Hace casi diez años alguien robó los famosos zapatos de rubí utilizados durante el rodaje de la clásica versión de Hollywood de El Mago de Oz por el personaje de Dorothy. Las zapatillas se encontraban en el museo de Judy Garland en Minnesota, Estados Unidos.
Ahora parece que un coleccionador fanático de la historia y de la película está decidido a recuperar los zapatos y ofrece un millón de dólares a cualquier persona que pueda dar con el paradero de los mismos o pueda identificar a su actual poseedor para iniciar las negociaciones correspondientes.
"En un principio no creíamos que la oferta fuese legítima" comentó a la prensa el vocero del museo Rob Feeney. "El supuesto fanático quiso mantenerse en el anonimato. Cuando nos comunicamos con él solamente nos comentó que es un gran fanático de la historia y que vive en Arizona" comentó.
El postor está más que decidido a ponerle punto final a este misterio que ni el museo ni la policía pudo resolver y que conmocionó a un estado entero que admira al mundo mágico de Oz y que está orgulloso de que Judy Garaland, quién protagonizó a la pequeña Dorothy en 1939 cuando solo tenía 16 años, haya nacido allí.
Cada año, los emblemáticos zapatos eran prestados al museo por su dueño original Michael Shaw, un coleccionador muy prestigioso en Estados Unidos. Cuando la institución le sugirió a Shaw guardarlos en la caja de seguridad este se rehusó porque prefería que las piezas no fueran tocadas durante el traslado diario de la vitrina hasta la caja fuerte.
Por este mismo motivo, Shaw fue el encargado de colocarlos en un podio dentro de una caja de cristal a tan solo un par de metros de una ventana que daba a la calle y desde ese entonces nadie más tuvo autorización de tocar o trasladar las zapatillas.
Fue entonces que en agosto del 2005, mientras toda la atención de la gente en Minnesota se centraba en el huracán Katrina (que golpeó las costas de Luisiana), esa misma ventana cercana al podio y la caja de cristal fueron abatidas por un bate de baseball y pocos minutos después los zapatos desaparecían y sus ladrones no dejaban rastro.
"Hasta el día de hoy nos seguimos reprochando el hecho de no haber guardado los zapatos en la caja fuerte" declaró Jon Miner, uno de los miembros del consejo ejecutivo del museo.
A pesar de las diversas investigaciones, la policía nunca pudo dar con los culpables. "La gente del pueblo sabe que solo fueron un grupo de adolescentes" explicó Feeney. Incluso estaba tan confiados en esa teoría, y que los zapatos aún estaban en la ciudad, que ofrecieron 250 mil dólares de recompensa apenas desaparecieron apostando a que los adolescentes infractores devolverían las piezas. Pero ala realidad es que nunca hubo siquiera atisbos de que fueran a ser devueltos.
Ahora, 10 años después del robo, la esperanza de que aparezcan regresa.
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