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Horizontes borrascosos

A pesar de que se ha hecho mucho, este gobierno y el que viene deberán seguir tomando medidas para que la economía uruguaya se despierte y tenga la misma agilidad que algunos países de la región
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30 de diciembre de 2018 a las 05:04

Un año electoral sumamente competitivo como no lo han sido los últimos tres donde el FA era percibido como claro ganador, y una economía en estado de estancamiento y necesitada de medidas claras como no lo ha estado ni en 2004, ni en 2009 ni en 2014, ponen en escena una suerte de escenario de esos que nadie desea. No es lo que suele llamarse una “tormenta perfecta”, pues no estamos en una tormenta ni al borde de una crisis ni siquiera de una recesión, pero sí es un año de horizonte borrascoso. 

Y no solo por nuestra situación. También por la situación de nuestros vecinos. Argentina, con el apoyo del FMI podrá transitar el 2019 con relativa estabilidad financiera pero con poco crecimiento y sobre todo con una enorme incógnita de lo que ocurrirá en 2020 cuando deba volver a los mercados de crédito que ya desconfían no solo del peronismo sino del mismo Macri y por ello el riesgo país se sitúa en los 800 puntos. Y Brasil, que es otra incógnita, que empezará a despejarse, para bien o para mal, desde el 1° de enero cuando asuma Bolsonaro y su nuevo equipo presuntamente pro mercado. Un Bolsonaro que debe llevar a cabo una hercúlea reforma de la seguridad social y del déficit fiscal.

Y por supuesto por una situación mundial nada favorable dado el enfrentamiento de Trump con China, con la FED y con otras instituciones. A lo cual hay que agregar los problemas enormes de Europa  y un brexit que será muy difícil de implementar, como sabían quienes quienes lo proponían, aunque escondían la verdad a los votantes y presentaban todo como un armar las valijas y partir de viaje sin ningún costo.
Pero aún siendo un año borrascoso por los motivos señalados, Uruguay no caerá en recesión aunque su crecimiento será lánguido. Entre 1% y 1,5% prevén los analistas privados. Solo el gobierno, en su proyección optimista efectuada en la Rendición de Cuentas, sostiene que el crecimiento superará el 3%. Dios lo oiga aunque parece ser una expresión de deseo más que un análisis realista. Lo peor es que bajo esa “expresión de deseo” se realizaron las proyecciones fiscales de la misma. Es decir, proyecciones fiscales optimistas, dentro de un escenario fiscal muy grave ya que el déficit no baja del 4% del PIB ni por casualidad y más bien todo indica que va a crecer en lugar de reducirse. Por tanto, con la economía estancada, con el desempleo en aumento, con la inversión en caída, con la pérdida de 50.000 puestos de trabajo en los últimos 4 años, con la deuda externa creciente para financiar un déficit que no se abate, con una inflación que no se sitúa en el rango de la meta fijada por el gobierno, se hace necesario tomar medidas. 

Medidas para poner en regla el déficit y la inflación, para que la trayectoria de la deuda no se haga insostenible y nos haga perder el grado inversor, para que la economía retome su dinamismo perdido y se empiecen a generar empleos. 
Medidas para generar un buen clima de negocios que el sector empresarial nota en deterioro por el alto costo país y por decisiones sindicales de tipo patoteril (piquetes, ocupaciones, paros sorpresivos, agravios a quienes quieren trabajar) que en nada ayudan ni al sector en que se aplican ni a la economía en su conjunto. 

Pero muchas de esas medidas tienen un costo para el gobierno en términos de restablecer el ejercicio de la autoridad, de frenar el crecimiento del gasto (alguien se acuerda qué pasó con aquella medida anunciada por el Ministro de Economía a mediados de 2016 de que entrarían 2 funcionarios públicos por cada 3 que se jubilaban o retiraban), de restablecer el equilibrio en las relaciones laborales para lo cual no hace falta más que cumplir las recomendaciones de la OIT para Uruguay que se vienen ignorando olímpicamente por mas de 7 años. Faltan 14 meses para el cambio de gobierno. Y la economía uruguaya no puede seguir en la inacción. Se necesita recuperar dinamismo como tienen Paraguay, Bolivia, Chile, Perú y Colombia que crecen por lo menos al 3%. ¿Se va a quedar el gobierno de manos cruzadas mientras atravesamos el período electoral y el post electoral? Sería triste que se guiarán por el mero cálculo político y Uruguay perdiera otro año y quizá otro tren. Porque no cabe duda que Bolsonaro va a revolucionar el Mercosur y casi seguramente va a terminar la hipocresía que se aplica al régimen de Maduro. 2019 no es un año para hacer la plancha y dejar que los horizontes borrascosos se resuelvan por sí solos. Necesitamos levantarnos y ponernos en marcha, sin regodearnos en un pasado sin recesión. Mucho se ha hecho pero muchísimo más queda por hacer a este gobierno y al próximo. Ojala el 2019 nos agarre a todos bien despiertos. No hay un minuto que perder. 
 

 

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