The New York Times

Es la ley de la selva en el mercado estadounidense de los tapabocas

Aquellos que se aprovechan de la situación de escasez de artículos médicos estafan a los buenos samaritanos

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13 de abril de 2020 a las 05:00

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El mes pasado, Susan Houghtelling, gerente de suministros hospitalarios en el norte de Nueva York, enfrentaba una escasez de artículos médicos cuando, de pronto, su buzón de entrada se llenó de ofertas.
Había anuncios de galones de gel antibacterial, cajas de trajes de aislamiento y, lo más crucial, palés de cubrebocas N95, quizás el producto más buscado en el planeta. Todas las ofertas tenían precios que eran varias veces más altos de lo que normalmente pagaba. “Todas estas personas están saliendo de la nada y, misteriosamente, ahora todas tienen acceso a un suministro abundante”, dijo Houghtelling, quien trabaja para tres hospitales propiedad de Arnot Health, con sede en Elmira, Nueva York. Le reenvió decenas de los mensajes de los nuevos vendedores a The New York Times. Uno le ofrecía cajas de 50 mascarillas quirúrgicas por US$ 70 cada una; solía pagar US$ 2,28.

Un negociante en específico llamó su atención: Blank Industries, que ofrecía tapabocas N95 por casi US$ 5 cada una, pero solo si Houghtelling ordenaba un millón. Se imaginó que era un fraude. Blank Industries es real, pero se trata de un fabricante de productos para derretir hielo en Hudson, Massachusetts.
En una entrevista, Andrew Blank, el fundador, dijo que había transformado su negocio para vender cubrebocas después de tener noticias de un proveedor chino al que contrató una vez para fabricar un nuevo tipo de cepillo de dientes (Blank lo había inventado). Después de la aparición del coronavirus, el proveedor convirtió su planta de productos dentales en una fábrica de tapabocas. Blank les dijo a sus doce empleados que dejaran de vender halita y comenzaran a vender mascarillas.
¿Por qué está cobrando US$ 4,92 por cada tapabocas N95? “Para ser honesto, ni siquiera sé en cuánto se vende normalmente un cubrebocas N95”, comentó.
Le dije cuánto costaban. “¿Cincuenta centavos?”, repitió. Su proveedor le estaba cobrando US$ 4,75 (su margen cubriría los costos de envío; planeaba no obtener ganancias).

La explosión en la demanda debido a las cantidades cada vez más escasas de tapabocas ha provocado un alboroto en la cadena de suministro. El gobierno federal ha decidido no ordenar a las fábricas estadounidenses que se pongan a hacer mascarillas. En vez de esto, los funcionarios federales están compitiendo con estados, hospitales y proveedores médicos por la misma reserva de cubrebocas, que vienen en su mayor parte de China.
Sin embargo, estados y hospitales, cuyos proveedores de siempre están saturados, tienen poca experiencia negociando directamente con la cadena de suministro china. Miles de intermediarios —emprendedores, buenas personas y aprovechados— se han apresurado a llenar el vacío.
Ese frenesí ha provocado un lío confuso. La producción está aumentando, pero también los fraudes, los obstáculos logísticos y, desde luego, los precios.

‘Nos están bombardeando’
Después de que comenzó el brote de coronavirus, China importó 2.000 millones de tapabocas. Francia ordenó mil millones y prometió volverse autosuficiente para finales del año. El gobierno estadounidense ha hecho comparativamente poco para coordinar las compras.
El mes pasado, los funcionarios federales aceptaron comprar  600 millones de mascarillas N95 a lo largo de los siguientes 18 meses. Sin embargo, muchos estados y hospitales están desesperados por obtener suministros, y al gobierno ya casi se le han acabado los equipos de protección de la reserva nacional. La Casa Blanca recurrió  a la Ley de Producción para la Defensa, de la década de 1950, para asegurar que el gigante de la manufactura 3M envíe cierta proporción de sus cubrebocas a EEUU.

Algunos de los emprendedores que han ocupado el lugar del gobierno han tenido éxito. Operation Masks, una organización sin fines de lucro que fue creada hace dos semanas por ejecutivos del sector tecnológico, acaba de llegar a acuerdos para obtener un millón de tapabocas N95 para el estado de Nueva York y 200.000 para Hawái, con un costo de poco más de US$ 3 cada uno, sin incluir el envío ni otros costos.
Aun así, varios ejecutivos de hospitales dijeron que, aunque apreciaban la ayuda de los bienintencionados, estaban abrumados por los nombres nuevos que aparecen en sus buzones, ofreciendo productos que necesitan a precios mucho mayores de los que generalmente pagan.
“Nos están bombardeando”, comentó Ed Bonetti, director de la cadena de suministro de l UMass Memorial en Massachusetts. El hospital está preparado para pagar más por los tapabocas, pero no quiere adquirir equipo defectuoso. “Es un territorio virgen en el que se dificulta hasta verificar la calidad de las compras”, dijo Bonetti.

Arbitraje de suministros
No todos los nuevos participantes del mercado son buenos samaritanos. Grupos en Facebook, WhatsApp y Telegram están llenos de publicaciones de tapabocas a precios inflados.
Algunos son vendedores al mayoreo que compraron palés provenientes de China o en ventas de liquidación y después aumentaron su precio. Muchos más  son intermediarios que se hacen llamar agentes. Exploran los grupos en busca de mascarillas anunciadas a un precio relativamente bajo, y después vuelven a publicar la oferta por algunos miles de dólares más. No se encargan de los tapabocas ni ponen su propio dinero.

El Departamento de Justicia investiga a las personas que manipulan el mercado de los suministros médicos. Las autoridades federales acusaron a un hombre de Brooklyn de mentir sobre la manipulación de precios tras haber intentado vender mil tapabocas y otros suministros por US$ 12.000. Ahora están distribuyendo los más de medio millón de suministros que le confiscaron.

En cámara rápida
La gente que incursiona en el mercado de las mascarillas proviene de todas partes. Dan Schonfeld, por ejemplo, vende flotantes para piscina. Encontró un proveedor de confianza en China, les pegó logos de equipos deportivos y creó un negocio estable a través de PoolPartsToGo.com.
Cuando el coronavirus se propagó en el estado donde vive, Nueva York, pensó que podría usar sus conexiones en China para obtener cubrebocas para los médicos. Dejó de lado su negocio de artículos para piscinas y comenzó a ir tras los tapabocas, prometiendo no ganar ni un centavo.

“Fue como entrar a un período de cámara rápida, y no se ha detenido desde entonces”, dijo Schonfeld, de 40 años. “No creo haber dormido cuatro noches seguidas”.
Llamó a hospitales estadounidenses de día y a contactos chinos de noche. Todos los hospitales estaban interesados, pero no había muchas mascarillas de buena calidad. Justo antes de la medianoche del 19 de marzo, su proveedor de flotantes para piscina en Ningbo, China, Jensen Jiang, le envió un email. Había cerrado un acuerdo con una fábrica cercana para que le hicieran 100.000 tapabocas N95 a US$ 2,70 cada una. Pero habían llegado pedidos simultáneos, dijo, así que Schonfeld debía decidir rápidamente. “Mañana es demasiado tarde”, escribió Jiang. Schonfeld le dijo que hiciera el depósito de US$ 35.000.
Al día siguiente, Schonfeld llamó emocionado a los hospitales. Sin embargo, quienes habían expresado tanta desesperación  de pronto estaban preocupados de entregarle US$ 270.000 a un hombre que vendía artículos de piscina unos días antes. “Ahora era yo quien necesitaba ayuda”, dijo Schonfeld.
Al final, sus abogados encontraron un nuevo comprador: una red de organizaciones sin fines de lucro que cuida de 35.000 neoyorquinos con discapacidades intelectuales.

Pero recibió más malas noticias. “Me temo que le he provocado grandes problemas”, dijo Jiang el 26 de marzo. “Todas las mascarillas fueron incautadas por el gobierno”. El correo electrónico incluía la fotografía de un aviso de clausura en las puertas de la fábrica, con fecha de once días antes. Schonfeld no supo qué pensar.
Mientras Jiang negociaba un reembolso, decidieron enviar un tapabocas distinto: el llamado KN95, la versión eficaz de China del N95.
Sin embargo, hubo otro detalle: los lineamientos de la FDA sobre el uso médico de los tapabocas KN95 en EEUU son opacos, y los abogados de Schonfeld le advirtieron que los funcionarios podrían incautarlos.  “Jamás creí que sería así de difícil ayudar”, comentó.

(The New York Times)l

 

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