Javier Milei y el Papa Francisco, en el Vaticano.
Fernando González

Fernando González

Director de El Observador España

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Dos días win win: la reconciliación entre Milei y el Papa Francisco

El presidente argentino se lleva el regalo de la simpatía del Papa, y del tiempo que le dedicó en el Vaticano. Pero el Pontífice le dejó saber su preocupación por la pobreza frente al ajuste, y marcó la necesidad de volver al consenso político.
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12 de febrero de 2024 a las 12:36

Había optimistas en el Gobierno, pero no tanto como para imaginar todo lo que sucedió.

Las imágenes corren en la cabeza de los funcionarios como un video de final de casamiento.

El abrazo intensísimo del domingo en la Basílica de San Pedro. Las ironías papales sobre el pelo de Javier Milei. El pedido de beso con el que lo conquistó Karina. Y la frase que más corría entre los smartphones del mileirismo.

Gracias por haber venido y gracias por ayudar a éste”. Este, era nada más y nada menos que el Presidente. Entonces había que ayudarlo. Y lo decía el Papa.

Que no tiene nada que ver con esa abstracción teen del animé japonés a las que el relato oficial llama las fuerzas del cielo. Francisco, desde que dejó de ser Jorge Bergoglio para convertirse en Papa, es el auténtico representante del cielo sobre la tierra.

El Presidente venía enchufado y optimista para la audiencia del lunes.

Encima se había despejado la lluvia del fin de semana sobre Roma y cuando llegó al Palacio Apostólico del Vaticano un sol brillante había transformado el invierno italiano en primavera. ¿Qué podía salir mal?

Tan envalentonado estaba que se detuvo cinco minutos en la Avenida de la Conciliazione para sacarse una selfie grupal con una veintena de argentinos que lo vitoreaban.

Cinco minutos tarde llegó al encuentro, y el Papa le sonrió casi comprensivo. Le perdonó la demora y también le perdonó aquel exabrupto de campaña, cuando lo llamó el representante del maligno sobre la tierra.

“Le pido disculpas”, le plantó Milei mirando hacia abajo, un gesto que jamás utiliza con los adversarios políticos. “Ya quedó atrás”, le concedió Francisco.

No sé que le pasa a Francisco con Milei; le toca una fibra íntima. Le gusta ese perfil místico que tiene; su relación con el judaísmo, sus desbordes emocionales. El Presidente le despierta algo que jamás le despertó Mauricio Macri, una rebeldía permanente que lo divierte y le cae muy bien”, explica el experto vaticanista.

Evidentemente, Milei advierte esa debilidad que el Papa parece sentir por él y se entrega manso, como lo hizo en la ceremonia de Mama Antula.

Por la misma línea espiritual se desliza Karina, la hermana secretaria de la Presidencia que todo lo ve y todo lo controla.

“A Francisco también le intriga Karina, esa hermana protectora, pero le gusta y la va a alentar para que mantenga esa postura”, dice el hombre, caminante de las oficinas sagradas.

Por eso, no sorprende la frase más mentada de la gira santa por Israel y el Vaticano. “Gracias por ayudarlo a éste”.

La hermana seria y responsable que debe vigilar que al presidente pasional no se lo lleven las corrientes de esa argentinidad desbocada.

Con la calma de los grandes momentos y el optimismo que traía del día anterior, Milei arrancó la audiencia oficial con el Papa describiendo sin ahorrarse nada de la desmesura del derrumbe económico argentino.

Lanzó rayos y centellas contra Alberto Fernández y Cristina Kirchner por la herencia recibida, pero se guardó lo mejor de su artillería para castigar a la última versión de ese demonio al que llama la casta: los diputados y los gobernadores que le pusieron una inyección de cianuro a la Ley Omnibus.

No quieren entregar ninguno de sus privilegios”, tiró sobre la mesa ancestral del Vaticano.

Dicen que a Francisco le brillaron los ojos. Es que al Papa también le gusta despacharse contra algunos adversarios personales. A veces son los dirigentes políticos; a veces son los banqueros; a veces son los dirigentes más conservadores de su propia iglesia. Se mete en peleas que habría podido evitar, y que le restan más de lo que le suman. Ahí es donde surge la familiaridad y la simpatía con Milei el Terrible.

Está claro que no podía regalarle a Milei la confirmación del demorado regreso a la Argentina.

La salud dirá si el viaje es posible en el segundo semestre. Además, quiere ir también al Uruguay lo que agrega una complicación adicional porque el país tendrá elecciones presidenciales el 27 de octubre.

Una operación de colon; los pulmones afectados; sus rodillas que lo castigan con el dolor y una gripe que va y viene en el invierno romano. Demasiados condicionamientos para un hombre de 87 años.

Claro que ninguna de sus dolencias, que sobrelleva con mucho estoicismo, le impidió al Papa hacer su jugada con el invitado Milei. Si el presidente argentino se llevaba la victoria de su simpatía, Francisco quería también dejar en claro sus dos planteos sobre la Argentina. Si Milei ganaba; él también. El resultado de la cumbre del Vaticano debía ser un win win.

Primero la situación social. Le concedió a Milei que su ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, contara cómo iba a socorrer a los más pobres durante el ajuste fiscal inevitable. Pero pidió por ellos y por los menores también.

La pobreza de los niños de 0 a 14 años, superior al 60% en esta Argentina inaudita del post kirchnerismo, es una de sus grandes preocupaciones. “Hay que trabajar mucho ahí”, les explicó el Papa. Y ellos asintieron, claro.

Y después vino el punto más sensible. El del consenso político. Francisco había puesto una frase de la Biblia en la ceremonia de Mama Antula que parecía casual. Pero en el universo del Papa, el jesuita, el Jorge Bergoglio de Flores, nunca nada es casual.

Hay que avanzar hacia lo que nos une; hay que superar lo que nos separa”, fue la frase del domingo. Y en la audiencia vaticana volvió a insistir con el tema. Sabiendo las ganas que Milei tiene de lanzarse a la batalla contra los que le frenaron su ley inicial

Tranquilo, es el mensaje del Papa. ¿Será por eso que el Presidente le puso un poco de hielo a su proyecto a armar un bloque único con el PRO y Mauricio Macri? Se verá en los próximos días.

Pero la sugerencia que se lleva el Presidente emocional del Vaticano es hacer el esfuerzo de abrir el diálogo.

Milei dejó el Palacio Apostólico con una sonrisa de oreja a oreja. En un rato se iba a reunir con Giorgia Meloni, la mujer fuerte italiana que lo llama “un oumo affascinante”.

Los abrazos y las señales del Papa lo llenaron de energía. Pero, claramente, también lleva anotadas sus advertencias. El presidente argentino ha logrado mucho en apenas tres años de política. Tres años.

Por eso, no está mal aprender de otro argentino que cortó la cabeza de un centenar de cardenales para convertirse en el jefe de los católicos. Más de dos mil años de sabiduría acumulada son un tesoro que ningún dirigente político con ganas de permanecer en el tiempo debería despreciar. Otra que las fuerzas del cielo.

 

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