La derrota electoral del peronismo puso al gobierno en estado de alarma, como dejó en claro Alberto Fernández con su frase: "Evidentemente, algo no habremos hecho bien para que el pueblo no nos haya acompañado". A su lado, Cristina Fernández de Kirchner se mantuvo callada pero su gestualidad fue acaso más elocuente que la del presidente: no pudo disimular la desazón y el enojo, con lo cual abonó los rumores sobre discusiones fuertes tras bambalinas, incluyendo acusaciones cruzadas sobre quién era principal responsable de la derrota.
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