El presidente Javier Milei el viernes, ante la Asamblea Legislativa, para abrir el 142° período de sesiones ordinarias del Congreso
Luis Majul

Luis Majul

Periodista y director de El Observador 107.9 y El Observador Argentina

Política > Ley de Bases

El Gobierno de Milei ofrece a los gobernadores restituir el impuesto a las ganancias

A cambio de que se apruebe la ley de Bases, el Gobierno volvería a presentar el “capítulo fiscal” que había sido retirado del proyecto original durante la discusión en la Cámara de Diputados.
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03 de marzo de 2024 a las 20:46

Cuarenta y ocho horas después del discurso de apertura de sesiones ordinarias más audaz y provocador del que se tenga memoria, el presidente Javier Milei reveló que tiene un as en la manga: ofrecer a los gobernadores los beneficios del “capítulo fiscal” que había retirado del debate el ministro de Economía, Luis “Toto Caputo, a cambio de que aprueben el corazón de la ley de Bases, casi sin modificaciones.

Por eso, el viernes, para que no se confunda “acuerdo” con “toma y daca”, atacó a “la casta” desde el principio. Y también los atacó para que entiendan que ahora negociará desde una posición de fuerza, parado de un lado de una nueva grieta: “la grieta moral”.

Por eso también, contra lo que suponían muchos, les puso nombre y apellido a los “jinetes del fracaso”: Cristina Kirchner, Sergio Massa, Máximo Kirchner, Pablo Moyano y Juan Grabois. Y para que nadie se confunda, tampoco se olvidó de mencionar al sindicalista docente Roberto Baradel.

Pero Milei no se engaña. Sabe que una cosa son los 51 puntos de rating que sumó la cadena nacional y otra la resistencia de “la casta” a cambiar su modo de vida.

Es más: cerca de la media noche, cuando todavía su círculo íntimo no se podía dormir, Milei les comentó, como al pasar: “no nos hagamos ilusiones, hace años que viven de la política, no creo que cedan sus privilegios en dos meses”.

En el recinto, por momentos, el silencio de los kirchneristas y sus franquiciados, los legisladores autopercibidos de izquierda, era atronador.

Mientras, los memes y los videos se viralizaban con una velocidad inusitada. Picó en punta, con mucha diferencia, el de la reacción de Máximo Kirchner cuando el presidente lo mencionó.

Qué curioso: el hijo de Cristina Kirchner tenía en su banca un viejo libro de Daniel Scioli, El otro camino.

Máximo Kirchner compitió, cabeza a cabeza, en popularidad, con el cachivache del diputado Mario Manrique, secretario adjunto del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor de la República Argentina (Smata), quien decidió permanecer de espaldas, para ver si podía robar un cachito de centralidad.

Enseguida se empezaron a viralizar otras imágenes, como las de Axel Kicillof, al lado del ex gobernador Adolfo Rodríguez Saá, junto a la palabra fracaso. O las del alter ego de Milei, Santiago Caputo, quien, al mismo tiempo que aplaudía a rabiar, parecía vigilar y controlar todo, mientras las barras libertarias cantaban “la casta tiene miedo” y “la casta no aplaude”.

Es obvio que quienes se creyeron eternos ahora están probando algo de su propia medicina. Por suerte, ya no les saldrá gratis patotear a cualquiera. Como no le salió gratis a “la militante” Inés Rodríguez, quien agredió a una señora mayor al grito de “estamos acá porque están matando de hambre a los jubilados”.

El viernes Milei tomó el consejo de Mauricio Macri cuando le sugirió que no cometa el error de no poner sobre la mesa “la bomba” que le dejaron. Puso negro sobre blanco lo que definió como “la peor herencia que ningún gobierno en la historia argentina haya recibido jamás”, a saber: una hiperinflación a punto de estallar, una pobreza que estimó en el 60%, un salario promedio actual de 300 dólares, al que comparó con el de los noventa, que había llegado a 1.800 dólares, el equivalente de lo que hoy serían unos 3.000 dólares; una “orgía de gasto público y emisión descontrolada”; una deuda “descomunal” con importadores y organismos internacionales de crédito; reservas negativas en el central por 11.200 millones de dólares; precios de la energía y el transporte reprimidos “hasta un quinto de su valor real”; una brecha de hasta el 200 por ciento entre el dólar oficial y el paralelo; un tercio de los trabajadores formarles bajo la línea de la pobreza; asistencia social manejada por organizaciones de izquierda “que les roban la plata a los pobres que dicen defender”; un país en el que hace 12 años no se produce un puesto de trabajo nuevo, mientras crecen el empleo público y el trabajo informal; y un sistema quebrado que en los últimos 10 años incorporó a casi 4 millones de beneficiarios sin aportes.

Milei habló de corrupción, y puso como ejemplo las denuncias sobre negociados con los seguros que pagaba el Estado bajo la presidencia de Alberto Fernández y los permisos de importación conocidos como SIRA que funcionaban durante la gestión de Sergio Massa como ministro de Economía.

También habló de la inseguridad, de argentinos abandonados a su suerte, de ciudades enteras rehenes del narcotráfico y de fuerzas de seguridad maltratadas. Del caos y desorden generados por los piqueteros, a quienes calificó de extorsionadores. Y cerró con un ejemplo dramático de inseguridad inducida: la suelta de presos durante la pandemia.

Milei sintetizó el gravísimo problema de la educación con dos datos fulminantes:la mitad de los chicos de tercer grado no entiende lo que lee y el 70% no puede resolver un problema de matemática básica.

El presidente no dejó títere con cabeza. Revoleó acusaciones genéricas y generalizadas. Ataques al voleo contra funcionarios del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, nacionales, provinciales y municipales; empresarios “prebendarios” que apoyan este modelo; medios que viven de la pauta oficial y formadores de opinión a los que llamó “ensobrados que eligen cuidadosamente a quién acusar y a quién no”.

El presidente anunció un “paquete anticasta” que hizo aplaudir a sus seguidores una y otra vez. El paquete incluyó el cierre de la agencia oficial Télam, el fin de la jubilación de privilegio para los cargos de presidente y vicepresidente, la ficha limpia, mandatos de cuatro años con una sola relección para los dirigentes sindicales, negociaciones libres por empresa y no por gremio, y hasta un cambio de regulación de la Administración Nacional de Aviación Civil para que ningún político pueda usar un avión privado salvo para cuestiones estrictamente oficiales.

La bomba política que venía anunciando llegó antes del final. Fue la convocatoria al Pacto de Mayo, en córdoba, para gobernadores y ex presidentes, sobre la base de 10 puntos a los que nadie, en su sano juicio, se debería oponer:

  1. Inviolabilidad de la propiedad privada
  2. Equilibrio fiscal innegociable
  3. Reducción del gasto del 25% del PBI
  4. Reforma tributaria
  5. Coparticipación federal de impuestos
  6. Acuerdo para la explotación de recursos naturales
  7. Reforma laboral
  8. Reforma previsional
  9. Reforma política
  10. Apertura del comercio internacional.

Pero el as que todavía tiene en la manga el presidente es de otra naturaleza. Se trata de una propuesta para que le aprueben una Ley de Bases bis, que incluya las facultades delegadas, las privatizaciones, las desregulaciones y el régimen de incentivos para grandes inversiones.

Si los diputados y los senadores la aceptan, Caputo volverá a presentar el capítulo fiscal número cuatro, que incluye, entre otras iniciativas, la reposición del impuesto a las ganancias y la nueva fórmula jubilatoria. ¿Para qué? Para que entonces las provincias puedan recibir, al final de la negociación, el equivalente a un punto del PBI. Es decir: aproximadamente 4 mil millones de dólares.

El mismo presidente se los transmitió al jefe de Gabinete Nicolás Posse y al ministro del Interior Guillermo Francos, así: “Los volveré a llevar al punto de inicio. Y tendrán que ceder, porque ahora saben con qué herramientas contamos para dejarlos expuestos”.

 

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