El instituto pretende avanzar en una vía que le permita recibir financiación privada.

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El Institut Pasteur busca concretar llegada de capitales extranjeros ante un modelo  que "no es viable" para el crecimiento de la ciencia en Uruguay

Luego de un año el MEF avalará que el instituto se asocie con privados. Una inversión de US$ 10 millones quedó por el camino ante la demora en la autorización oficial
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12 de mayo de 2022 a las 05:00

En los próximos días el Ministerio de Economía y Finanzas otorgará su aval a una idea presentada por el Institut Pasteur Uruguay que pretende cambiar el paradigma de la forma de hacer y de financiar la ciencia a nivel local, y que pretende construir un nuevo modelo de sustentabilidad para esa institución. La institución busca un modelo que le permita asociarse, en un plano de igualdad, con el sector privado, mediante la creación de un fondo de inversión que aportaría el dinero para crear empresas de base científico-tecnológica a partir del conocimiento generado a nivel local. 

Así se lo dijo a El Observador el director de la institución, Carlos Batthyány. La razón de fondo: nada hace prever que, en la próxima década, la situación de la ciencia vaya a tener un cambio en Uruguay. Batthyány estuvo la semana pasada en la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado. Allí fue concluyente y dijo que "el instituto no es viable". Consultado, el director explicó que la inviabilidad se da en torno a que el modelo actual no le permite su crecimiento, en una situación que lejos está de ser exclusiva, ya que es común a todo la ciencia en Uruguay. 

El plan, señaló, es promover ideas disruptivas a través de "startups" integradas por científicos. "No pretendemos transformar al científico en un empresario", aclaró. Lo que se trata, dijo, es que sean "acompañados" por otro conjunto de profesionales: allí entran a jugar emprendedores y gente que sabe hacer negocios. 

Allí, puso algunos ejemplos. Si la inversión inicial del fondo llegara a los US$ 35 millones y se crean 20 o 25 empresas el instituto, con el 10% de las acciones de esas empresas, podría ingresar entre US$ 20 millones y US$ 40 millones en un década, multiplicando hasta por diez su presupuesto actual anual. Si bien se trata de proyectos de alto riesgo, la experiencia internacional indica que, luego de diez años, el retorno puede llegar a ser de seis veces el capital invertido. 

Batthyány dijo imaginarse que en ese entonces el Institut Pasteur tenga otra capacidad de dinero para invertir en ciencia, tecnología e innovación. "No tenemos fines de lucro y todo lo que entra al instituto se reinvierte para hacer más y mejor ciencia", señaló. "Sí tenemos la vocación de que lo que hacemos dé resultados a la sociedad". 

En realidad se trata de una idea que ya tiene ya su tiempo de discusión. Ya se venía hablando de ella desde abril del año pasado, cuando fue mencionada públicamente por el presidente Luis Lacalle Pou, cuando la institución le presentó la propuesta. En ese entonces, según contó Batthyány, hubo cartas de intención de privados dispuestos a acompañar el proyecto, y habían asegurado fondos por US$ 10 millones. Todo desapareció al no haber más novedades sobre el aval oficial a la iniciativa, y los inversores pusieron ese dinero en otros lugares. 

Más de un año después, advirtió Battyány, los delegados de Economíá y de la Universidad de la República en el instituto aún tenían sus dudas. La razón: el fondo de inversión debería tener su sede en el Estado de Delaware (EEUU). La locación tiene su justificación práctica: "los inversores extranjeros no van a traer el dinero a Uruguay y tener que pagar un montón de impuestos que en otros lugares no les cobran", apuntó. Según explicó, ese estado estadounidense tiene apreciable jurisprudencia al respecto y, si fuera necesario un arbitraje, se resuelve en 24 horas.  

Los reparos estaban relacionados a que Delaware está considerado un "paraíso fiscal" por la Organización para el Comercio y Desarrollo Económicos (OCDE). Según Battyhány, La Secretaría Nacional contra el Lavado de Activos (Senaclaft) ya dio el visto bueno. La solución sería que los eventuales inversores cumplieran las mismas exigencias que en Uruguay. La idea fue sugerida por el expresidente del Banco Central, Ricardo Pascale, actual titular del Consejo de Administración del instituto. 

Se gasta poco y mal

Batthyány apuntó que los países desarrollados han invertido en los últimos años entre el 2% y el 4% de su PIB en ciencia, tecnología e innovación. El director del Institut Pasteur Monrevideo puso como ejemplo el concepto de "Startup Nation", uno de cuyos vectores ha sido una fuerte inversión pública en ciencia, innovación y tecnología. Allí el 95% de los recursos llegaron a ser de origen estatal.

 En 2001, gracias a eso, ese país logró ser el mayor exportador de conocimiento a nivel estatal. Para esa fecha la inversión pública se había reducido al 17% del total. Sin embargo, los recursos aumentaron. Según explicó, más de la mitad del dinero que llega hoy a ese estado para producir conocimiento y transformarlo en bienes y servicios provienen de capitales privados. La mitad del total, extranjeros. "Creo que ese es el paradigma que tenemos que tratar de alcanzar", afirmó. 

Para Batthyhány los números actuales de Uruguay en ciencia, tecnología e innovación son malos. Según sus cifras, hay apenas 2.000 investigadores por cada millón de habitantes económicamente activos, cuando debería tener diez veces más. El 99%, además, trabaja en el sector académico. Desde hace dos, tres décadas, la inversión estatal está por debajo del 1%. La mitad de lo que invierten países desarrollados, y cuatro veces menos que "los que se quieren desarrollar". Por lo tanto, si el porcentaje se mantiene constante, en cinco años más el país estará incluso peor.

Hoy, indicó, en el instituto trabajan 320 personas, de las que 260 son estudiantes o investigadores consolidados. El resto es personal administrativo y de mantenimiento. En pesos constantes, su presupuesto anual es de $ 268 millones. 

"Antes exportábamos licenciados, después empezamos a exportar magísteres y ahora exportamos doctores", advirtió a los legisladores. "Es pegarse un tiro en el pie". Según apuntó, a los jóvenes profesionales que están haciendo alguna especialización de posgrado el Sistema Nacional de Becas les paga entre $ 21 mil y $ 27 mil y les exige "casi que una dedicación exclusiva", ya que se les requiere tener 30 años e incluso devolver el dinero si no terminan su tesis. Además, dijo, todo se hace sin beneficios ni aportes patronales. "Trabajan en negro", señaló. 

Ante los senadores, el director del Institut Pasteur Uruguay puso también de ejemplo a la estadounidense Pittsburgh. Conocida tradicionalmente como "la ciudad del acero" hasta que esa industria se terminó, vivió una larga decadencia hasta que sucedió una "maravilla": la asociación entre la Universidad Carnegie Mellon, allí instalada, y el gigante tecnológico Google. Según Battyhány, entre 1998 y 2015 se crearon allí 2.000 empresas emergencias producto de esa sociedad, lo que terminó transformando totalmente a la ciudad.

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