El predio productivo está cerca del pueblo Arévalo.

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En el pueblo Arévalo, un matrimonio sigue adelante por los nietos, pese al destrozo que le hicieron los perros

Javier y Raquel, un típico matrimonio de productores rurales, quedó con el ánimo muy afectado luego que una jauría les mató 15 ovejas, 10 corderitos y dejó a otros 10 animales heridos
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30 de septiembre de 2022 a las 15:48

Pueblo Arévalo es una pequeña localidad en la novena sección de Cerro Largo, ubicada cerca del límite departamental con Durazno y del Río Negro, un típico poblado en medio de la campaña y en una zona de gran tradición ganadera.

A 3,5 kms de esa localidad, Javier Rodríguez y Raquel Pereira, un típico matrimonio de productores rurales de escala familiar, quedó con el ánimo muy afectado luego que su majada sufriera un nuevo ataque de una jauría.

EO

“Quedamos muy mal, en unas pocas horas los perros nos mataron 15 ovejas y además 10 corderitos. De esas ovejas, tres estaban preñadas y una con mellizos. Y a otra que mataron recién había parido mellizos y la mataron a ella y a sus corderitos. Además, hay al menos otros 10 lanares lastimados que no sabemos qué va a pasar con ellos”, contó el productor, notoriamente dolorido por la adversidad.

Mirá el relato del productor del momento en el que reunió a los animales muertos y el resto de la majada cerca de su casa:

 

 

Javier y Raquel están al frente de un sistema productivo mixto, con producción de ovinos y bovinos en un área de 240 hectáreas, parte propia y parte arrendada. Los vacunos terminados se remiten a frigorífico o se venden en ferias ganaderas. Los ovinos se destinan al consumo en el predio o también se hace venta particular.

La majada, conformada por 100 cabezas, es de la raza Merilín, con base en un esfuerzo genético que suma más de medio siglo, dado que todo lo gestó el abuelo de Javier.

“A eso de las cuatro de la tarde los vecinos vieron de lejos varios perros en el campo, pensaron que eran mis perros y no, eran perros sueltos que llegaron desde el pueblo en jauría, ya andaban en la vuelta seguramente correteando las ovejas y de noche hicieron la matanza, a la mañana siguiente salí a trabajar y me fui encontrando con el tendal de bichos muertos y heridos, algo impresionante, un desastre”, relató.

Si bien, en una cuenta rápida, Javier estimó en al menos US$ 2.000 la pérdida directa, que es mucho dinero para un sistema productivo como el suyo, la adversidad es sensiblemente mayor si se calcula la pérdida a futuro, dado que esos vientres perdidos, por ejemplo, dejarán de parir corderos.

Ovinos muertos en el campo de Javier y Raquel.

También admitió que lo que más duele es algo que no hay modo de ponerle una cifra de pérdida: el dolor de ver los animales muertos o sufriendo, un impacto anímico que definió como “algo espantoso”.

No es la primera vez que Javier y Raquel sufren por este problema. Hace tres o cuatro años otro ataque les generó la pérdida de 49 animales.

Este matrimonio tiene una hija que cursa un profesorado en Melo y un hijo que se desempeña en labores rurales en otro establecimiento de la zona. Y tienen dos nietos, los dos chiquitos.

 

 

Apenas te pasa, uno se calienta y piensa en largar todo, en dejar de criar lanares, es lo primero que se te pasa por la cabeza, pero luego pasan las horas y te queda el dolor y la tristeza, pero te vas dando cuenta de que no te queda otra que agachar la cabeza y seguir adelante, no hay otra que seguir trabajando, porque es lo que uno tiene y lo que uno sabe hacer”, reflexionó.

Primero los hijos, ahora los nietos: la motivación para no aflojar.

Para continuar adelante, reconoció, no solo está que hay que seguir teniendo una actividad que genere ingresos para mantener el sistema productivo y a la familia, “ahora están los nietos, que son la gran motivación que tenemos y que hacen que uno supere todo esto tan triste que te pasa con los perros salvajes”.

Ovinos muertos en el campo de Javier y Raquel.

Que vuelva la perrera

Sobre de qué modo habría que solucionar este problema, dijo: “Capaz a largo plazo eso de castrar y chipear a los perros para que haya un responsable que pague las consecuencias es algo que puede funcionar, pero no es la solución rápida que se precisa, el tema de los perros sueltos hay que arreglarlo a la vieja manera, tiene que volver la perrera, hay que salir a levantar los perros bandidos, hay que capturarlos aunque eso a algunos les moleste como a mí me duele que me maten las ovejas y los corderitos”.

Ovinos muertos en el campo de Javier y Raquel.

 

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