Los equipos de limpieza realizan una tarea tan titánica como imprescindible para salvaguardar este hábitat que la basura destruye
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El santuario de aves en la isla del Golfo de Fonseca bajo desechos plásticos

Hasta allí llegan miles de aves migratorias para reproducirse, pero también es sitio de peces, moluscos y reptiles. Todos ellos están amenazados por la cantidad enorme de botellas de plásticos y otros desperdicios tóxicos que llegan desde los ríos afluentes que atraviesan pueblos y ciudades de Honduras, El Salvador y Nicaragua
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02 de agosto de 2023 a las 05:03

La escena es dantesca: mientras una garza recién nacida agita sus alas luego de romper el cascarón dentro de su nido, alrededor, botellas de plástico, redes viejas y otros desperdicios forman una enmarañada y mortal escenografía en una isla del Golfo de Fonseca, en el Pacífico centroamericano, la llamada Isla de los Pájaros.

Esta isla, de apenas 2,5 hectáreas, forma parte de la reserva de la Bahía de San Lorenzo, en el paradisíaco golfo de aguas turquesas que El Salvador comparte con El Salvador y Nicaragua. Allí, cientos de miles de aves marinas llegan a reproducirse, desovar y alimentarse. El lugar es el propicio para que garzas, gaviotas, pelícanos, fragatas, espátulas rosadas y otras aves alboroten con su concierto de sonidos en los nidos construidos entre las ramas de los manglares. Por ahora, sólo por ahora.

Rodeando los nidos hay docenas y docenas de desperdicios plásticos que no dejan de llegar flotando hasta la isla desde tierra firme; basura que es arrojada a los ríos que cruzan las ciudades y los pueblos linderos de Honduras y, eventualmente, de El Salvador y Nicaragua.

El golfo, de 3.200 kilómetros cuadrados, alberga una docena de islas e islotes que, en décadas pasadas, fue escenario de disputas territoriales, y donde desembocan cinco ríos que cruzan los países ribereños.

Limpiar la basura que llega a las islas es una tarea tan titánica como indispensable y perentoria. Para ello se unieron la ONG Comité para la Defensa y Desarrollo de la Flora y Fauna del Golfo de Fonseca, el Instituto de Conservación Forestal de Honduras (ICF) y los municipios costeros de San Lorenzo y Marcovia, donde hay decenas de aldeas de pescadores.

Hasta allí llegan, en una barcaza desde el puerto hondureño de San Lorenzo, una veintena de funcionarios y voluntarios. Se internan en la isla bajo el sol abrasador y retiran de entre los arbustos de mangle, envases de plástico, botellas de vidrio y otros desperdicios. Las bolsas de residuos apenas dan abasto, luego serán trasladadas a los basurales de los municipios de San Lorenzo y Marcovia.

La técnica ambientalista del ICF, Helen Castillo, cuenta a la agencia de noticias AFP que “estos desechos sólidos tardan años en degradarse”. Mientras otro técnico, Carlos Zorto, de la ONG, señala que “en el Golfo hay cinco de las siete especies de mangle que existen a nivel mundial, entonces es uno de los objetos de conservación dentro del área protegida”. Y agrega que “es de suma importancia la protección de estas áreas por la gran diversidad de especies vegetales que se prestan para que se lleve a cabo el proceso de reproducción de las aves”.

Además de las aves migratorias, el Golfo de Fonseca es refugio de variedades de peces, como robalos y pargos; de cangrejos, camarones y varios moluscos, y reptiles, como iguanas y garrobos.

Mucha de la basura arrojada a las calles de ciudades y pueblos del centro y sur de Honduras termina su recorrido en los ríos, que la transportan hacia el mar, dice Castillo. “Vimos tortugas marinas que en el orificio de la nariz llevan incrustado un tenedor o una cuchara plásticas, y eso las lleva hasta la muerte, inevitablemente”, agrega.

Las mareas arrastran los desechos hasta las islas y allí se produce el desastre ecológico, señalan los técnicos afanados en la búsqueda de botellas y redes y toda la basura que llega.

Adán Rivas, el jefe del proyecto de limpieza, dice que recolectarán desechos con miembros de comunidades costeras para lograr “una acción de mayor alcance”. Y agrega a AFP que “somos los que recibimos el mayor impacto al ser países vulnerables, y en este caso, en Honduras, estamos viendo sequías, inundaciones y la disminución de algunas especies marinas”.

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