AFP

La belleza al poder

Al parecer, Kim Jong-Un cambió de táctica y de estrategia

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12 de febrero de 2018 a las 05:00

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Cuando ya nos habíamos acostumbrado a aceptar que del régimen comunista de Corea del Norte solo llegaban noticias relativas a las hambrunas, a una inminente guerra nuclear, y a la fealdad física y espiritual de su regordete líder, de pronto la realidad, mejor dicho, la percepción universal, se siente sorprendida por un cambio profundo a nivel externo. Algo es algo, y es mejor que nada. Al parecer, Kim Jong-Un cambió de táctica y de estrategia. Por lo visto (y el verbo ver es el adecuado a las circunstancias) quiere dejar de ser considerado una especie de Hitler marxista, y convertirse en una mezcla impredecible de Versace y Chanel que busca conquistar al mundo por el look de la población femenina de su país, mejor dicho, de una parte exclusiva de esta, y no mediante una detonación atómica. El impredecible tirano ha cambiado la ideología por la estética. Resulta que a los Juegos Olímpicos de invierno de PyeongChang, Corea del Sur, envió una tropa femenina comandada por su hermana, Kim Yo-jong, la cual sin problemas podría hacerse merecedora a una medalla de oro en belleza exótica. Yo –ella- no se parece en nada a su hermano, al menos en presencia física. Kim Yo-jong tiene todo para poder destacarse en una película de James Bond, haciendo el papel de la espía que seduce al agente 007. Por lo pronto ha seducido al periodismo internacional, por lo que los reporteros gráficos no le han quitado de encima el ojo de sus cámaras, convirtiéndola en la noticia más comentada en lo que va de estas olimpiadas. Pero, para muestra no basta con solo un botón, pues la hermana menor del dictador ha llegado al país organizador acompañada de un grupo de 230 bellezas femeninas que conforman la delegación norcoreana que alentará a los atletas durante la justa deportiva. El propio Kim Jong-Un, que por lo visto no tiene a los videojuegos como único pasatiempo de su vida, fue el encargado de seleccionar al grupo de chicas, como también a la vistosa indumentaria –fina y sobria, muy afrancesada- que lucen. "La belleza al poder", solía repetir Hugh Heffner, dueño de la revista Playboy. Difícilmente las bellezas norcoreanas vayan a derrocar a su jefe y llegar al poder, pero han demostrado tener un extraño poder de convocatoria.
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