Rodrigo Rato, junto a los colaboradores que lo acompañaron en Bankia.
Laura García

Laura García

Analista Financiera

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El caso Bankia: “Me llamaron para echarme frente a mis competidores”

El banquero explicó a El Observador España los logros y las dificultades que tuvo en su paso por la entidad financiera.
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13 de octubre de 2023 a las 11:39

Fue sobre el final de su carrera, cuando asumió el desafío pendiente de “ordenar” el universo de las cajas españolas, con una expansión intensa que había dejado vetustas algunas prácticas del sector, que Rodrigo Rato quedó atrapado en una telaraña de escándalos legales. Dos de las tres causas que lo involucran están directamente relacionadas con Bankia, o mejor dicho, la entidad que nació de la fusión de Caja Madrid con otras seis cajas. 

Este es su relato de aquel desastre, que terminó con el rescate de Bankia en 2012, lo que le costó en aquel entonces al Estado 22.500 millones de euros. Años más tarde, en 2020, sería fusionada con Caixabank. Pero la mirada de Rato de los hechos que llevaron a esa cornisa financiera difieren mucho de la versión oficial.

En todo caso, por la primera de las acusaciones, el delito de apropiación indebida de tarjetas opacas o black entre 2003 y 2012 fue condenado en febrero de 2017 junto al otro ex presidente ejecutivo de la entidad y a 63 directivos con penas que iban de los 3 meses a los 6 años. 

Casi dos años después, en noviembre del 2018, empieza el juicio por la salida a Bolsa de Bankia en 2011, que buscaba indagar cómo el banco llegó a una situación tan crítica sin que ningún sistema de control lo detectara. El tribunal absolvió a los 34 acusados en octubre de 2019. 

Pero la cicatriz de aquella humillación no desaparece. Aún cuando haya decidido no dar un paso al costado antes a pesar de los cambios de criterio continuos, la falta de claridad, la estrategia errática, por el compromiso que había asumido. Que lo acorralaran así, con sus competidores, y lo echaran. Eso, asegura, esa emboscada, le parece “injustificable”. 

- Volvió a España y siempre sintió, según leí, que participar de la modernización de las cajas españolas sería un desafío muy interesante para el final de la trayectoria de su carrera. Pero bueno, nunca imaginó que iba a terminar como terminó.

- Desde luego que no.

- Y alguna vez dijo que si hoy existieran las cajas, sería más fácil conseguir una hipoteca, ¿no?

- Sí, probablemente sí. Probablemente sería más fácil conseguir un crédito para las pequeñas y medianas empresas y para las familias. Sí, yo creo que sí. El oligopolio bancario tiene costos, como todos los oligopolios. Al final no tienes muchos sitios a dónde ir y tienes que aceptar las condiciones de los más grandes. 

Yo creo que las cajas tenían una penetración en el tejido social  regional de España, que es parecida a la que tienen en otros sitios, que era muy útil. Es verdad que las cajas habían tenido un crecimiento desordenado y quizás excesivo durante los primeros años del 2000 y que eso había que corregirlo. 

Y como pasa con muchas cosas en la vida pero con el dinero más, el tiempo es oro. Entonces cuando corriges demasiado tarde, a veces la corrección es muy dura. Eso coincidió con la crisis del euro, el Gobierno se puso nervioso, los dos Gobiernos que a mí me tocaron se pusieron muy nerviosos, no tenían un plan claro, cambiaban de opinión cada poco tiempo. Fíjese que a mí, cuando me exige la dimisión el Ministro de Economía, no es con el Banco de España, sino con mis competidores, eso fue creo yo una ocasión injustificable, porque claramente mis competidores no eran favorables a que a mí me fuera muy bien. 

- Recordemos que usted se hizo cargo de la Caja de Madrid, que se convirtió en Bankia y finalmente, después de todo el proceso, fue nacionalizada. 

- Vamos a ver. Yo me hice cargo de la Caja de Madrid en febrero del 2010. El 1 de mayo de 2010 el Banco de España me pide que me fusionara con Bancaja y otras cinco cajas. Hicimos la fusión durante el otoño del 2010 y la primavera del 2011. Hicimos unos saneamientos de los créditos inmobiliarios muy fuertes. 

En la primavera del 2011, el Gobierno que llegó a España cambió de criterio y decidieron que ya no eran los saneamientos las prioridades sino el capital. Pero nosotros habíamos dicho el saneamiento y como cualquier estudiante de contabilidad entiende, cuando saneas pierdes capital porque las pérdidas las saneas contra tu capital. 

Entonces tuvimos que salir a Bolsa en una situación dramática porque era el momento en que el euro estaba en crisis. Ninguna compañía nueva salía a Bolsa no sólo en España sino casi en Europa. Salimos con un alto precio de descuento en perjuicio de nuestros accionistas históricos pero salimos y conseguimos 3.000 millones más de capital.

- Fue como un 60% por debajo de su valor en libros…    

- Sí, que entonces parecía mucho pero ahora es lo normal en la banca europea.

No le dieron el tiempo suficiente además para semejante fusión, porque hay que digerir tantas entidades.

- Bueno, era el banco más grande de España. En noviembre, la Autoridad Bancaria Europea pidió más capital. En febrero, el nuevo Gobierno español, ahora con el señor Rajoy y el señor De Guindos, nos pidieron más provisiones esta vez. Nosotros pasamos el examen. El Banco de España nos puso para demostrar que estábamos haciendo las cosas en la ley. Pero el Gobierno no lo consideró suficiente y entonces, reunido con mis tres principales competidores, me echaron. 

Hubo una fuga de depósitos muy importante, el Gobierno tuvo que intervenir el banco, se corrigieron unas cuentas de manera irregular porque no se corrigieron conforme a las reglas contables, y el Gobierno aportó muchísimo capital, mucho más del necesario. Bankia pasó a ser el banco más capitalizado de España. 

Y unos años más tarde el Gobierno acordó fusionar, integrar Bankia en Caixabank y este año Caixabank tiene exceso de capital que va a repartir a sus accionistas. Esa es la historia. 

- Un gran desmanejo…

- Esa es una buena definición.

- ¿Por qué no se fue antes? Antes de que lo echaran.

- Primero porque creía que podíamos sacarlo adelante. Y segundo, porque ya había muchas personas que habían creído en el proyecto. Había seis cajas, siete con Caja Madrid, que habían hecho una fusión muy compleja, había muchas personas involucradas. Y yo la verdad es que no tuve el valor de decir aquí os quedáis, que es quizás lo que me hubiera convenido. Cuando vi que el Gobierno quería la fusión con la Caixa, ahí es cuando yo debí haberme quitado del medio. Pero no lo hice. 

 

 

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