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El Banco Central de Japón sacude a los mercados financieros globales

El 2022 será recordado como el año de los bancos centrales
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04 de enero de 2023 a las 05:04

Sin lugar a dudas este 2022, que finalmente culminó, será recordado por muchas cosas y una de ellas será el año de los bancos centrales. Esto tiene que ver con que las autoridades monetarias, que hace tiempo venían respaldando la economía, y en particular a los mercados financieros globales, cambiaron de rumbo y les soltaron la mano. El motivo, obviamente, fue la necesidad de subir las tasas de interés para combatir la inflación desatada en buena parte del mundo.

El tightening como se le conoce, implica que los bancos centrales llevan adelante una política monetaria de tipo contractiva, que sube tasas de interés, deja comprar bonos (revierte el quantitative easing) y pasa a venderlos y así desarma su balance. Las consecuencias de este cambio de postura, son colosales para la economía global. Pensemos, por ejemplo, que la tasa de interés que pagan los bonos del tesoro americano, representa para el resto del mundo, la tasa de interés libre de riesgo, ya que la probabilidad de impago de un bono emitido por Estados Unidos es muy cercana a cero, y por ende, constituye el piso al que se endeudan los países del resto del mundo (quitando a Europa y Japón), entre ellos Uruguay. Ni que hablar de las corporaciones y las familias. Encarecer el costo del dinero (subir tasas) tiene un efecto contractivo en el nivel de actividad económica, más importante aún, si todos los bancos centrales del mundo hacen lo mismo, imagínese el lector como termina la obra.

Sin embargo, a esta gran obra, que podríamos clasificar como tragedia, le faltaba un actor protagónico que no quería (ni quiere) asumir su papel ¿pánico escénico quizá?, pero que finalmente entró en escena: el Banco Central de Japón.

¿Qué hizo el BoJ? Durante el 19 y 20 de diciembre, el Banco Central de Japón celebró su Reunión de Política Monetaria, donde decidió mantener el control de la curva de rendimiento (yield curve control) con objetivo de tasa de corto plazo de -0.1% y objetivo de tasa de largo plazo de 0%. Una pequeña digresión, el control de la curva de tipos implica que el banco central fija como objetivo una tasa de interés a más largo plazo y compra o vende tantos bonos como sea necesario para alcanzar dicha tasa.

Así como mantuvo el control de la curva, hizo lo mismo con los programas de compra de activos, y también mantuvo el guidance (orientación a futuro de la política monetaria), que está muy influenciado por lo que suceda a nivel de COVID-19. Nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, la sorpresa a nivel de los mercados tuvo lugar cuando el banco central anunció que había decidido ampliar la “banda de intervención” para el rendimiento del bono a 10 años de ±0.25% a ±0.50%. El gobernador Kuroda había negado previamente la idea de ampliar la banda, y el BoJ también había publicado su propio análisis que mostraba que esta debería mantenerse en ±0.25%. Además, se anunció que el BoJ realizará operaciones a tasa fija al 0.50% todos los días hábiles, cuando antes las realizaba al 0.25%, entre otras medidas.

El BoJ justificó el cambio señalando que el funcionamiento del mercado de bonos ha empeorado bastante en los últimos tiempos y dado que el rendimiento de los JGB (Japanese Government Bond) sirve como base para las tasas de interés de los bonos corporativos, préstamos e instrumentos similares, al banco central le preocupa que la emisión de bonos corporativos pueda verse afectada negativamente si esta situación persistiera. Por lo tanto, el banco cree que mejorar los efectos positivos de ampliación de la banda contribuirán a la sostenibilidad de la política monetaria.

Durante la conferencia de prensa, Kuroda enfatizó que la decisión no puede clasificarse como tightening, sino que apunta a mejorar la funcionalidad del mercado. Además, agregó que el BoJ cree que aún llevará tiempo lograr alcanzar la meta de inflación de 2% de manera estable, y enfatizó su intención de continuar con la relajación monetaria. Aun así, independientemente de la preocupación por el correcto funcionamiento del mercado de bonos y demás, el énfasis del BoJ en su política monetaria ultra laxa estaba perjudicando gravemente al yen (una de las monedas más depreciadas en 2022 a nivel global, -13% vs el dólar).

A su vez, está el hecho de que el mandato de Kuroda al frente del BoJ termina en unos meses, a inicios de abril de 2023 para ser precisos, por lo que, en vista de mayor actividad especulativa en torno a los bonos japoneses, parece lógico que el banco quiera preparar mejor el terreno para tiempos algo más turbulentos.

La reacción de los mercados fue inmediata, los yields (rendimientos) de los bonos subieron acercándose al 0.50% (mayor nivel desde 2015), el yen se disparó cerca de un 4%, registrando (brevemente) su mayor ganancia desde 2009 mientras que las acciones japonesas cayeron inicialmente -2.50% aprox, a excepción de los bancos que registraron fuertes alzas. Pero más importante aún, fueron las consecuencias para el resto del mundo, con una rotación a nivel de los inversionistas que empezaron a comprar bonos soberanos japoneses para lo cual se deshicieron de bonos en dólares y euros (deuda soberana norteamericana y alemana fundamentalmente).

Como consecuencia, la parte larga de la curva soberana de Estados Unidos se pegó un salto de 30 basis, con el rendimiento del bono americano a 30 años saltando del entorno de 3.60% a 3.90% (hoy opera 3.78%). Esto no solo es importante para los bonos o la renta fija, ya que para valuar a las acciones o el equity, las tasas de largo plazo son clave, ya que si esta sube, generalmente todos los demás activos bajan. Así que estimado lector, por muy lejano que le parezca Japón y su política monetaria, es imposible que no le afecte.

Hay que tener en cuenta además que los japoneses son los mayores tenedores de bonos del tesoro americano después de la Reserva Federal, con un 11% del total… si el yield vuelve a Japón, sumemos además el aumento del costo de las coberturas de USD que hace menos atractivos todavía los bonos americanos para los japoneses, generando más presión vendedora sobre los primeros.

De cualquier modo, con la inflación en 3.7% interanual, marcando máximos de 40 años, los movimientos hacia un mayor endurecimiento monetario, lucen inevitables. Pero lo cierto es que el BoJ está enamorado del control de la curva de rendimiento, lo cual es un problema ya que, si los inversores no creen que el yield es lo suficientemente alto, la única forma de mantener el control es que el banco central siga comprando bonos. Y el BoJ parece que está dispuesto a seguir haciéndolo, ya que aumentó las compras mensuales de bonos del gobierno japonés (JGB) a $9 billones de yenes ($67.500 millones de dólares) por mes desde los $7.3 billones de yenes anteriores, pero desde un nuevo límite que es 0.50%, dado que (y Kuroda lo reconoció), el límite anterior de 0.25% había creado demasiada presión de venta sobre los bonos a 10 años. La pregunta obvia es, si el mercado le torció el brazo al BoJ obligándolo a subir el límite de la banda a 0.50% ¿Por qué no volver a intentarlo? En conclusión, de momento no es tightening en el estricto sentido del término, pero cada vez se acerca más a eso, lo cual, tratándose de Japón, significa mucho. Continuará…

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