En varias ocasiones tuvo que dejar de lado sus aspiraciones y actuar como "soldado del partido": lo hizo cuando debió renunciar a ser candidato para que lo fuera Luis Lacalle Pou en 2014, lo hizo cuando debió dejar el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, al que tanto había aspirado, para hacerse cargo de la seguridad ante la repentina muerte de Jorge Larrañaga, y lo hizo ahora, al renunciar al Ministerio del Interior, aunque no quería hacerlo, empujado por la falta de apoyo del propio oficialismo y por un cúmulo de cuestionamientos. Luis Alberto Heber se quedó sin crédito.
La seguridad pública nunca había sido tema de su especialidad pero cuando el presidente le pidió que se hiciera cargo del Ministerio del Interior no lo dudó y fue el cargo que más le complicó la carrera política.
En sus 40 años de dirigencia política, se mantuvo fiel al herrerismo y al Partido Nacional. En 2014 cuando el expresidente Luis Alberto Lacalle se bajó de la candidatura, Heber pensó que se le había dado a él ocupar ese lugar. Pero Lacalle Pou ya perfilaba su liderazgo y le comunicó que sería precandidato.
Foto: Leonardo Carreño.
Según contó Lacalle Pou, le costó más hablar con Heber que con su padre. "A mi viejo era jubilarlo y a Heber era entrarle a competir. Me acuerdo de subir la escalera del edificio anexo del Palacio y me temblaban las rodillas. Fue la reunión más difícil que tuve y él me la hizo muy fácil", contó en una entrevista para el ciclo De Cerca. "No le gustó... pero es muy buena gente", señaló en entonces candidato al recordarlo.
Heber también se refirió a ese episodio en una entrevista con La Mañana. Ante la pregunta de si le hubiera gustado ser candidato dijo: "Claro que me hubiera gustado. Vos a la quiniela no apostás a los 5 o a los 10, primero apostás a la cabeza", respondió, pero reconoció como "legítimo" el liderazgo que construyó Lacalle Pou.
Con la llegada de los blancos al gobierno, el presidente le devolvió la gentileza con un cargo al que aspiraba y por eso lo puso al frente del MTOP.
Diego Battiste
Si bien es montevideano y pasó su juventud en el Prado fue hijo de un diputado riverense, por lo que desde su niñez estaba acostumbrado a hacer ruta y recorrer los 500 kilómetros que separan a la capital del departamento norteño.
Según contó en la entrevista de La Mañana la política le trajo muchos momentos felices pero también tragos amargos para él y su familia. Primero fue la proscripción de su padre a los pocos años de instaurada la dictadura uruguaya (1973-1985), que lo llevó a continuar la actividad política del Partido Nacional en la clandestinidad. Luego, en agosto de 1978 la muerte repentina de su madre cuando Mario Heber, Luis Lacalle Herrera y Carlos Julio Pereyra —líderes del partido en la época— recibieron una botella de vino cada uno, sin identificación y con la invitación a brindar "por la patria en su nueva etapa". Su madre, Cecilia Fontana, probó el vino y murió envenenada. Luego del trágico suceso, la salud de su padre decayó y a los dos años también falleció.
Luis Alberto estudiaba medicina pero debió pasar a encargarse de la administración del campo y otros bienes que compartía con sus cuatro hermanos, por lo que abandonó los estudios.
Desde 1977 había ingresado a la Juventud Herrerista y ejercía la militancia política y en 1984 se postuló a diputado por Rivera. El primer período legislativo incluyó votaciones históricas como la ley de caducidad de los crímenes cometidos durante la dictadura y la amnistía a los presos políticos. En ambas votó a favor y ello tuvo consecuencias. "Una noche con (el diputado) Martín Sturla tuvimos que salir del Palacio a los piñazos. La gente afuera estaba enfurecida por la ley de Caducidad. Como era tan joven, la gente creyó que era un secretario y me dejaron quieto. Entonces me subí al auto y disparé", narró hace años a El País. "A Sturla le rompieron todo el auto", agregó.
En 1994 resultó electo senador, puesto que mantendría por 25 años. Cuatro años después murió su esposa de cáncer, y el legislador quedó a cargo de sus dos hijas.
Según se relató en otro perfil sobre Heber realizado por El Observador, en la Cámara Alta, Heber cumplía en general el rol "fiscalizador", según dijeron compañeros de bancada. Desde su banca del Senado le tocó ejercer el rol opositor durante los 15 años de gobiernos del Frente Amplio, con mayoría parlamentaria.
A partir de 2011 también presidió el Directorio del Partido Nacional, un rol en el que se desempeñó por siete años. En esa época, trabajó en cambios internos y de funcionamiento de la orgánica partidaria, y el organismo debió procesar los cuestionamientos éticos a irregularidades de intendentes blancos como Agustín Bascou y Pablo Caram.
De Transporte a Interior: un cúmulo de cuestionamientos
El hecho que más repercutió de su gestión en Transporte fue la concesión a la empresa belga Katoen Natie por 50 años para seguir operando en la Terminal Cuenca del Plata. No tardaron en llegar los cuestionamientos del Frente Amplio que presentó una denuncia penal contra varios jerarcas que fue archivada y ahora está siendo reexaminada a pedido de los abogados de la oposición.
Pero muchos más problemas enfrentó a cargo de la seguridad. Al hacerse cargo del ministerio necesitó un período de adaptación para conocer una realidad que le era ajena y se recostó en la cúpula policial que no era la elegida por él ni era de su confianza. Mientras tanto los homicidios empezaron a crecer y la bandas de narcotraficantes volvieron a dominar algunas zonas. Como consecuencia los homicidios aumentaron 25% en el año 2022 con respecto a 2021. Mayo de 2022 registró el primer pico del año con 38 homicidios (luego, se dio otro pico en agosto y otro en octubre) se prendieron las alarmas y se anunció un cambio en la estrategia policial pero los cambios no fueron bien comunicados -Heber habló de un plan para frenar los homicidios pero no explicó bien su contenido-.
Le fueron achacados otros problemas de comunicación -el primero cuando mientras se prendía fuego el barrio Peñarol por varios crímenes se fue a recorrer Pocitos y a comer muzzarella al Chez Piñeyro- o cuando inmortalizó frases como "volvieron las carteras" o "no nos perdonan el éxito".
A su vez, el recambio de la cúpula policial, se demoró hasta que el caso Astesiano lo obligó a tomar esa decisión, luego de que trascendiera que varios de los oficiales actuaron en connivencia con el excustodio presidencial, condenado por delitos de corrupción.
Pero las tinieblas no se disiparon para Heber, quién ya había enfrentado varias interpelaciones por su gestión. En la última, a fines de junio, se fue sin una moción de apoyo del oficialismo, a instancias de Cabildo Abierto que presentó una moción con críticas a la gestión de Heber y logró el apoyo del FA en ese punto. Eso le permitió a la oposición plantear la censura, lo que si bien no se concretó lo dejó en una situación complicada.
Como si fuera poco, llegó el caso Penadés y el descubrimiento de que el jefe de la inteligencia carcelaria y exdirector del Comcar, Carlos Taroco, había trabajado para el exsenador con el objetivo de montar una estafa procesal y exculparlo de los delitos sexuales que le imputaron. Heber aseguró que no estaba en conocimiento de la conducta de Taroco y una vez más el presidente Lacalle le dio su apoyo.
Inés Guimaraens
Pero ahora se le había agotado el crédito. Este miércoles el FA había aprobado una nueva interpelación al ministro por posibles irregularidades en la causa que involucra a Penadés, pero la oposición también pretendía pedir explicaciones por “graves irregularidades” en los casos de Marset y Astesiano, lo que lo obligaría a enfrentar un nuevo pedido de censura que no se sabía si sortearía.
Finalmente, el presidente entendió que el ministro del Interior ya no tenía espalda política, algo que también terminó por admitir el propio Heber, que aunque no estuvo directamente involucrado en el episodio de los chats sobre Marset -resulta imposible pensar que no hubiera estado al tanto-, decidió dar un paso al costado con lo que además desactivó la interpelación y una nueva ocasión de que se les pegue por estos hechos al gobierno.
El "soldado" actuó en pro de su partido.