"Nuestro pueblo prácticamente se ha cerrado, es casi un pueblo fantasma", dice Fred Holmes, uno de sus habitantes.

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La ciudad petrolera de California que vive angustiada por la transición energética

A dos horas en auto al norte de Los Ángeles, Taft está rodeada de miles de pozos petroleros en medio del desierto, pero la restricción de permisos de perforación amenaza con acabar con ella
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02 de octubre de 2023 a las 05:03

Bajo su sombrero de paja, Fred Holmes contempla con nostalgia el balanceo mecánico de las bombas de su explotación, encargadas de extraer petróleo del subsuelo de Taft. Sin los ambiciosos objetivos climáticos de California, las perforaciones "podrían durar otros 100 años", sueña.

Pero frente a las ambiciones ecológicas de las autoridades, Holmes evalúa cuánto tiempo le queda antes de tener que cerrar el negocio. Como van las cosas, "de 12 a 14 años", dice.

Debido a normas cada vez más restrictivas para la concesión de permisos de perforación, "nuestro pueblo prácticamente se ha cerrado, es casi un pueblo fantasma", afirma.

Neutralidad en carbono para 2045, fin de las perforaciones para el mismo año, reducción del 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, son parte de la agenda política del "Estado Dorado", pionero de la acción ambiental en Estados Unidos.

Cuando el gobernador Gavin Newsom anunció a mediados de septiembre que emprendería acciones legales contra cinco de las mayores petroleras del mundo, justo antes de una cumbre de la ONU sobre el clima, los habitantes de Taft se lo tomaron como una jugada publicitaria más.

"El gobernador hace este tipo de cosas casi a diario. (...)Parece un circo", bromeó Holmes.

A dos horas en auto al norte de Los Ángeles, Taft está rodeada de miles de pozos petroleros en medio del desierto.

La pequeña ciudad simboliza la tradición del condado de Kern, región que genera el 70% del petróleo producido en California.

"Salvemos los pozos"

Aquí importa poco que los tribunales decidan que los gigantes del sector hayan ocultado deliberadamente los efectos nocivos de los combustibles fósiles.

Lo prioritario es preservar los puestos de trabajo. "Salvemos los pozos", implora un cartel colocado en el bar de la calle principal.

"No me preocupa el cambio climático, ya nos ocuparemos", declara Mickey Stoner, una jubilada de 75 años, en guerra contra los planes del "gobernador Fastidio".

"Sin petróleo, este pueblo morirá", teme esta excamarera, que espera con impaciencia el próximo festival de Oildorado, una gran feria organizada cada cinco años por las empresas de hidrocarburos

"El petróleo es el alma de esta ciudad y del condado de Kern", dice el alcalde de Taft, David Noerr.

Los ingresos fiscales generados por la industria del crudo "financian escuelas, la policía, programas para veteranos y jóvenes deportistas", sostiene.

Como Nuevo México, cuyos ingresos del petróleo garantizan la gratuidad de sus universidades, o Wyoming, primer productor de carbón de Estados Unidos, la región simboliza los retos de la transición energética en Estados Unidos.

Reducir la producción de petróleo en California en un 90% de aquí a 2045 haría perder al condado de Kern hasta 27 millones de dólares al año en impuestos a la propiedad y eliminaría miles de puestos de trabajo, según un estudio de la Universidad de Santa Bárbara.

Difícil reconversión

"Si no creamos programas para que los trabajadores puedan reciclarse en otros sectores con salarios y calificaciones equivalentes, la transición será muy difícil", explica Ranjit Deshmukh, uno de los investigadores que contribuyeron con ese estudio.

California acaba de introducir una medida de este tipo y en el condado de Kern la agitación ya está presente.

La región es la principal productora de electricidad renovable del estado. En los alrededores de Taft, algunos pozos petrolíferos están bordeados de paneles fotovoltaicos.

Pero la energía solar y eólica tienen exenciones de tasas inmobiliarias, lo que supone un agujero financiero para las autoridades, dice Noerr. Y una vez construidas, estas instalaciones requieren mucho menos mantenimiento que los campos petroleros.

"Estos empleos verdes aportan beneficios económicos a la comunidad en forma intermitente, como la energía que producen", dice el alcalde.

Contra los deseos del gobernador, el condado lucha en los tribunales para conseguir permisos para miles de nuevas perforaciones.

La demanda de crudo sigue siendo alta: el consumo se acerca a niveles prepandémicos, según la Comisión de Energía de California, un estado que, además, importa el 59% del petróleo que consume.

"Si vamos a usar petróleo, usemos primero el nuestro", dice el productor Fred Holmes.

Pero no todos comparten este deseo."Debemos considerar seriamente otra cosa. (...) El clima es importante", dice Bianca Hiler.

En el restaurante donde trabaja, la camarera asiste desde los años 80 a la lenta decadencia de Taft. A los 57 años esta joven abuela desearía ver un futuro diferente, más brillante para la región, minada por la polución de los sectores agrícola y petrolero.

Las cosas no pueden seguir como están, por el bien de las próximas generaciones. "La calidad del aire siempre es horrible", dice. "Mi nieto tiene asma. No puede respirar".

(Romain Fonsegrives – AFP)

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