Manic Street Preachers
Sebastián Auyanet

Sebastián Auyanet

Shuffle

El pop rock anti naíf como bandera

Los galeses, grandes losers de culto de la escena británica, siguen produciendo canciones de pop rock que cruzan sociedad, introspección, empatía y sentido común
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26 de julio de 2013 a las 00:00

Hace unos ocho años, cuando conocí la música de un grupo gales de raíz troskista que cantaba sobre la lamentable vida felizmente digitada que llevamos todos, no conecté. A design for life, canción del disco, tenía para mí un corte demasiado melodramático y cargado. Así los veían, por ejemplo en Estados Unidos, entre los años 1990 y 1994, cuando tras editar tres discos se habían hecho un nombre en el Reino Unido despreciando al movimiento shoegaze de grupos como My Bloody Valentine o el movimiento Madchester de los Happy Mondays y otros.

Pero no quiero ir a la historia en este post. Decía que los Manic Street Preachers tardaron tiempo en conquistarme. A design for life, una canción que el director de cine Nani Moretti bien podría resumir en una frase (dijo alguna vez "hemos organizado nuestras vidas de una forma horrible"), y que además se arma de líneas de queja social ("Las librerías nos dieron poder, el trabajo nos liberó, qué precio hay que pagar por un poco de dignidad") que suenan sobre una base baladística y con un estribillo que se queda pegado.

Con el tiempo, fui entrándole más a los Manic Street Preachers y a entender los atípicos caminos compositivos de una banda cuyos dogmas han definido lo mejor de su obra. Desde su origen, los galeses mantuvieron una línea de pretensión muy intelectual (homenajes a Vincent Van Gogh, citas a Albert Camus, etcétera), pero con el paso de los años y los discos demostraron que todo ese encare era muy poco impostado. Se trata de una banda que además ha tenido una génesis y una serie de pérdidas que caminan más allá de la leyenda. Por ejemplo, aún pesa el misterio sobre la desaparición de Richey James Edwards, quien era letrista del grupo y subía a tocar con ellos con la guitarra desenchufada (no sabía tocar), y que después de varios problemas con la anorexia y la automutilación, terminó desapareciendo. A día de hoy, no se sabe qué fue de él, más allá de que su coche quedó estacionado al costado de un río.

Sin embargo, los Manic Street Preachers siguieron, quizá leyendo el libro de lo que en su momento pasó con los integrantes de una de las bandas referenciales para ellos, Joy Division. Los Manics continuaron con la producción de canciones marcadas por una mirada sin concesiones hacia la nostalgia por el tiempo perdido y una auténtica decepción sobre los tiempos que corren.

De todo eso me acordé ayer, al encontrarme con este video que dejo aquí, en la cabecera del post. Review the film es una personalísima canción interpretada por el gran crooner británico de los últimos años, Richard Hawley. Aquí, el cantante personifica a alguien en una etapa de su vida en la que lo mejor ya quedó atrás. El video le hace muchísima justicia a la canción, que prueba por qué estos galeses siguen justificando la continuidad de su existencia.

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