En el ala sur del mayestático Palacio de Versalles ocurrió esta semana una nueva “revolución francesa”. Ocho de cada diez senadores y diputados —incluyendo a derechistas como Marine Le Pen— blindaron al aborto en la Constitución. En parte de Europa y América Latina, el gesto del Parlamento francés es visto como una “oportunidad” para que se expanda por occidente el “derecho fundamental de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos”, sin que un gobierno de turno pueda torcer ese derecho, como otrora se divulgaron los valores de libertad, igualdad y fraternidad.
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