El beneficio alcanza a trabajadores de la UAM y vecinos del barrio.

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“Terminá la escuela”, el proyecto que muestra que la UAM es más que venta de frutas y verduras

Un esfuerzo conjunto de la UAM y la ANEP promueve que trabajadores y vecinos aprendan a escribir y leer o recuperen ese hábito
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30 de septiembre de 2022 a las 12:00

Previo a la mudanza de la operativa del viejo Mercado Modelo a la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM) se realizó un relevamiento de los trabajadores de carga y descarga, para conocer cómo estaba conformada esa población y sus características, detectándose entre otras realidades que un 10% no leía ni escribía, en algunos casos por no haber aprendido y en otros porque habían perdido esas capacidades al no practicarlas.

Virginia Oromí, encargada técnica de gestión social en la UAM, recordó a El Observador que hubo una gestión inicial con autoridades de la Administración Nacional de Enseñanza Pública (ANEP) que, concurso mediante, destinó una docente para un emprendimiento titulado “Terminá la escuela”.

Esa maestra inició sus aportes educativos en 2021, yendo dos veces por semana a la UAM, donde se conformó un primer grupo de 10 personas entre las que había personal de carga y descarga, de cadetería, operadores, trabajadores de puestos y vecinos de la zona donde está la UAM.

Cuatro aprobaron a fin de año el examen final de acreditación de saberes, es decir que terminaron la escuela.

El aula de clases, en la UAM.

Este año el público objetivo se amplió a trabajadores y trabajadoras vinculadas al Plan ABC y siguen cursando las seis personas que comenzaron en 2021 y tienen pendiente la aprobación final, a la vez que se añadieron otras. Hay expectativa, ahora, porque se está en el tramo final del proceso anual, más cerca de otra prueba final de acreditación.

Las maestras –Valeria el año pasado, Esther en el actual– que los ayudan en volver a ejercitar los hábitos de lectura y escritura (por definir de un modo sencillo lo que realiza) han mostrado una gran disposición y flexibilidad para que el proceso sea eficiente y haya una continuidad en la asistencia, considerando que muchos de los alumnos se levantan pasada la medianoche, trabajan de madrugada y toda la mañana y obviamente llegan a las clases cansados, luego de haber trabajado muchas horas con alta exigencia física, a veces bajo lluvia.

“Es un plan al que le tenemos mucho cariño, queremos que siga y está la idea de sumar aportes de talleristas, por ejemplo en cocina”, mencionó Virginia.

“Es una política social que sentimos le agrega valor a la comunidad que trabaja en la UAM o vive en esos barrios y hace que la UAM sea mucho más que el principal centro de comercialización de frutas y hortalizas”, remarcó.

Todo este plan, con aportes de infraestructura (las clases se brindan en una sala de capacitación en la nave logística), materiales y recursos humanos de la UAM y de la ANEP, presta un servicio que no tiene costo para quienes reciben la formación.

Esas personas, explicó Virginia, corresponden a dos grandes franjas, con gente de menos de 30 años y mayores de 50.

Los primeros que acreditaron primaria han sido todos de más de 55 años, incluso alguno se entusiasmó y está cursando en secundaria.

Los que cursaron en 2021, en plena pandemia.

Mudanza, formalización y recuperación 

El área de gestión social se creó en 2019, cuando funcionaba el Mercado Modelo, antes del estreno de la UAM en febrero de 2021.

“El primer objetivo fue colaborar con los grupos que tenían mayor vulnerabilidad dentro del Mercado Modelo para que la transición hacia la UAM fuese lo más inclusivo posible”, recordó.

Esas poblaciones, entre otras, eran las de los trabajadores de carga y descarga, las exmozas y el personal de rondas municipales.

Esa área, la de la gestión social, se consolidó posteriormente, estando en funcionamiento la UAM en el área rural de la capital, con varios emprendimientos activos.

Uno es el que considera la formalización de los funcionarios independientes dentro de la UAM, con el foco principal en trabajadores y trabajadoras de carga y descarga. Se montó una oficina específica para dar apoyo en la formalización. Funcionó primero en uno de los sitios de ingreso al viejo Mercado Modelo y luego en la UAM, donde una funcionaria se ocupa de asesorar a esos trabajadores en todos los trámites que correspondan, incluso el de establecer la empresa monotributista.

Otro eje fundamental es el del relacionamiento comunitario: “Desembarcamos en una zona que nos precede, con sus lógicas, con sus barrios (Los Bulevares y Paso de la Arena), con la idea de insertarnos sin colonizar, vinculándonos con las organizaciones de allí, con los vecinas y vecinos, de forma positiva”, explicó.

Durante todo el proceso, antes, durante y luego de la mudanza, hubo un acompañamiento a la comunidad circundante, para mantenerlos al tanto de todo el proyecto de primera mano.

Actualmente, “en toda actividad que tenemos involucramos a todo el territorio circundante”.

Un relevamiento, en el viejo Mercado Modelo, detectó que el 10% del personal de carga y descarga no sabía leer ni escribir.

Otra gran pata que señaló en lo social es la relacionada con la recuperación de alimentos. “Tenemos planes de recuperación, en coordinación con la Intendencia de Montevideo, hay compañeros y compañeras del Plan ABC capacitados por inspectores del Área de Desarrollo de la UAM para clasificar alimentos que el comerciante entiende perdieron su valor comercial y no están aptos para cumplir con el resto de la cadena logística, por ejemplo porque son muy chicos, están rajados o un porcentaje alto del cajón tiene esas situaciones y prefieren descartar todo el cajón para hacer lugar a un nuevo ingreso de mercadería. Esos alimentos se clasifican y lo que está en condiciones de ser consumido se destina en el mismo día a la red de ollas populares del Plan ABC y lo que no se destina a la planta de Tresor para compostaje, aprovechándose ese deshecho orgánico”.

Todas estas políticas sociales, destacó, “lo que buscan es favorecer la convivencia, buscan que exista una adecuada inclusión”.

Dos de las personas que terminaron la escuela, en la UAM.

El ejemplo de María

María Vieta se enteró de la propuesta de casualidad, yendo a clases de gimnasia para adultos mayores en el Centro Cultural Julia Arévalo –impulsado por la Intendencia de Montevideo–.

“Terminar la escuela era un deber que tenía, por eso fui y ahora tengo la alegría de decir que al final pude”, algo que antes, por distintas circunstancias, no había podido hacer, contó a El Observador.

Además de comentar que ya le aconsejó a “un montón de gente” que estaba bueno participar de esta experiencia en la UAM, aclaró que no tenía vínculo con ese centro de comercialización mayorista y minorista, solamente era “una vecina”, dado que vive en el barrio Maracaná.

Lo que aprendió mejoró su estima y le generó ganas de aprender más. Una opción que maneja es el “falso mimbre”, pero quiere ver que otras alternativas hay para aprender alguna manualidad en un sitio que le dijeron hay en otro barrio vecino, Los Bulevares.

Terminar de aprender a escribir y a leer, dijo, “me sirvió para no irme quedando” y también siente que fue un motivo de alegría para sus dos hijos y tres nietos.

La capacitación es gratuita.

 

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