El coronel retirado Eduardo Ferro decidió este miércoles que era tiempo de entregarse. Le pidió a una persona que se comunicara con la Dirección General de Lucha Contra el Crimen Organizado e Interpol de Uruguay para que se pusieran en contacto con él. Los policías uruguayos lo hicieron, y coordinaron luego con la policía de Valencia (España) los detalles del procedimiento de su detención, informaron a El Observador fuentes del Ministerio del Interior.
Ferro sabía que estaba requerido por la Justicia uruguaya desde 2017, en relación a su participación en tres causas abiertas por delitos de lesa humanidad cometidos entre 1975 y 1977, cuando regía la última dictadura militar.
El militar retirado es indagado por el secuestro y la desaparición del militante comunista Óscar Tassino; el secuestro y tortura de la maestra Lilián Celiberti y Universindo Rodríguez; y otra causa de torturas que tiene entre sus víctimas al publicista Claudio Invernizzi.
Por la causa de Tassino, Ferro estaba citado para declarar a finales de 2016, pero su esposa dijo en aquel momento a las autoridades que su marido estaba de viaje. De hecho, según datos de Migraciones, el indagado había saludo del país el 15 de octubre y no había vuelto.
Ante su ausencia —y la promesa de su retorno– la jueza penal Dolores Sánchez había decidido citarlo para una audiencia en febrero de 2017, a la que tampoco asistió, porque continuaba fuera de Uruguay. Meses después, en setiembre de aquel año, el militar retirado fue detenido en España.
A solicitud de Uruguay, la Justicia española inició entonces a un juicio por su extradición, lo que fue concedida en 2019, según recordó el fiscal de Crímenes de Lesa Humanidad Ricardo Perciballe, en diálogo con El Observador. Pero cuando cuando la extradición iba a hacerse efectiva, Ferro volvió a desaparecer.
Desde entonces, y hasta la llamada de este miércoles, se mantuvo escondido, y con alerta roja de captura de Interpol, lo que implica que el hombre era buscado por crímenes de lesa humanidad, secuestro, tortura, homicidio y desapariciones forzosas de personas, contaron las fuentes.
Luego del llamado del intermediario, los efectivos uruguayos se pusieron en contacto con Ferro, directo a su celular, y el militar les ratificó la voluntad de entregarse. Les dijo que estaba viviendo en un apartamento alquilado ubicado en el municipio de Peñíscola, en Valencia, y que ese podía ser el lugar para ser detenido.
Los policías uruguayos llamaron entonces a la Brigada Provincial de Información de Castellón, que se dirigieron hasta el departamento sobre las once de la noche (las 19 horas de Uruguay).
Ahora, Interpol de Uruguay deberá enviar policías a Valencia para traer al coronel retirado, ya que la Justicia española tiene dictada la sentencia de extradición.
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