27 y todo apunta a que su vida sexual estará en pausa por unos cuantos meses. Volvió a descargar la aplicación de citas Happn, la utilizó unos días y la volvió a borrar. Ahora va por el sexting. Espera que le rinda.

Ramona, de 25, teme que pueda cometer algún desliz. La “fauna” que encontró en las aplicaciones la sobrepasó y prefirió prescindir de ellas. Le sorprende que en estos días aparezcan “muertos en el placard” y dice que el sexteo es tan válido como decir que no es para uno. Al final, tira un bálsamo sobre el asunto: no es el fin del sexo para los solteros. Solo se reformuló.

Estas son algunas de las experiencias que diferentes solteros uruguayos –con nombres que fueron cambiados, claro– contaron en un espacio de intercambio abierto especialmente para esta nota. Entre las preguntas que debían responder, además de su género y su edad, estaban su interacción con aplicaciones como Tinder y Happn, la implementación del sexting, si estaban dispuestos a violar la cuarentena por un encuentro casual o no y si su consumo de pornografía había aumentado en estos días.

Los resultados de las entrevistas, en las que participaron alrededor de veinte personas, fueron bastante concluyentes: todos cambiaron sus hábitos sexuales por la cuarentena. Mientras que algunos se inclinan por el celibato preventivo hasta que el mundo se normalice, otros prefieren escapar puntualmente las medidas para quedar con otra persona; de todas formas, es lo menos frecuente. El sexting –el envío de fotos o videos sexuales y también las videollamadas– parece estar en auge y las aplicaciones de citas se reconvierten en espacios donde la interacción escapa al terreno sexual. Aquellos que las utilizaban lo siguen haciendo, pero su relación con ellas se transformó.

El futuro, en tanto, es una incógnita: algunos creen que el encierro hará que los encuentros “exploten” en cuanto el confinamiento cese; otros creen que las formas de intercambio cambiarán de matriz.

¿Pero qué sucede con el deseo, los solteros y estos tiempos extraños? En su caso, la libido también sufre. Y queda en evidencia en algunas respuestas que anuncian que la situación les ha hecho perder las ganas de tener un encuentro sexual o de recurrir a la masturbación. Pero, además del deseo, también hay otro costado que analizar, porque estos días de encierro también pueden llevar a que aquellos que tengan mayor dificultad para relacionarse, una vez recompuesta la sociedad, tengan problemas para volver a integrarse. Y ni que hablar de concretar situaciones que deriven en una relación sexual ocasional.

“En muchas personalidades, la cuarentena puede implicar una pérdida de confianza. Depende de las estructuras mentales de cada uno. Al estar viviendo algo que jamás vivimos ni vamos a volver a vivir, estamos observando las conductas más increíbles desde el punto de vista sociológico. Hay personas más susceptibles que van a sufrir mucho más el impacto. Y quienes más van a sufrir son los fóbicos, aquellos que tenían dificultades para socializar, que se sentían más atemorizados frente a las personas”, explica Joubanoba. Así, la sexóloga asegura que este período de exploración y de cambio de hábitos también puede ser una instancia aprovechable. Y que hay múltiples maneras de sacar adelante la vida sexual, maneras que no involucran necesariamente el contacto físico con el otro.

Por todo esto, queda claro que no hay distinción en los cambios sociológicos que vivimos a raíz del sacudón mundial contemporáneo del coronavirus. Casi todas las aristas de la humanidad parecen encontrarse en una especie de jaque, en un terreno desconocido e inexplorado. Pero en medio de una pandemia que nos mete puertas adentro y nos aísla del otro, el sexo sigue siendo un elefante en la habitación del que es necesario hablar, poner en debate sus cuestiones, problematizar sobre el placer, el deseo, y la necesidad de que estén presentes en la vida de todos. Y este, probablemente, sea el mejor momento para hacerlo.

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