Dos semanas de vacaciones y dos de restricciones

Y para aplanar la curva toda la sociedad tiene que embarcarse en cuatro semanas de un comportamiento de casi confinamiento, no coercitivo sino voluntario pero con pautas claras que permitan dejar al virus sin la chance de saltar de una persona a la otra de manera de frenar la circulación comunitaria del virus. Es un esfuerzo cuando todos estamos cansados. Pero también cuando la muerte de una persona tan pública y carismática como el periodista Alberto Sonsol tiene a la gente especialmente sensibilizada, por si no alcanzaran las ya casi de 900 personas fallecidas y la situación de peligrosa ocupación de camas de los CTI.

La vacunación será la herramienta que dará la victoria final. Pero mientras el costo humano puede ser terrible. Hay que hacer algo cualitativo para aplanar la curva. Y eso cualitativo entiendo puede hacerse de una manera relativamente amigable a través de un período de feriado extendido aprovechando la semana de Pascuas que está comenzando.

En el comienzo de una semana que puede ser un quiebre favorable, o todo lo contrario, parece ser crucial aprovechar este momento y duplicar la semana de pausa, es decir agregarle una segunda semana que pueda considerarse de vacaciones en algunas áreas, típicamente el comercio presencial y el transporte. Como si se tratase de  adelantar la lógica de las vacaciones de julio. Particularmente en los centros de enseñanza. Dos semanas de vacaciones.

A pesar de que en los medios se hable de 500 mil personas vacunadas, todavía no hay nadie vacunado. Pero sí hay 500 mil personas que ya recibimos la primera dosis. En estas dos semanas habría que redoblar esfuerzos para llegar a la mayor cantidad de gente posible que reciba la primera dosis y en la primera quincena de abril que la mayor cantidad de gente reciba la segunda dosis para que en mayo se empiece a doblegar la pandemia.

Por un lado, es claro que hay que ir a medidas más fuertes que permitan tener la menor interacción social posible. Estas son vacaciones con condiciones. No son para bailes ni para fiestas, ni para aglomerarse en una playa. Pero si para que los núcleos familiares y en particular los niños puedan estar en contacto con la naturaleza, como típicamente son las semanas de Pascuas. Puede ser el trekking, puede ser caminar en la playa que tiene poca concurrencia, ir a comer un asado a un arroyo en familia, o simplemente quedarse en casa tranquilamente con los seres más cercanos. Descansar y evitar todo riesgo.  Evitar  todo tipo de aglomeración y contacto.

Para quienes disfrutan tradicionalmente de los paseos al aire libre es la ocasión de hacerlo por duplicado. Para quien puede teletrabajar, nada se lo impide en tanto evite interacciones. Para quien debe ganarse en una feria, se debería volver a a activar lo más posible la aplicación feria.uy que permite optimizar el delivery y por supuesto poner controles para que nadie vaya a una feria sin tapabocas.  La producción de alimentos debe seguir por ser de primera necesidad y por las zafralidades imprescindibles que tienen que llevar adelante las cosechas. Pero debe limitarse lo más posible la actividad comercial, los espectáculos, todo lo que en un feriado hace pausa  y en particular el transporte colectivo que no sea estrictamente imprescindible.

En el comercio bajo techo, debería evitarse el comercio prescindible, deberían cerrar por un mes los shoppings y en los supermercados debería volver a plantearse un aforo reducido y que la gente haga cola al aire libre.

Debería explorarse la subvención del uso de internet durante un mes para promover el teletrabajo y promover un ingreso especial de dos meses para quienes se ven perjudicados económicamente por un feriado ampliado. 

Así como estamos en un mes de vacunación de ganado en el que no se puede movilizar ganado o realizar ferias, se debería instrumentar un mes de vacunación masiva y de llevar la inmovilización voluntaria ( pero con pautas claras) lo más lejos posible.

Debe por el contrario pedírsele al cuerpo médico el esfuerzo adicional de trabajar en estas semanas como si la Pascua no existiera. Son los soldados que vienen llevando una tarea heroica que se reconocía más al comienzo de la pandemia y de alguna manera tangible pero también simbólica deben ser reconocidos. Ahora si deberían tener un aplauso masivo de la gente y seguramente una sobrepaga porque están sobre exigidos y sobre arriesgados.

Dos semanas de vacaciones seguidas de dos semanas de un esfuerzo final de toda la ciudadanía, ya con clases virtuales y avanzar en la vacunación para que abril construya la meseta y mayo permita ir avanzando en el final de esta pesadilla que  hoy está en el peor momento de su trama.

Durante dos semanas dedicarnos  a los seres más cercanos, a conversar, a cocinar, a leer, a escuchar música, a planificar su 2021 a caminar o correr guardando las distancias.

Estamos cerca del abismo cuando la solución está a punto de llegar. Esa pausa vacacional de dos semanas debería ir acompañada de un regreso a la normalidad laboral con el mayor confinamiento posible. En homenaje a los que han caído, a los que están batallando contra la enfermedad y para acelerar el momento en el que podamos estar aliviados de ver que el riesgo para todos empieza a bajar.

Esto acompañado de una regionalización que además pueda bloquear lo más posible a las zonas más complicadas típicamente las que están en la frontera con el caótico Brasil, desde donde además nos invade la nueva cepa P1 más peligrosa que las originales.

La gente tiene que volver a tener la plena percepción del riesgo y los más vulnerables deben recibir un apoyo económico para que puedan cumplir con las precauciones socialmente necesarias. Dos semanas de “vacaciones especiales” y dos semanas de “precauciones especiales” para lograr un mes de pausa que frene a la ola y haga que esta sea definitivamente la última oleada de enfermedad que golpea a Uruguay.

En definitiva seguir las recomendaciones que ha elaborado ya no solo el GACH sino el equipo del Observatorio socioeconómico y comportamental que se ha formado para contribuir desde las ciencias sociales a convertir en acciones estratégicas el trabajo de los científicos que enfrentan la pandemia desde la biología.

En estos días ha sido muy claro el sociólogo Fernando Filgueira, que coordina este Observatorio, explicando la importancia de hacer un corte radical de las actividades normales durante cuatro semanas, cuyas palabras vertidas en los programas En Perspectiva y Fácil Desviarse parecen dar pautas desde las ciencias sociales respecto a lo imperioso tanto de hacer un parate como de dar un soporte económico a los perjudicados. Escuchar a este Observatorio parece clave para encarar el último esfuerzo necesario para minimizar el daño que inevitablemente todavía está por delante.