Leo Mainé

Firmeza y coherencia ante el asedio

La convulsión sindical y las oscurecidas perspectivas de la economía obligan al gobierno a actuar

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28 de agosto de 2015 a las 16:00

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Asediado desde dos flancos por la caótica convulsión sindical en varias áreas y las oscurecidas perspectivas de la economía, el gobierno está obligado a mostrar firmeza y coherencia como única alternativa al desprestigio y a ver desbaratados sus programas. Posiblemente podría hacer algunas concesiones salariales adicionales, base del crispado campo sindical, sin resquebrajar demasiado el área macroeconómica. Pero aunque tuviera algún margen, lo cual es más que dudoso, conllevaría una costosa derrota ante fuerzas que han desbordado el nivel de reclamos para lanzarse a una abierta rebeldía.

El desafío más grave es obviamente en la educación. Pero no es el único. Tanto en el caso de los docentes como en el Sirpa, el gobierno ya ha quedado mal parado con dos decretos de esencialidad que no se cumplieron. Al contrario, los sindicatos de maestros y profesores redoblaron sus desafiantes paros y ocupaciones en todos los niveles de la enseñanza pública, haciendo caso omiso de la obligación de reintegrarse a sus tareas. Los trabajadores del Sirpa, por otra parte, adujeron falta de información para seguir ignorando la esencialidad decretada a raíz del escándalo en la represión de menores, que condujo al procesamiento de 26 funcionarios. El sindicato además exige la cabeza de la directora del Sirpa, Gabriela Fulco, cuyo directorio se ha desmembrado por disidencias internas sobre la crisis.

Los gremios de docentes incluso le dan la espalda al PIT-CNT que integran, cuyas autoridades a su vez oscilan entre el respaldo a las mejoras salariales de los educadores y los pedidos de moderación a esos sindicatos para retomar negociaciones con el gobierno. Los médicos paran también, enfrentados a la ASSE por exigencias salariales. Y, como si los desvíos y confrontaciones sindicales no bastaran, el presidente Tabaré Vázquez y su equipo enfrentan censuras y oposición de figuras prominentes del Frente Amplio, que simpatizan más con los rebelados que con el gobierno de su propio partido.

El resultante desorden coincide con el ennegrecido panorama económico externo. El ministro de Economía, Danilo Astori, admitió que la prometida baja en 1 punto del déficit fiscal del 3,5% del Producto Interno Bruto será imposible en los primeros años de este período, cuando habrá más gasto y menos ingresos. En un informe a legisladores de la oposición dijo que la mejora del déficit será posible recién al final del gobierno, lo que ciertamente dista de estar asegurado. Alertó sobre el impacto adverso de la recesiva economía brasileña, de la incertidumbre sobre Argentina aun después del cercano cambio de gobierno y de la complicada economía de China, nuestro principal cliente comercial. La devaluación del yuan ya comenzó a afectar los precios de las exportaciones de carnes, con una baja reciente de 10% en el precio de ese producto.

Ante estas críticas presiones combinadas, el gobierno no tiene otra opción que plantarse con energía en defensa del presupuesto proyectado, que incluye las mejoras salariales que la situación actual permite conceder, y en castigar los incumplimientos de sus decretos de esencialidad. Si mostrara debilidad, en cambio, no solo comprometería sus propios programas y la estabilidad de la economía, sino que perdería el esencial patrimonio de la credibilidad, tanto dentro como fuera del país.

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