Jorge Díaz fue fiscal de Corte por nueve años y medio

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Jorge Díaz: "Uruguay no va a tener maras ni pandillas porque no tenemos jóvenes"

"En Uruguay no hay maras ni pandillas y no va a haber. Primero, por una razón demográfica: no tenemos jóvenes. Salvo que tengamos maras y pandillas de hombres de 50 años", aseguró
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27 de junio de 2022 a las 05:00

Cambió el despacho con luz blanca que daba a la transitada calle Paysandú por una oficina en la que entra la luz del sol y tiene una ventana grande por la que se percibe la calma de la calle Alejandro Schroeder, en el corazón de Carrasco. Jorge Díaz se apasiona cuando habla de las políticas públicas y su tiempo en la Fiscalía, pero dice que formular denuncias sobre "temas de softwares" también lo apasiona y tiene un plus: le permite estar tranquilo, ir a ver a Wanderers y leer. "Esas cosas pesan", aseguró. 

Lo que no cambió fue su personalidad obsesiva y analítica. Piensa con mucha antelación y dedicación cada paso. Así se forjó su salida de la Fiscalía de Corte en octubre del año pasado. 

A continuación, un resumen de su entrevista con El Observador.

¿Antes de ser juez ejerció como abogado?
Muy poco, no sé si fue unos meses. Podemos decir que prácticamente no ejercí. 

¿Es como se lo imaginaba?
No es fácil que una persona que se dedicó 30 años al servicio público ahora pase a la actividad privada. Tiene que ser muy cuidado, muy pensado. En mi caso, que soy muy obsesivo, fue excesivamente planificado y bueno, realmente sí, es como lo pensaba. 

Mirándolo en retrospectiva, ¿su salida de la Fiscalía fue en el momento justo o se arrepiente de algo?
Yo creo que el mandato de 10 años es un mandato excesivamente largo para una responsabilidad como la del fiscal general en un sistema acusatorio. Las fiscalías son montañas rusas. El rol del fiscal general es tener un poco la espalda, la fuerza y la cintura suficiente para mantenerse en esa especie de forcejeo permanente. 
Se puso 10 años porque así era la Corte, opero es una cosa totalmente diferente distinta. Tiene que ser más corto, no tan corto que no te deje hacer nada, pero más corto. 
Yo no asumí el cargo para hacer la plancha. No soy corcho para ir flotando en el agua para donde me lleve la corriente. Llegó el momento en el que había que irse, cuando el sillón del jerarca empieza a tener la forma del jerarca uno se tiene que ir. Después me tuve que quedar un tiempo más porque (Ariel) Cancela renunció, yo pensé que iba a ser con él la transición porque era mi adjunto, pero él se fue antes que yo. Propuse un adjunto que fue designado por el actual presidente de la República (Luis Lacalle Pou), sabiendo que yo me iba en abril, sí o sí él iba a quedar un tiempo como fiscal. Sabiendo eso, se vota por unanimidad en el Senado. 
Después de que Juan (Gómez) conoció el trabajo, que no tiene nada que ver con lo que él hacía porque el fiscal de Corte es 99,9% gestión. Acá hay que resolver todos los días muchas cosas. Perdón, acá no. En ese lugar. Una vez que pasó la rendición de cuentas, consideré que ya estaba, pedí la entrevista con el presidente de la República. 

Pero el presidente se sorprendió.
Sí, el presidente es bicho... Se sorprendió pero no sé si no lo esperaba. La decisión la tenía tomada, si no hubiera sido por la jubilación de Cancela me hubiera ido en diciembre de 2020. Así estaba definido en mi tablero de ajedrez. Hubo que cambiar la jugada y hacer que la partida tuviera unas movidas más. 
Yo sé que hay algunos que hacen conjeturas, pero cada uno se ríe de su propia piola. 

La Diaria le preguntó en enero cómo influyó la muerte de Jorge Larrañaga en la política de seguridad y dijo que aún no había pasado suficiente tiempo para hacer ese análisis. ¿Ahora?
Jorge tenía una impronta particular que lo hacía único. Un día estaba durmiendo en mi casa, recibo un codazo de mi señora, que me dice 'te llama Larrañaga'. Efectivamente era él, era algo importante. Al otro día le pregunté a ella que cómo sabía que era Larrañaga. 'Es el único que te puede llamar a las 3 de la mañana', me contestó. Eso es una impronta personal. 
En lo global del tema seguridad creo que recién ahora se empezó a desagregar el efecto pandemia. Ahí empezamos a ver los números y hay una situación que va quedando más o menos clara. La academia va a arrojando luz sobre el tema. Creo que en algún momento va a haber que pasar raya, creo que a fines de este año podremos ver si la situación que estamos viviendo es la misma que venimos viviendo desde hace 20 años. 
Nosotros seguimos cargando en el Ministerio del Interior toda la culpa del tema seguridad. Yo no me canso de insistir hay cuatro acciones básicas, la prevención, la represión, la investigación y la persecución criminal. Uruguay está enfermo de represión y hace poco por la prevención. Y cuando lo hace, tiene una versión hemipléjica que es la de poner patrulleros. Eso es una parte. Hasta que no planifiquemos todo como un conjunto, vamos a seguir hablando del patrullero y del chorro de la esquina. 

¿Qué dice del panorama nacional en materia de seguridad la ola de homicidios que hubo en Peñarol o el cuerpo que apareció desmembrado en la rambla?
Si estamos en el caso a caso no vamos a poder hacer nada. Y hace tiempo que son varios casos juntos, desde la época de Los Chingas y antes. Yo en el 2009 dije que en Uruguay no había sicariato, porque la oferta no se había encontrado con la demanda. Gente con plata para pagar y gente dispuesta a hacer cualquier cosa por plata también había, pero no había sicariato porque había una barrera cultural que hacía que a nadie en el Uruguay se le ocurría pagarle a otro para que lastimara a otro. Hoy esa barrera se rompió. Se juntó la oferta con la demanda. Cuando lo dije en aquel momento me dijeron que exageraba y que quería generar una profecía autocumplida. Y ahora pasó. Tampoco fui adivino, miré lo que estaba alrededor. 

El exdirector de la Policía Mario Layera dijo que podemos llegar a ser El Salvador o Guatemala.
Discrepo. En Uruguay no hay maras ni pandillas y no va a haber. Primero por una razón demográfica: no tenemos jóvenes. Salvo que tengamos maras y pandillas de hombres de 50 años... La composición demográfica uruguaya es europea no latinoamericana. 
Son organizaciones formadas por cientos de jóvenes, con ritos de iniciación, organizaciones rígidas. Eso en Uruguay no existe. Acá existen bandas criminales, generalmente familiares, que agarran un negocio muy lucrativo como las drogas. La pasta base, que es de costo bajo, hizo que familias que quizá no podían acceder a la cocaína ahora puedan. Hay una disputa por territorio y mercado entre grupos de jóvenes. 
Todo se resuelve con violencia, hemos copiado lo malo. Estamos viendo cuerpos de jóvenes mutilados, hay secuestros y torturas. Eso está asociado directamente a la disputa por territorio y mercado. Yo soy de la época en la que los narcotraficantes se decían de todo pero no se peleaban. Más de una vez, por escuchas que teníamos, me llamaban y me decían: 'Mire doctor que se van a agarrar entre la banda tal y la banda tal'. Bueno, vaya y vea le decía yo a la Policía. Siempre aparecía un padrino que arreglaba el conflicto. Los problemas se arreglaban conversando. Había un pavoneo real, una exhibición, pero aparecía el padrino y solucionaba. Eso se terminó acá y en toda América Latina. 

Hay bandas de familias que aterrorizan barrios, ¿qué tanta diferencia hay?
Esas familias no tienen rito de iniciación, rito de conducción. En las maras salvadoreñas, si un integrante llega a salir con un integrante de la otra mara, el castigo es que la empalan. Solo por mirar con cariño a alguien de la otra mara. Eso en Uruguay no existe. 
Hay un fenómeno que sí es nuevo que es el miedo. La extorsión es por definición el delito del crimen organizado. Lo que pasa es que antes en Latinoamérica el miedo se solucionaba dividiendo el territorio y ahora en el resto del países no más. 
Estamos pensando siempre en atacar la oferta. ¿No pensamos en atacar la demanda? ¿Pensamos que nuestros jóvenes están condenados a consumir droga? Mientras haya demanda siempre va a haber oferta. Porque se va uno y llega el otro. El concepto de seguridad es mucho más amplio que la represión. No veo un trabajo de mediano plazo sobre el resto de los factores que influyen. Mientras los uruguayos nos pongamos de los dos lados de la grieta y nos tiremos piedras... 

Tenemos una población envejecida; si todos los cambios son a largo plazo, ¿condenamos a los mayores que viven en esos barrios a vivir con miedo?
Ahora hay un montón de herramientas, insuficientes por falta de plata, que ha implementado la unidad de víctimas y testigos. Antes no había nada. 
No creo que haya que retirar a la Policía. Lo peor que puede hacer la Policía es retirarse. Uruguay tiene una gran ventaja que es que tiene presencia en todo el territorio. Hay escuela, comisaría, centro MEC. Eso sí pasa en otros países. Aprovechemos esa ventaja logística y estratégica para empezar a desarrollarnos. 

¿Lo tantearon desde que se fue de la Fiscalía?
(Piensa) Yo tengo vínculo... Tengo amigos en todos los partidos... Mentira, en uno no tengo (se ríe). Tengo amigos, pero como mi posición ha sido pública, mi decisión ha sido respetada. No me siento ni compelido ni seducido por entrar a la política. Lo que no quiere decir que no me guste, se lo dije al presidente en la conversación que tuvimos (cuando renuncié). Me dijo: 'Te vas para la política'. Y le digo 'no'. 'Pero a vos te gusta', me respondió. 'Más que al dulce de leche, igual que a usted', pero hoy no me siento seducido ni atraído. 

Fui servidor público veintipico de años, o sea que la cosa pública es algo que traigo, pero hoy por hoy estoy enamorado de mi proyecto. He sido muy claro y me han respetado, es decir, no he tenido acercamientos al terreno político. 

Me quedé pensando porque hablo mucho con políticos y a veces uno se queda con la sensación de 'pa' ¿en realidad me lo dijeron o no?'. Quedó sobreentendido que yo tomé una decisión y eso no quita que me apasione el tema público. 

¿Alguna vez lo llamaron al Parlamento por una cuestión interna de la Fiscalía?
Sí, muchas veces. Fui con Juan Gómez por lo de los concursos, fui por el Departamento de Depuración, Priorización y Asignación, fui por unas declaraciones públicas que había hecho en su momento, fui muchas veces. Era habitué. Es más, en alguna cosa puntual pedí para ir. Lo que pasa es que no había tanto ruido. 

Hay legisladores que critican que el fiscal de Corte Juan Gómez continúe su línea de gestión y afirman que usted sigue interviniendo.
No opino sobre la Fiscalía hoy. 

La Fiscalía y los cambios normativos que impulsó

Jorge Díaz fue fiscal de Corte por nueve años y medio

¿En qué momento cree que está el código? Usted dijo que ya no es nuevo, pero hay otros actores que afirman que todavía está con dolores de crecimiento.
Los que dicen que está con dolores de crecimiento son los que dicen que no se iba a aprobar, dijeron que no iba a entrar en vigencia, dijeron que se iba a caer a pedazos... Cinco años y lo cierto es que más allá de los dolores naturales de los primeros meses, hasta que yo me fui había récord de imputaciones. ¿Dónde está el código benigno? El código benigno demostró que no era benigno. Si no pregúntele a los 14 mil privados de libertad que hay en Uruguay. Al código hay que cambiarle muchas cosas... 

¿Qué cosas?
Reinstalar la suspensión condicional del proceso. Lo sacaron por tres casos que se caricaturizaron. Eran situaciones caricaturizables. Pero las situaciones, no la norma. Y sacaron la norma. Al código hay que dejarlo tranquilo. 
Algunas propuestas que yo he escuchado, disfrazados de 'vamos a mejorar algo', quieren volver al sistema anterior. 

¿Qué cambio fundamental cree que habría que hacerle al Código Penal?
Todo. 

¿Escribirlo de vuelta?
Exacto. Tenemos que hacer un código moderno. Mire que el que tenemos le ha prestado servicios a la patria... Está desde el 34. Pero está obsoleto. Hay tantas modificaciones, tantas leyes especiales que ya no sabés dónde está el código. 
A una mujer que mete 50 gramos de marihuana a la cárcel la ley dice que hay que meterla cuatro años presa. Una persona que mata a otra tiene un mínimo de dos años. Un copamiento tiene un mínimo de ocho años. Mandamos la dosimetría al diablo. 
Además, hay delitos que no existen. No tenemos delitos informáticos, no tenemos delitos medioambientales. Ah, sí, pero tenemos la falta de respeto a la autoridad (ironiza). 

¿A qué cree que se debe la popularidad de las secciones judiciales en los medios, que cada vez crece más?
Yo ya dije que los medios llegaron a la puerta de la justicia penal para quedarse. El que pretende ignorarlo, no puede estar en la justicia penal, porque (los medios) no se van a ir. Yo creo que está bien que así sea. 
En el mundo es así. La justicia penal vende. El periodista se para en la puerta, ahora incluso debería entrar a la audiencia y es fantástico. 

Varios políticos de distintos partidos han dicho que estaría bueno que los fiscales salieran del candelero.
No va a pasar. No va a pasar porque a la gente le interesa. No le interesa la discusión de la marsupia roja en la Cámara de Diputados. ¿Por qué me preocupa? ¿Porque no me dan espacio a mí?

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