El gobierno uruguayo pagará demasiado caro la neutralidad esgrimida ante la crisis que vive Venezuela. Hay una cosa cierta. No se puede ser demócrata y al mismo tiempo defender el régimen dictatorial que lidera Nicolás Maduro en Venezuela. Es literalmente imposible. Algo tan absurdo como ser al mismo tiempo ateo y creyente. O para simplificarlo para quien no quiera entender: ser hincha por igual de Nacional y Peñarol. Resulta tan absurdo el último ejemplo como la posición del partido de gobierno en el Uruguay.
Pareciese que el Frente Amplio tiene una papa en la boca para decir con todas las letras y en mayúscula que Venezuela es una dictadura tan o más opresora que la uruguaya, argentina o chilena en la década del setenta.
Un rápido paneo de las declaraciones revelan permanentes señales de apoyo al régimen de Caracas. Por ejemplo, las de la senadora Constanza Moreira. O las de conspicuos dirigentes sindicales uruguayos lame botas de Maduro y hasta imágenes del expresidente Mujica con la campera militar del ejército de Venezuela.
Peor aún fue la triste posición del presidente del Frente Amplio, Javier Miranda quien pretendió trivializar las voces de la oposición uruguaya diciendo una sandez, impropia a alguien que luchó para esclarecer lo que sucedió con los detenidos desaparecidos.
“Parece que los partidos de las oposiciones están utilizando esta herramienta como una herramienta política y están mucho más preocupados de ver si pueden conseguir diez votos más para las próximas elecciones de octubre”, sostuvo Miranda, subestimando la mayoría demócrata y republicana que hoy se expresa desde la oposición contra Maduro.
La neutralidad expresada por el gobierno uruguayo es la última argolla de la cadena que lo ata a la fallida revolución bolivariana, hija de la fracasada revolución cubana. No se puede ser neutral cuando un pueblo es oprimido, hambreado y estafado por una banda de tiranos de baja estatura moral.
El final de la carta del presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, a los gobiernos de México y Uruguay es elocuente. “En este momento histórico que atraviesa nuestro país, ser neutral es estar del lado de un régimen que ha condenado a cientos de miles de seres humanos a la miseria, al hambre, al exilio, e incluso a la muerte. Es ponerse del lado de unos pocos que han secuestrado al poder para su beneficio propio, y que se han demostrado capaces de perseguir, torturar y hasta asesinar para mantener esos privilegios. Por ello, acudimos a su conciencia y a sus valores democráticos, a sus valores humanos para que reflexionen y se coloquen del ludo correcto de la historia…”.
Queda poco por agregar. Al final para el Frente Amplio y el gobierno uruguayo se trata de una decisión sobre en qué lado de la historia quieren quedar. Lo triste de la situación es que parece que la posición neutral del gobierno está tomada ante presiones de un sector del partido de gobierno que si se siente afín al socialismo del siglo XXI y a la forma de implementarlo y de otros sectores que no quieren que salgan luz los muchos negocios que se hicieron con Caracas, que de públicos complicarían electoralmente la posibilidad de un cuarto gobierno.
Tristes argumentos para quedar del lado equivocado de la historia siendo uruguayos.
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