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20 de noviembre de 2020 a las 21:53

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El presidente Luis Lacalle Pou mantuvo una inusual alta popularidad en los primeros ocho meses de gestión, al prolongarse el clima de “luna de miel” con que la ciudadanía en general suele retribuir a los jefes de Estado al inicio de un mandato.

No hay un número mágico que refleje el período exacto en el que se extiende el crédito de los ciudadanos a sus gobernantes. Es una confianza que depende de las circunstancias políticas, económicas y sociales, sumada la calidad del liderazgo en relación con las políticas públicas y al plan de reformas con el que en general se conquista el poder.

A los 13 días de ocupar el Edificio Libertad, Lacalle Pou tuvo que enfrentar el huracán del covid-19, que amenazó con poner en entredicho su hoja de ruta.

Y, por si fuera poco, al comienzo de todo, su férrea convicción de que el combate a la pandemia no debía subrogar el valor de la libertad tuvo que enfrentar la opinión de influyentes impugnadores que reclamaban, en voz alta, medidas de confinamiento radical.

La lucha contra las olas embravecidas del covid-19, obligó a incluir este evento tan trágico como impensado, pero sin dejar a un lado las políticas de renovación en asuntos centrales, como la seguridad y la economía, que son complementarias cuando se proyecta una sociedad de progreso.

El barco navega más lento de lo previsto, pero el capitán no parece haberse desviado de la dirección original. Las reformas de la ley de urgente consideración y el proyecto de ley de presupuesto son dos importantes planes que contienen las políticas prometidas.

La encuesta de Equipos Consultores, que midió la popularidad de Lacalle Pou a finales de octubre y principios de noviembre, reconoce la larga “luna de miel” del presidente: seis de cada 10 uruguayos (60%) aprueba la forma en que se está desempeñando; dos de cada 10 (20%) la desaprueba, mientras que el resto mantiene opiniones intermedias (18%) o no opina (2%).

La evaluación mayoritariamente positiva del presidente es consistente con la tendencia de los sondeos desde marzo pasado.

El líder blanco logró un nivel de satisfacción popular muy superior al apoyo que obtuvo en las urnas como candidato presidencial.

Y ello pese al declive de la economía, a la pérdida de puestos de trabajo en un mercado laboral ya en problemas, al cierre de empresas, y al daño inaudito en ramas de actividad como la de comercio y servicios.

Según Equipos Consultores, el desempeño del gobierno en la crisis desatada por el covid-19 es uno de los factores principales del alto desempeño presidencial. Y a ello sumó el manejo de la seguridad pública.

Sin ánimo de forzar el análisis del sondeo, debería ponderarse también una gestión gubernamental que a la misma vez impulsó un conjunto de reformas que pudieron perjudicar la popularidad del presidente.

El manejo del covid-19 le sumó credibilidad a Lacalle Pou y ello pudo haber alimentado una confianza ciudadana en el espíritu reformista.

Como muestra la historia política, la buena evaluación popular puede ser un arma de doble filo para cualquier mandatario.

En nuestra opinión es un buen momento para acelerar la marcha en la ruta trasformadora en el campo de la economía y de la educación, dos poderosos instrumentos para atraer inversiones de calidad, algo de lo que aún estamos muy lejos.

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