La Organización de Estados Americanos (
OEA) discute sobre la posibilidad de una nueva intermediación para la crisis interna venezolana ante la eventualidad de que los esfuerzos mediadores que lleva adelante el Vaticano y los expresidentes José Luis Rodriguez Zapatero (España), Martín Torrijos (Panamá) y Leonel Fernández (República Dominicana) se frustre por completo.
Dentro del menú de opciones que manejan los miembros del organismo continental se privilegia la posibilidad de formar un "grupo de amigos" o seleccionar estados individuales que de manera particular puedan influir para acercar al gobierno de Nicolás Maduro y la oposición política en un período de tiempo más acotado.
Hasta el momento no se manejaron nombres de quienes podrían ser los que formarían parte de ese proceso, pero en cualquier caso deberá existir la conformidad de Caracas para que la intermediación sea viable.
El gobierno uruguayo apoya esta posibilidad en el entendido de que se debe apostar por el diálogo de manera ineludible y que abandonar el camino de la diplomacia en este momento sería abrir las puertas para profundizar el conflicto en el país caribeño, dijo una fuente de gobierno a El Observador.
Por este motivo es que el Ejecutivo decidió de antemano fijar una posición respecto a la posibilidad de aplicar la Carta Democrática Interamericana, mecanismo impulsado por el secretario general de la OEA, Luis Almagro.
"En la mañana de hoy (por el martes) he dado instrucciones a nuestro embajador ante la OEA para que en el caso que se llegara a plantear la aplicación de la cláusula democrática a
Venezuela, que
Uruguay vote negativamente", dijo el canciller Rodolfo Nin Novoa en rueda de prensa.
Sin embargo, en la reunión extraordinaria del martes 28 no hubo ningún intento de emprender esa acción. De hecho, Uruguay no participó de ninguna reunión formal o informal en la que hubiera consultas al respecto. "Y Uruguay acude a todas las reuniones a la que se lo invita", precisó la fuente consultada.
Eso no quiere decir que no haya países dispuestos a secundar la pretensión de Almagro. Paraguay es uno de los estados que empuja de forma más vehemente para que Venezuela sea suspendida del organismo regional, tal como pretendió que sucediera en el Mercosur. Pero el intento guaraní –que otros países miran con simpatía- por ahora no logró acumular los 24 votos necesarios para que el gobierno de Maduro sea enviado al exilio regional. Y en la medida que esos votos no aparezcan es difícil que se llegue a una instancia de votación.
En la vereda de enfrente aparecen países como Uruguay y Chile que entienden que no hay que ceder a ninguna posibilidad que no involucre el diálogo porque esa es la única y "verdadera" forma de ayudar al país caribeño. En la reunión del martes, el representante colombiano dijo que Venezuela no debía dudar en pedir ayuda si creían que la necesitaban y puso como ejemplo a su país, que sigue recibiendo la asistencia de la comunidad internacional para hacer frente a su conflicto interno.
Dos frentes
Los cuestionamientos al gobierno de Nicolás Maduro se reproducen en dos de las organizaciones regionales de las que Venezuela forma parte. Además de la discusión que tiene lugar en la OEA, Venezuela está en un proceso de resolución de controversias en el Mercosur que, hasta el momento, no generó resultados positivos para los intereses de Caracas.
En cada uno de esos frentes la estrategia de la diplomacia venezolana ha sido marcar lo que entienden como una "ilegalidad" de los mecanismos que se utilizan con el fin de hacer una "injerencia" en ese país. Eso fue lo que la canciller Delcy Rodríguez hizo el pasado lunes en Washington para intentar impedir la concreción de la reunión extraordinaria del martes. Sin embargo, en la OEA ningún miembro tiene poder de veto y cualquier estado puede convocar a una reunión.