Luis Suárez volvió a jugar uno de sus grandes partidos en la selección uruguaya. Paradójicamente, aunque no hizo goles contra Ghana en el partido que cerró el Grupo H del Mundial Qatar 2022, el Pistolero fue protagonista fundamental en los dos que marcó Giorgian de Arrascaeta.
En el primero el 10 de Flamengo aprovechó en la línea una pelota que quedó ahí después del remate de Suárez y la atajada a medias de Zigi; el segundo, fue una asistencia de primera para la volea del Cocho.
Pero además de esas incidencias puntuales y claves en el desarrollo del partido (Uruguay ganó 2-0), Suárez estaba participando en casi todas las jugadas de ataque y era un azote permanente para los defensores de Ghana.
Con la salida del equipo de Diego Godín, Suárez se hizo cargo del brazalete de capitán en un partido con una alta carga emotiva, fundamentalmente para él, porque se enfrentaba a un país (más que a un equipo de fútbol) que lo tiene entre ceja y ceja desde Sudáfrica 2010, y porque podía ser (y fue) el último de un Mundial para él.
Un día antes, en la conferencia de prensa previa al partido, Suárez demostró su ascendencia en el grupo: "Es hora de asumir la responsabilidad, todos juegan en grandes equipos y la están rompiendo, hay que asumir la responsabilidad, el rol que me toca en la selección, no buscar excusas, ya dimos las chances y el partido es el de mañana. Estoy tranquilo porque hay que rendir dentro de la cancha. Todos podemos decir algo en Twitter, pero hay que demostrarlo en la cancha", expresó el delantero.
En el primer partido contra Corea del Sur, Suárez no jugó bien. Pero no lo hizo porque el equipo no le encontró la vuelta, no generó juego y el delantero quedó solo allá arriba. Más allá de que con 35 años ya no tiene la dinámica y los desplazamientos de sus mejores tiempos. Lo mismo le pasó a Edinson Cavani contra Portugal.
Frente a Ghana, sin embargo, Suárez era un foco de atención para los rivales, estaba jugando en un alto nivel y con resto físico. Al menos, cuando le consultaron a Diego Alonso por el cambio en la conferencia no dijo que lo sacó porque estaba cansado. Simplemente respondió: "Salió Suárez y entró Cavani porque estaba fresco y podía ingresar".
A Uruguay le faltó un gol para clasificar a octavos de final y Suárez, el goleador histórico de la selección uruguaya (136 partidos, 68 goles), se escondía detrás de la camiseta, llorando, sentado en el banco de suplentes.
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