TedxMontevideo

Empresarios uruguayos que brindan charlas memorables: ¿Cómo las preparan?

Ejecutivos, emprendedores, empresarios y expertos en oratoria dan consejos sobre cómo hablar en público

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03 de abril de 2019 a las 05:00

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Algunas son un somnífero. Otras, actúan como una inyección de sabiduría. Hay charlas o conferencias que inspiran y otras que generan conflictos internos o provocan algunas risotadas. 
Con la proliferación de charlas y conferencias de todo tipo y temática, sentarse a escuchar a empresarios, ejecutivos o emprendedores hablar de lo que saben se ha vuelto una actividad muy corriente en Uruguay.

Algunas de estas personas son vistas como seres iluminados –literalmente– con una capacidad inalcanzable para transmitir conocimientos e improvisar; se les adjudica el don de la palabra y muchas otras cualidades. Sin embargo, no improvisan del todo ni cuentan lo que saben a la ligera. Hablar en público, va mucho más allá de pararse frente a un grupo de personas y abrir la boca.

El jefe de DragonBox y docente universitario, Gonzalo Frasca, lo tiene bien claro. Su charla de Tedx “Los videojuegos enseñan mejor que la escuela” fue vista más de 456 mil veces en Youtube. Puede considerarse como el momento más visible de su faceta como orador profesional (ha dado charlas por todo el mundo).

Para Frasca, “el gran problema de la oratoria es que te hace pensar que es un tema de hablar, pero en realidad es de tener muy claro qué querés decir” y cómo, para que sea asimilable, digerible, agradable y desafiante para el público al mismo tiempo. 

Pexels

“Todos sabemos escribir y eso no quiere decir que nos dé el derecho a redactar leyes, o a entrevistar a políticos. Hay una responsabilidad y lo más trágico es que no enseñamos a comunicar. Enseñamos ortografía y gramática, que es importante, pero más importante es hacerse entender”, subrayó. 

Hay expertos que se dedican a enseñar oratoria en Uruguay, y a quienes recurren ejecutivos y empresarios. Algunos de ellos son Daniel Ríos y Gustavo Rey. Para Rey, las oportunidades laborales actuales requieren de esta habilidad social. 

“El ejecutivo, emprendedor y líder de hoy está viviendo en un momento donde no comunicar es imposible” dijo. Agregó que “si uno aprende a argumentar, defiende bien cualquier idea o proyecto”, además de que saber hacerlo aporta seguridad en uno mismo. 

Según Ríos, el objetivo de la oratoria es “transmitir ideas de la mejor manera posible”. Para eso, dijo, no basta con saber de una temática; es igual de importante saber llegar al público en cuestión, que puede ser desde un equipo de trabajadores hasta un auditorio repleto. “Muchas de las personas que vienen creen que hablar en público es un don que algunos tienen y otros no. Pero es algo que se aprende y que cualquiera puede aprender”, señaló.

A Rey, conocido comunicador radial dueño de una voz muy particular, la propia experiencia lo terminó llevando a enseñar oratoria tanto de manera personal como a través de la docencia. Prepara también a quienes tienen que dar charlas en TedxMontevideo. 

Un temor común

Gustavo Rey recordó que era de los que se sentaban al fondo del salón de clases y no levantaba la mano ni por casualidad. Por supuesto que dar orales le parecía una pesadilla. 
“Tenía varios de los síntomas más importantes de miedo escénico: me ruborizaba, me subía la temperatura corporal, me temblaban las manos y la voz, me ponía muy nervioso. Pensaba mucho lo que iba a decir y al final, eso y lo que terminaba diciendo, eran como universos paralelos”, describió.

El miedo escénico es un problema común que, según los expertos, solo se puede superar si se enfrenta. La manera de trabajarlo, entonces, es justamente hablando en público. Ríos, que viene del periodismo, lo explicó metafóricamente: “Tratar de vencer el miedo a hablar en público sin hablar en público es como querer sacar músculos leyendo libros sobre musculación”. Muchas veces sus clientes “llegan aterrorizados” y luego, con la experiencia, comienzan a disfrutar estas instancias. “Cuando nos aplauden por hablar en público nos entra a gustar”, subrayó. 
Para Rey, lo que subyace al problema del miedo escénico es el temor a la mirada del otro. 

También hay una cuota de autoexigencia personal. La clave para soltarse, dijo, está en enfocarse en lo que se tiene para decir y hacer, más que en preguntarse lo que el grupo de personas esté pensando.

Según Ríos hay dos tipos de oradores: los que dicen que se ponen nerviosos y los que mienten. “Todos nos ponemos un poquito nerviosos”, comentó. Un consejo rápido, agregó, es entrelazar los dedos de las manos y respirar antes de hablar. “Eso va a enviar la señal a nuestro cerebro de que está en calma”.

Igualmente hay que tener claro que no va a haber respiración que ayude a dar una charla que no fue lo suficientemente preparada. 

Preparación

Steve Jobs, fundador de Apple, preparaba sus presentaciones con meses de antelación. Las ensayaba durante semanas y dedicaba dos días enteros a practicar sobre el escenario frente a un grupo seleccionado de personas. Se interrumpía, cambiaba expresiones, orden de diapositivas y palabras. 

“Si era Steve Jobs y se preparaba dos meses, ¿cuánto te vas a preparar vos?”, se preguntó Ríos. A Gustavo Rey le gusta comenzar este proceso partiendo de lo que el futuro orador ya posee naturalmente: “Tiene un lenguaje corporal, una voz, una idea y hasta capaz un diseño visual de lo que quiere presentar”. A partir de ahí se prepara y ejercita, con devoluciones permanentes. 
Hay charlas que siguen un determinado modelo, como las Tedx, que suelen ser “contenido complejo transmitido de manera sencilla y asimilable para cualquier persona”, contó Bruno Gadea, productor general de TedxMontevideo. 

Aunque parezcan improvisadas, tienen detrás todo un equipo que las prepara. Hay reuniones para construir el contenido, trabajar en la forma de presentación, ensayar y ensayar. Hasta una persona sin experiencia termina hablando frente a 4.000 personas con total soltura. Como regla general, las charlas son de corta duración, “tienen que ir directo al grano” y ser memorables, resumió Gadea.

Menos power point

Un consejo fundamental, según Ríos, es reducir al máximo posible el powerpoint, sobre todo los que tienen letras pequeñas y conceptos demasiado explicados. Es preferible transmitir con el lenguaje corporal. 

Sobre este punto, hay varias recomendaciones a tener en cuenta para ser escuchados atentamente. Existen “posturas frías y cerradas”, (por ejemplo, una persona quieta con sus brazos cerrados) y otras abiertas y cálidas, que se logran con una apertura de brazos a la altura del estómago. 

Otro consejo es visualizar la charla. Para eso se aconseja pedir fotos del lugar (si no se conoce) y llegar temprano el día de la presentación para observarlo. También, si se conoce al público –o parte– se pueden imaginar las caras y visualizar lo que pasará de principio a fin. “De esta manera, cuando llegues ahí, te parecerá un déjà-vu”. Rey recomienda, además, hacer contacto visual, “sean cien, cincuenta, dos o quince personas”. 

Comienzo atrapante

Lejos de hacer un comienzo genérico, la idea es demostrar que el orador está conectado con el evento y, sobre todo, con el público. Para lo primero, se puede hacer referencia a algo que haya dicho un orador anterior, recomienda Ríos. Otra de las mejores formas de comenzar una charla, es contando una historia. 

Pero el storytelling tiene una “regla de oro que nunca se puede romper”: “nunca podés ser vos el héroe de la historia”, apuntó Ríos. “Si siempre sos el héroe pueden pasar dos cosas: que le caigas mal a la gente o que generes una distancia”. 

Hay otra manera de comenzar una conferencia que Ríos señala como una de las más poderosas: el silencio. Se trata de hacer diez segundos de silencio y mirar al público. 
Lo que dice la letra chica de este consejo es que los diez segundos pueden parecer eternos para el orador, además de que no se puede romper el silencio con un “buenas tardes” o “alguna tontería”. 

Corta y simple

“Nunca nadie se quejó de una presentación demasiado corta”, sentenció Ríos. Es preciso, entonces, que una charla termine antes de que la gente deje de escuchar. 
El consejo es “no decirlo todo” y dejar al público con preguntas. Además, considera imprescindible hablar de modo simple: “El objetivo no es que sea un genio, sino que se entienda lo que estoy diciendo”. 

El humor

Si bien es un recurso que en muchos casos sirve, Rey dijo que hay una tendencia a “ponerle humor a todo”. La clave es que sea un humor natural. “Muchas veces funciona y otras no. Si te sale naturalmente y lo tenés muy trabajado y funciona, bienvenido, porque distiende”, añadió. 

Pipe Stein, publicista, director de Notable, es un orador que Gustavo Rey destaca por su manejo del humor y recursos de alto impacto de forma efectiva. “Entró la madre a bailar con él, es un buen recurso de alto impacto de alguien que sabe usarlo, pero no todo el mundo puede”, apuntó. 

Ríos, por su parte, advirtió que “hay mucha sensibilidad” y que cualquiera puede ofenderse con un chiste. “Podés usar el humor, pero con muchísimo cuidado”, alertó. 

Pipe Stein

El publicista y director de Notable puede sentirse totalmente tranquilo hablando ante 1.500 personas y ponerse ansioso frente a 15: “Todo depende de qué hay en juego”, señaló. 
De igual forma, dice que siempre está “muy preparado” y que sus conferencias tienen un nivel de improvisación bajo (un 20%), que se da, sobre todo, en sus toques de humor, algo que le nace y disfruta. Igualmente, contó que con el tiempo fue moderando la dosis de humor. “Siempre tiene una cuota de riesgo, y es un riesgo que estoy dispuesto a tomar y asumir. Está presente pero no de forma permanente, a pesar de que a veces me tienta, porque me divierte”, comentó. Toma una presentación como si fuera una performance: “Pienso cómo va a ser el inicio, el desarrollo, el final. Me preocupo que tenga el contenido conceptual de una forma clara y precisa, que el diseño de las pantallas que voy a mostrar sea claro y contundente. Que tenga un hilo conductor, una lógica, un inicio atrapante y un final inolvidable”. 

Su última charla, que dio en Madrid en el evento FOA, estuvo en su mente durante un mes y medio. Considera importante hablar para 800 personas como si se le hablara a una sola: “La persona tiene que sentir que le estás hablando a ella”. También trata de siempre encontrar “una mirada distinta, original o personal de decir las cosas”, lo que se vuelve cada vez más desafiante con la cantidad de eventos que hay. Contó que, aunque pueda haber conceptos que se repitan, ninguna de sus presentaciones es idéntica a otra; va cambiando en función de la audiencia, el lugar, el evento. Le ha tocado hablar para otras industrias, pero siempre de publicidad y creatividad. También trabaja con la emoción y la sorpresa. “Está bueno que la gente que te va a escuchar no sepa exactamente con qué se va a encontrar”, apuntó. Añadió que en general se pone más nervioso cuando habla en Uruguay que cuando lo hace en el exterior, donde dice que no lo conocen. 

“Soy bastante selectivo en las charlas a las que me invitan. Primero porque me lleva mucha energía. La de Madrid me llevó un mes y medio en la cabeza para hablar 20 minutos”, apuntó. Antes de cada charla prueba el sonido, la imagen, averigua cómo será el público y por qué está ahí. También respeta el tiempo que le dan. “Participo de todo el evento primero porque aprendo. Además, quiero entender el contexto en el que estoy, cuál es el clima”. Ha brindado charlas en varias partes del mundo, por lo que tiene el desafío de adaptarse a cada tipo de público y, por ejemplo, saber qué ejemplos mostrar que se puedan entender con claridad. En un momento, al ver videos de sus charlas, notó que se movía mucho y, aunque se muestra como es, también aprende de charlas que lo hayan cautivado en forma y contenido. Para enfrentarse al público trata de estar descansado. 

Macarena Botta

Dice que es “caradura” y que disfruta de hablar en público, aunque entiende que se trata de “exponerse y vulnerabilizarse”. Siempre prepara lo que quiere transmitir pero también improvisa, sobre todo cuando tiene que contar su historia: “Cuento lo que siento y no me puedo equivocar sobre cosas que me pasaron”. Para la emprendedora, más allá de las técnicas de oratoria, lo más importante es ser auténtico, “contar algo desde un lugar de ser siempre aprendiz”. Considera que siempre se lleva cosas cuando comparte sus historias. También cree importante que lo que esté contando sea coherente con lo que esté pasando por su cuerpo. Cree que 90% de una charla pasa por cómo uno se para, cómo mira al público y aguanta los silencios. 

Como emprendedora, le toca tanto hablar de su historia como pararse frente a inversores. Ahí es cuando aparecen los nervios. “Una cosa es cuando das una charla para inspirar y otra cuando vas a pitchear, a pedir ayuda, y ese pedido tiene que estar claro. Uno siempre está nervioso”, reconoció. A la vez, dijo que hay algo de la cultura emprendedora uruguaya de pararse “casi pidiendo perdón”. “Nos paramos desde el lugar de venir de Uruguay, un país chiquito”, comentó.

Para estos casos dice que lo más importante es confiar en uno mismo y en las estadísticas: “Los datos no fallan y al inversor lo que le importa saber es cómo le va a dar renta su dinero en tu emprendimiento”. La regla a seguir, según Botta, es: “¿Qué necesitas de él (inversor), qué necesita de vos y cómo se lo podés plantear?”. Un consejo que suele dar es es no decir todo en esos minutos, y guardarse algo para "que no maten" en las preguntas. Recomienda no manejar muchos tecnicismos en cualquiera de las charlas. “Estoy dando talleres en el interior y me esfuerzo por hablar menos inglés o, si lo uso, aclarar que se estila mucho y lo que quiere decir. Cuando hablás a una audiencia no podés dejar a nadie afuera”, explicó. 

Fernando López

El director de Urban Haus se preparó con Gustavo Rey para dar una charla en la Mega Experiencia Endeavor frente a 1.500 personas. Si bien suele hablar para equipos de 15 o 20 personas, fue su primera vez arriba de un escenario. Su experiencia trabajando con equipos de ventas lo ayudó a tener cierta soltura al momento de expresarse, aunque el mayor reto en el caso de la Mega Experiencia Endeavor, fue la cantidad de gente. “Cuando te dicen la cantidad de gente que va a estar frente a ti, te cambia un poquito. Es difícil estar frente a ese público, con un reloj que controla y luces que te alumbran”, señaló.

Con Rey aprendió a trabajar su presencia en un escenario y a hacerse entender en los minutos que tenga. Además, dijo que al tener una empresa de diseño de moda, su presentación tenía que aportar mucho en diseño. Dijo que siempre arranca con nervios y que con los minutos se va aflojando. También apuntó que puede pesar y mucho el conferencista que toque antes. “En Endeavor estuvo antes Pipe Stein. Si te toca hablar a vos después de él con una puesta de escena increíble, tenés que tomar coraje y pensar que tu presentación también es buena”, añadió. 
Aconseja siempre practicar la presentación. “Nunca te sale igual en ninguna de las prácticas, y no te va a salir igual el día que la presentes”, subrayó. Esto sucede porque no se aprende una charla de memoria, sino que utiliza disparadores que hay que ordenar para luego tener libertad a la hora de hablar. 

“Me gusta que la gente hable desde el corazón, no hay nada mejor que ser lo más natural posible”, consideró. Agregó que se necesita mucho trabajo previo para generar esa naturalidad. En las siguientes charlas que le tocó dar le fue “mucho mejor”, sobre todo porque aprendió a controlar la ansiedad y a disfrutar más. Ante grandes públicos, un consejo es centrar el contacto visual en un grupo de personas para medir sus reacciones. 

Nicolás Jodal

“No hay presentaciones que no me pongan nervioso”, admite Jodal. Eso lo nota sobre todo por el cansancio que siente cuando termina una charla. “Pero la gente dice que no se nota que estoy nervioso”, bromea. Presenting to win es el título de un libro que el CEO de Genexus considera fundamental en su aprendizaje como orador. La oratoria es una habilidad que Jodal cree “superimportante” para un ejecutivo de hoy. Tanto es así que en Genexus brindan cursos internos a los que pueden acceder todos los empleados. Dice que no le da demasiada importancia al lenguaje corporal, pero sí al contenido, cuyo armado le lleva “bastante tiempo”. Lo más importante para Jodal es dominar el tema del que se va a hablar, y prepararse bien. “El pánico escénico viene cuanto más me acerco a temas de los que no tengo ni idea”, apuntó. 

Aunque nunca le tocó hacer una presentación sobre un tema que no conoce, dijo que una vez fue a una entrevista en reemplazo de un colega. Era sobre un negocio que habían hecho en China. “Me empezaron a preguntar y no tenía ni idea”, dijo entre risas. 

Usa powerpoint pero no como ayuda memoria, ya que la idea es poder hacer la presentación sin ppt, por si surge un imprevisto –algo que cree que cada vez pasa menos–. “Lo que va a hacer la diferencia es cuánto sepas del tema”, apuntó. 

Gonzalo Frasca

El jefe de DragonBox admite de entrada que sus primeras charlas “fueron horribles”. No porque tuviera miedo escénico, ya que de su padre, actor, había aprendido que un error en un escenario no era el fin del mundo y que siempre se podía improvisar. Recuerda que en sus primeras charlas se focalizaba en el texto y no tomaba en cuenta al público.

A mayor experiencia como orador, más se daba cuenta de que había que decir “mucho menos”. “Si te digo 20 cosas no te vas a acordar de nada. Tenés que encontrar el corazón de lo que querés decir y que todo lo que agregues sea en torno a esa idea central”. Una vez le tocó hablar luego de un economista que tenía cinco minutos y habló 30. En su opinión, “es secuestrar el tiempo de la gente, de una violencia y ego gigantesco”. Considera que si no es posible ajustarse al tiempo establecido, es mejor no dar la charla. De su experiencia surgen anécdotas de todo tipo. Una vez dio una charla en Japón para ingenieros y decidió hacer un despliegue de sus fantasías japonesas con muñecos Ultraseven. “Sentía que el público no estaba conmigo. Era una charla muy corta, la termino y silencio, nadie aplaude”, recordó. A los segundos, el jefe del equipo que lo estaba escuchando preguntó si había sido irónico. Frasca respondió que sí, el hombre se paró a aplaudir y el resto lo acompañó. “Les había faltado la decodificación de que no estaba siendo literal. Es lo maravilloso de viajar por el mundo dando charlas, que los públicos son distintos en cada país”, remarcó. 

Explicó la importancia de tomar en cuenta al público con una anécdota. En otra oportunidad tuvo que dar una charla en México para maestros, en la feria del libro infantil. Era sobre videojuegos. “Pensé que sería el enemigo cuando les ví las caras. Adoran los libros infantiles y piensan que los videojuegos son lo que hace que los niños no lean más”. Lo que hizo, entonces, fue descargarse en el momento un pdf del Quijote, leyó las dos primeras páginas, donde habla de que enloqueció por leer novelas. Sustituyó la palabra novela por videojuegos y concluyó su charla diciendo que los prejuicios existentes sobre los videojuegos eran los que anteriormente se tenían sobre los libros. “Funcionó bárbaro, que no quiere decir que te aplaudan y te quieran. Una maestra me dijo que estaba enojada pero que tenía razón. Para mí ese es el piropo más grande, no tanto tener razón sino el generarle un conflicto a alguien”, relató. 

Frasca ensaya caminando y dice que la única forma de corregirse es practicando en voz alta. Le gusta improvisar el 20% de la charla: “Me pongo trampas para ponerme alerta”.

Cuando hay que improvisar
Muchas veces el ejecutivo o emprendedor se enfrenta a que lo llamen a decir unas palabras de forma sorpresiva. Para eso es importante saber manejar ciertas herramientas. Una de ellas es “conectar cabeza y corazón” y recurrir a la memoria. Si toca decir unas palabras de bienvenida, por ejemplo, Rey aconseja comenzar contando cómo se entró a la empresa. “Si hacés una pequeñita historia agradeciendo, lo resolvés”, subrayó. 
 

 

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