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El infierno según el cofundador de Microsoft
Todo comenzó en Nuevo México, en 1975. Paul Allen y Bill Gates fundaron Micro-Soft (el guión fue eliminado un año después) y vendían un intérprete de lenguaje BASIC. Por US$ 50 mil compraron el sistema operativo que iba a suministrar las nuevas computadoras de IBM y desde ese momento las ganancias se dispararon, o al menos las económicas.
Porque en 1983 a Allen le diagnosticaron la enfermedad de Hodgkin y tuvo que abandonar la empresa. Luego de un transplante exitoso de médula ósea, el cofundador de Microsoft volvió a la firma en 1990.No obstante, en setiembre de 2000 abandonó todos los cargos que ocupaba y, del 40% que poseía, pasó a 1%.
Naturalmente, el 1% de Microsoft es más que suficiente para comprar a los Seattle Seahawks, ser dueño minoritario del equipo de la Major League los Seattle Sounders FC, tener un estudio de grabación en casa y financiar un museo dedicado a Jimi Hendrix. También le fue suficiente para desarrollar un admirable historial de ayudas benéficas y creación de fundaciones.
En la actualidad, Allen es una de las personas más ricas del planeta (su fortuna se estima en más de US$ 13 billones) y, tras el llamamiento hecho por Gates a los billonarios, ha accedido a donar más de la mitad de su haber a causas filantrópicas.
Todo esto era lo que se conocía, hasta que llegó el libro The Idea Man: a memoir by the cofounder of Microsoft ("El hombre de la idea. Memorias del cofundador de Microsoft"). Aunque Allen nunca fue proclive a dar entrevistas, aceptó discutir el contenido de sus páginas en el programa de Lesley Stahl 60 Minutos y con ello sacó a relucir un escandaloso mar de fondo.
Se creía, por ejemplo, que Allen y Gates mantenían una relación amigable desde la juventud. Pero la nueva biografía deja en claro que Allen fue víctima de ciertas injusticias que llevaron al mundo a creer que Gates era el número uno detrás de la compañía y Allen el número dos.
El autor de The Idea Man reclama que fue él el responsable de muchos de los proyectos que llevaron a Microsoft a la cumbre del universo informático.
Además, declara que Gates es autoritario y que no tolera las opiniones ajenas, pero esto no es lo peor. Al parecer, en 1983 descubrió que su supuesto amigo tramaba deliberadamente reducir el poder de Allen en la compañía. Para lograrlo pensaba aumentar las acciones de la empresa para comprarlas él mismo y así disminuir la porción de su colega. La jugada fue tanto más hiriente para Allen en cuanto era la época en que luchaba contra su enfermedad.
Por eso, en sus propias palabras, “fue un oportunismo mercenario, lisa y llanamente”. En otra oportunidad alegó de Gates: “Mi compañero está dispuesto a conseguir la mayor parte del pastel como fuera posible y no soltarla”.
Descripciones como éstas adornan varias páginas de la biografía y, sin embargo, Allen insiste en que la obra no significa una venganza contra su antiguo camarada. Por lo demás, recientemente Allen demandó a Apple, Google, AOL, Facebook, ebay, Yahoo y You Tube, entre otros, por utilizar herramientas cuyas patentes le pertenecen.
La entrevista que mantuvo Allen con Stahl puede verse en YouTube y el libro puede adquirise en Amazon por US$ 15. Por su parte, Gates no ha declarado nada aún y parecería que no ha hablado del tema con su ex amigo.
