Ibai Llanos vs Gustavo López: el cruce que puso al periodismo en cuestión

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Ibai, Gustavo López y el cachetazo de los streamers al periodismo

El cruce entre el periodista argentino Gustavo López y el streamer español Ibai Llanos despertó, otra vez, la discusión por la renovación de los medios y el consumo del periodismo
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10 de mayo de 2021 a las 05:05

A veces puede ser difícil creer que una sola persona pueda transformar una idea, un modelo, una filosofía ya instalada con un estilo que perdura desde hace años. Y es aún más difícil pensar que ese simple ser humano es capaz de ridiculizar a un imperio que, por momentos, goza de embanderarse con lineamientos que delimitan cómo ejercer una profesión. Pero eso pasó en la última semana en la televisión, cuando el streamer Ibai Llanos le dio una cachetada profesional al periodista Gustavo López y le enseñó, sin intención alguna, una nueva forma de hacer periodismo.

Con su ciclo de charlas en el canal de YouTube Charlando tranquilamente, el streamer, gamer, youtuber o influencer español –como se quiera llamarle– protagoniza, tal vez sin saberlo, una nueva práctica periodística que no recurre al estilo tradicional e igualmente consigue su objetivo. Ibai le saca jugo a sus entrevistados, tiene rigor, aporta información relevante y siempre pone a los que tiene en frente en sintonía, en su misma vereda. Su estilo no confronta, no distingue jerarquías, y en vez de situar a ese artista, deportista o político como una superestrella inalcanzable, lo humaniza, lo descontractura, lo seduce. A la vez, cumple con la tarea que cualquier editor de diario o gerente de canal exigiría.

El último ejemplo es claro: en una de sus entrevistas, que Ibai ni siquiera titula como tal, el futbolista de la Juventus Paulo Dybala no solo desprendió información veraz y novedosa que después levantaron medios deportivos acerca de, por ejemplo, su vínculo con Cristiano Ronaldo o su pelea en un partido contra Chile, sino que también le reconoció que se sintió a gusto, como si estuviera en una charla con amigos y no en una interpelación.

“He visto las otras entrevistas y son diferentes a lo que a veces como deportistas estamos acostumbrados a hablar. No son charlas tan distendidas, o graciosas, o que uno pueda hablar sabiendo que es en chiste, joder, reírse y pasarla bien. El público es otro, lo sabe entender y eso está bueno. No sé cuánto estuvimos, pero se pasa rapidísimo porque al final es divertido”, le dijo Dybala a las casi dos horas de emisión.

Y es que Ibai, de pique, tuvo capacidad de sobra para generar confianza y entendió perfectamente por su experiencia –trabajó en televisión; fue comentarista de deportes electrónicos y presentador de G2 Esports hasta 2021–, que su feeling fluye tanto con futbolistas como con la comunidad de creadores en Twitch, artistas y presentadores. Entonces, no solamente puede pararse a pensar en entrevistar a figuras inalcanzables; también interpreta que, aunque escape de la barrera de lo formal, tiene buenos resultados con protagonistas serios o reservados.

¿Cómo lo hace? Muchas veces pregunta de la misma manera que un viewer (visualizador) suyo lo haría, con un estilo inocente, amigable y conciliador. Otras, elige ganar cancha sabiendo que su entrevistado lo consume y plantea un diálogo de par a par que solo su comunidad entiende. Pero siempre, y cada vez que habla frente a una cámara, rompe con los paradigmas de lo que un periodista tradicional tendría para ofrecer, como bien describe Nicolás Rotnitzky en su artículo El baldazo de Ibai a los medios tradicionales.

Para Richard Danta, profesor de Semiótica del Departamento de Humanidades y Comunicación de la Universidad Católica, esa cercanía con sus consumidores es crucial para entender el fenómeno. “(Sus viewers) siempre tienen la sensación de que pregunta desde su mismo lugar. Y los periodistas no lo hacen, porque respetan ciertas reglas del lugar de trabajo”, opina. “Ese elemento de limitación también establece el sentido de comunidad. En las comunidades sociales, los barrios, las familias, los grupos de amigos, uno no puede hacer y decir todo, aunque le gustaría", agrega. 

El streamer español cuenta con casi 5,9 millones de seguidores en Twitch y casi la misma cantidad (5,8 millones) en YouTube

El penúltimo fin de semana de abril, un comentario del periodista Gustavo López denostando a Ibai durante su programa radial saturó las redes de reproches. Probablemente no porque mucha gente lo haya escuchado en directo, sino porque los grandes portales tomaron el fragmento y se difundió masivamente en Twitter.

Lopéz se topó con un mundo que desconocía, que a lo mejor le sonaba por comentarios pasajeros de sus hijos o por el propio feedback que muchas veces recibe en su red social. Muy lejos estaba todo eso del concepto de fidelidad que, asumió equivocadamente, solo tenían los oyentes y televidentes de sus programas.

Ese mismo fin de semana, al periodista deportivo le saltó un ejército de seguidores a remarcarle que las cosas no eran como él decía. No eran hinchas de Boca o de River quejándose por un comentario impreciso sobre el partido del último domingo. Fueron miles y miles de opiniones anónimas en su contra –algunas no muy amistosas– que coparon las tendencias en Twitter, alimentaron de noticias a los portales y dejaron en silencio a la mayoría de sus colegas. Esa topadora virtual de burlas, agravios y críticas de infuencers lo llevaron a entender que se había equivocado y debía pedir disculpas. Pero cuando quiso remediar su error, ya era tarde.

Dio un discurso crítico, con un componente de mala intencionalidad e indicios de desconocimiento, que poco se pareció al que ensayó una vez que tuvo al streamer frente a él, y que tal vez no atrapó a demasiados argentinos en la emisión inicial. Pero para su pregunta “¿quién es Ibai?” hubo un montón de gente detrás, un montón de fanáticos con respuestas. 

Detrás de esa duda de López se escondía una comunidad que a lo mejor él vio crecer de costado, en su propia casa, con la computadora de sus hijos, y que por más Twitter, Instagram y Facebook que consuma, difícilmente le haya prestado atención o se haya imaginado que el sentido único de pertenencia que tienen sus miembros los llevaría a tomar acciones de ese calibre. 

La mayoría de los espectadores de Twitch son adolescentes, y eso puede llevar a pensar que sus gustos son cambiantes, que tienen rutinas más irregulares o que sus visualizaciones son repentinas. Sin embargo, como expresó en muchas ocasiones el streamer Martín Pérez Disalvo, conocido como “Coscu”, ni el televidente más tradicional logra la “fidelidad” que maneja el círculo de streamers con su comunidad. 

Por mencionar solo alguno de los códigos, los suscriptores tienden a dejar su computadora prendida con tal de dejarle la view (visualización) al creador, se animan a pedirle la tarjeta a sus padres para ayudar con donaciones y más de uno siempre está ahí, al tupé de que esa notificación en su smartphone caiga, para ver en tiempo real el contenido que cada tarde, noche o mañana –cuando sea que el streamer elija– lo entretiene.

Seguramente antes, durante todo el día, ese mismo seguidor que estuvo a la espera de la emisión, likeó todas las fotos del creador o comentó el perfil de ese chico que añora a decenas de kilómetros, desde el otro lado de la pantalla, como quien idolatraba a Diego Maradona o a Michael Jackson en los 80. Ese mismo encargado de entretenerlo en la noche, es, a la mañana siguiente, el que genera contenido en otras redes sociales y lo endulza con el deseo de que algún día quizás él también pueda vivir de eso, sin perder el timón del estudio. Como siempre pasó en cualquier época.

Es por eso que Ibai corrige a López y le dice que lo suyo es un trabajo y que también debe valorarse. “Hay mucha gente que no respeta el trabajo que hacen los creadores de contenido, streamers o youtubers, porque creen que es solo sentarse delante de una cámara, ganar mucho dinero y ya está, como creo que es el error que tú cometiste”, le explicó al aire durante el cruce que tuvieron en ESPN.

Y entre risas ironizó: “¿Creés que ahora los jugadores van a los programas por los millones de seguidores que tenemos cada uno? Tu dices que tenías 20,4 puntos de rating; deberían ir a tu programa, Gustavo”.

La escena invita a entender que el público sigue ahí, que su interés por los contenidos está, pero que ahora la oferta es tan masiva que permite a muchos cambiar de ecuación, de plataforma, por eso tantos, en parte, se aliaron a Ibai tras el intercambio. Se podría explicar con los ratings porque, por ejemplo, según datos que recopiló Big Data Sports, Ibai tuvo 150 mil espectadores en directo en Twitch durante la conversación con López mientras que ESPN registró un rating de 0.81 (alrededor de 80 mil personas). Y también se puede entender desde una lógica similar a lo que sucedió con la radio cuando apareció la televisión y la obligó a reconvertirse. Lo mismo le sucedió a los diarios con los métodos de suscripción y las ventas del papel.

Quizás el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, no estaba tan equivocado cuando dijo en El Chiringuito que el 40% de los jóvenes españoles de 16 a 24 años ya no miraban fútbol, se abocaban a otras rutinas y quizás por eso era necesario crear una Superliga con partidos relevantes cada semana.

La era digital se asentó, desplegó un abanico de opciones y las formas de comunicar cambiaron. También los mecanismos para subsistir como comunicador. Hoy la inmediatez, la aparición de nuevas plataformas y comunidades reina, y tal vez el zapping, la lectura de las mañanas o la contratación de un cable –salvo que venga incluido con el internet– no son algo tan elemental para la generación Z. Pero eso no quiere decir que ambos paradigmas no puedan coexistir. De hecho, Ibai recibe feedback de sus suscriptores mientras habla en directo y Orlando Petinatti sigue teniendo el mismo éxito con su programa en radio como hace casi 30 años. 

En ese sentido, Javier Mazza, magíster y docente de la Universidad Católica, entiende que se consolidaron dos universos “distintos”, donde si bien en ambos casos hay una interacción con la audiencia, el engagement se conforma según la "acción transmediática" a la que el receptor esté sujeto. "La audiencia que le manda un mensaje o lo llama a Petinatti en realidad tiene que vincularse con la radio a través de otro medio para poder llegar a ella. Si bien yo tengo un engagement, me lo está posibilitando otro medio, entonces ahí estoy haciendo una acción transmediática y me estoy pasando de un lado al otro, fluctuando entre plataformas. En Twitch o YouTube la cosa es distinta. Si yo estoy ahí, parte de estar en el vivo implica interactuar con el contenido y esa es parte de la experiencia de la plataforma".

Hay nuevas opciones y no hay que tenerles miedo. Muchos periodistas que lo entienden, como el español Míster Chip, emigraron a Twitch y consiguieron buenos resultados, además de mantener sus trabajos para medios convencionales. Aunque, en general, los creadores de contenido, sea gamers, streamers o youtubers, se aferran a las nuevas herramientas multimedia y dejan de depender de las empresas, de un gerente o de un editor que les marque el rumbo de qué decir y cómo expresarlo. A lo mejor tienen un acuerdo publicitario o un contrato exclusivo con Twitch, pero esa fórmula independiente les da una “proyección empática” distinta a la que ocurre con los periodistas profesionales, entiende Danta.

“Hay una cuestión estructural de los medios que limita los accesos y limita los imaginarios. Es muy difícil que yo me pueda imaginar conduciendo un programa deportivo. No sé si quiero eso de no meterme con uno, de cuidar lo que digo y no digo. Ibai Llanos es un tipo bastante prudente, pero también están los streamers exitosos que dicen 'cualquiera'. A lo que voy es que siempre hay una sensación de que puedo meterme a desarrollar mi profesión en una plataforma o que me identifica tanto que es como que fuera él o ella, y esa no es la sensación que tenemos frente a la televisión”, analiza.

Tal vez el tropezón de López con Ibai no deje de ser una simple anécdota, en la que un boxeador se subió al ring y subestimó a un rival que lo sacó para afuera en el primer acercamiento. Pero también ayuda a entender que la emergencia del mundo virtual, las plataformas que emiten en simultáneo y los creadores de contenido son una fuerte corriente que, lejos de querer arrebatarle la tarea a los medios y al periodismo, entienden con más facilidad cuándo y cómo se debe cambiar.

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