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Diez razones para ser optimista en 2024, a pesar de todo

La ciencia ha logrado avances en áreas clave, el comercio se ha mantenido y los tiranos no durarán eternamente
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18 de enero de 2024 a las 15:04

Por Gillian Tett

La ciencia ha logrado avances en áreas clave, el comercio se ha mantenido y los tiranos no durarán eternamente

¿Te sientes optimista respecto a 2024? La respuesta del Foro Económico Mundial (FEM) parece ser "no".

Cada año, el FEM les pide a 1,500 miembros de su "comunidad" —líderes empresariales de élite, académicos, políticos— que citen los principales riesgos. La última lectura, publicada antes de la reunión anual del FEM en Davos este mes, es definitivamente desalentadora.

Al parecer, los participantes en Davos tienen "una perspectiva predominantemente negativa para el mundo en los próximos dos años, que se espera que empeore durante la próxima década", con un 54 por ciento que prevé "cierta inestabilidad y un riesgo moderado de catástrofes mundiales" a corto plazo, y un 30 por ciento que pronostica graves trastornos.

A largo plazo, el 91 por ciento ve "elevados riesgos de catástrofes globales", o crisis peores. Los problemas medioambientales dominan la lista de preocupaciones, junto con los conflictos sociales, la guerra, las amenazas cibernéticas y la "desinformación".

Hasta aquí, todo luce muy deprimente. Pero hay algo extraño: este pesimismo, que parece incluso peor que durante la crisis financiera de 2008, ha surgido en medio de una economía mundial que no es tan desastrosa. El último pronóstico del Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé para 2024 un crecimiento del 2.9 por ciento, inferior al de años anteriores, pero no una depresión.

Parece, entonces, que la élite del FEM — al igual que los consumidores estadounidenses actuales — tiene actualmente un profundo sesgo psicológico hacia el pesimismo.

¿Por qué? Una posible explicación es que los líderes empresariales están mal preparados para gestionar los riesgos actuales: sus maestrías los capacitaron para modelar cuestiones económicas, no para analizar problemas como la guerra, y las primeras cuestiones figuran relativamente poco en la lista de preocupaciones.

Otro factor relacionado es que, mientras que los asistentes a Davos solían asumir que la historia avanzaba en línea recta hacia una mayor globalización, un capitalismo de libre mercado, la innovación y la democracia, todas esas cosas están ahora bajo ataque.

Por último, existe un sesgo de atención: las malas noticias se venden mejor que las buenas y encuestas como ésta del FEM suelen preguntar sobre riesgos negativos, no positivos.

Pero, ¿y si los encuestadores preguntaran por las 10 posibilidades positivas del momento? He aquí mis respuestas.

En primer lugar, la ciencia está haciendo grandes avances en energías renovables que podrían posibilitar un salto decisivo en la tecnología verde, sobre todo teniendo en cuenta que tan sólo en 2023 se invirtieron casi US$1.8 billones en energía verde.

En segundo lugar, la investigación se está acelerando en las ciencias de la vida, impulsada por el despliegue de herramientas de inteligencia artificial (IA). Es posible que pronto se produzcan más avances médicos, ayudados por la experiencia de Covid-19, que enseñó a los científicos a colaborar a través de fronteras e instituciones a una escala nunca vista.

En tercer lugar, dado que se proyecta que habrá 18 mil millones de teléfonos celulares en el mundo en 2025, millones de personas tendrán acceso a la información por primera vez.

En cuarto lugar, la (justificada) preocupación por los riesgos de la IA está incitando tardíamente el debate sobre los marcos regulatorios. Tanto EEUU como China han respaldado una iniciativa conjunta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) al respecto.

En quinto lugar, los bancos centrales aún pueden aplicar el endurecimiento cuantitativo sin desencadenar una crisis financiera total este año. El impacto de la flexibilización cuantitativa ha sido mejor de lo que muchos esperaban y perturbaciones como el colapso del Silicon Valley Bank han sido efímeras.

En sexto lugar, aunque los niveles de deuda son alarmantes, no han desencadenado una crisis de deuda soberana en el mundo desarrollado (todavía), y podrían no hacerlo a corto o mediano plazo.

En séptimo lugar, la inflación podría seguir bajando conforme las compañías realicen ajustes y se alivien las perturbaciones de la cadena de suministro.

En octavo lugar, la preocupación por la democracia podría impulsar a los votantes, antes complacientes, a luchar por preservar los valores liberales. Polonia demuestra que el deslizamiento hacia la autocracia no es inevitable.

En noveno lugar, la preocupación por los riesgos económicos del proteccionismo podría impulsar a Beijing y Washington a reforzar sus lazos comerciales. Sí, los niveles del comercio mundial descendieron el año pasado. Pero siguen cerca de máximos históricos, incluso entre EEUU y China.

Décimo, los tiranos que siembran el caos hoy no durarán para siempre. Ni siquiera Vladimir Putin, el presidente de Rusia, es inmortal.

¿Es esta lista poco realista? Los peligros señalados por el FEM son reales. Pero yo lo instaría a que el año que viene añadiera una sección de "riesgos positivos" a su encuesta. Los inversionistas podrían encontrarla aún más interesante.

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