Tras el éxito mundial de La casa de papel, serie saturada de escenas cursis a más no poder, Netflix le abrió las puertas–que eran ya de por sí grandes– a las producciones españolas. Además de la mencionada, están disponibles Paquita Salas, Las chicas del cable, Élite, Alta mar, Vivir sin permiso y Hache, a la cual hoy me voy a referir. Auspiciado por el raro hiato consecuencia directa de la pandemia, me dispuse a verlas por completo, que son varias aunque tampoco afortunadamente tantas. En todas prevalece una condición melodramática que en ningún capítulo está ausente y que debilita el interés y la credibilidad. Entre los culebrones españoles y las telenovelas hispanoamericanas, no sé qué es peor. Unos inventaron la cursilería, y los otros la perfeccionaron. El auge de las series de acción de tono dramático en las que termina reinando la cursilería está relacionada con lo mismo: con el regreso rimbombante y muy actualizado de lo cursi en diferentes aspectos de la vida ciudadana, como por ejemplo los ámbitos de la política y del deporte. Lo cursi también está invadiendo el menos pensado de los espacios: la televisión por streaming estadounidense. Por lo visto, al anglosajón retraído le cautiva la cursilería hispana.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá