Agro > EMPLEO EN EL CAMPO

La cruda realidad de los nuevos agrónomos

Cada vez son más los profesionales que quieren, pero no pueden trabajar en Uruguay
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22 de septiembre de 2019 a las 05:03

Luego de cinco –o más– años de estudio, las nuevas generaciones de ingenieros agrónomos se han topado con una realidad agropecuaria por la pérdida de competitividad del sector o bajas de precios de los granos, con cierres de empresas y achique de personal que cada vez dificulta más el ingreso de nuevos profesionales al medio rural.

La solución más rápida y segura –aunque no la preferida– es la salida del país. Por más forzada que sea la migración, hay jóvenes que buscan oportunidades fuera de fronteras, en países que tengan lo que Uruguay hoy no les puede ofrecer: un empleo acorde a su formación. 

Una relación directa

Enzo Viscailuz, presidente de la Asociación de Ingenieros Agrónomos, contó a El Observador que el grado de ocupación de los agrónomos “siempre depende de la situación del agro” y aseguró que “tiene una relación directa”.

En tanto, informó, en base a datos de la Oficina de Planificación y Política Agropecuaria (Opypa) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), que solo el 28% de los productores tienen asesoramiento agronómico, pero que ese número no está disgregado por edades.

“La demanda laboral va de la mano de la situación económica del sector”, aseguró. 

En ese sentido, hizo hincapié en que actualmente se ha ido bajando el área de siembra de algunos cultivos de secano, la lechería viene pasando por un momento complicado, así como también el arroz. 

“Son de los rubros más dinámicos que tiene el sector y están pasando por su peor momento. Eso hace que se retracte la oferta laboral”, afirmó. 

 

150 ingenieros agrónomos se reciben cada año de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República.  Este año ingresaron 240 alumnos, pero cuando la soja valía US$ 500/ton, entraban unos 500.

 

En tanto, aseguró que ese impacto también puede medirse en el número de ingresos a la Facultad de Agronomía (Fagro) de la Univerdad de la Repúlica (UdelaR). 

Este año ingresaron 240 alumnos, pero cuando la soja valía US$ 500 la tonelada, ingresaban 500 alumnos. Exactamente el doble. Entonces la situación del sector, claramente, es un indicador. Los estudiantes que arrancan a estudiar y los estudiantes que egresan y tienen problemas con la inserción laboral copia perfectamente la situación de los rubros productivos”, concluyó.

 

 

¿Oportunidad laboral o falta de trabajo?

Sin embargo, desde el punto de vista de Félix Fuster, director de la Unidad de Extensión y Actividades en el Medio de la Fagro, no es un tema de falta de trabajo, sino de oportunidades en el exterior.

“No sé si realmente hay tantos egresados que se van para el exterior o simplemente es un tema de oportunidad laboral. Es diferente. Me da la impresión que es más de oportunidad que porque no haya trabajo. Si comparamos la últimas tres o cuatro décadas hoy tienen más trabajo y oportunidad los agrónomos, a pesar de que ha caído, que en los últimos 10 o 20 años”, dijo a El Observador.

Estas son historias de jóvenes ingenieros agrónomos recién salidos de la universidad. Gente con pasión por el campo, pero aún más ganas de trabajar.

 

"No quedarse quieto"

Florencia Damboriarena, 27 años

“Hace casi dos meses que estoy buscando trabajo. Está difícil”, expresó Florencia Damboriarena, ingeniera agrónoma recibida en julio de 2016.

Dice haber tenido “bastante suerte”, porque encontró trabajo rápidamente en una empresa de asesoramiento y administración de campos. Sus tareas eran administrativas, pero igual  accedió porque prefería hacer eso antes que no hacer nada.

“Con ese trabajo al menos iba generando experiencia, conociendo gente y aprendiendo. De todas formas, el 31 de julio la empresa decidió cerrar por reestructura”, lamentó. La idea de irse al exterior rondó por su cabeza durante mucho tiempo y ahora la mira con más fuerza.

En tanto, aseguró que buscar trabajo “es muy difícil”, porque la mayoría de las empresas se están “achicando” y no contratan gente nueva.

Por otro lado, sostuvo que las empresas que necesitan personal, buscan a gente con experiencia y, justamente, siendo tan joven “tener experiencia es difícil”. A todo esto se le suma que hay muchas personas en su misma situación, lo que lleva a que las opciones “son muy reducidas o incluso nulas”, dijo.  

Hizo referencia a que los trabajos posibles son más bien de perfil comercial. “Es preferible eso, para probarte en otras áreas dentro de la agronomía, que estar desempleado”, aseguró.

En tanto, opinó que “no hay que quedarse quieto” y siempre hay que buscar cosas para hacer.

“Mientras no consiga algo fijo, voy ayudar en el campo familiar que siempre se necesita una mano extra. También tengo ganas de montar un proyecto propio, algo nada que ver a la carrera, pero para diversificar un poco”, concluyó. 

 

 

“Me quiero quedar acá”

Santiago Shaw, 28 años

“Irme del país no me hubiese gustado nunca. Soy el típico uruguayo: me quiero quedar acá porque me gusta acá y quisiera estar siempre acá. Pero, últimamente, miras para todos lados y no hay nada, es todo horrible y te dan ganas de irte”, comentó Santiago Shaw, un ingeniero agrónomo.

Empezó a buscar trabajo cuando cursaba quinto de facultad y no había nada. “Todos saben que un par de años atrás, cuando la soja estaba en las nubes la gente no se había recibido y ya estaba trabajando. Entonces el trabajo va de la mano de cómo está el rubro”, comentó.

Pese a todo siguió buscando, aunque con poco éxito. “Me rebusqué con pasantías, conseguía (trabajo) con algunos conocidos y cosas así que no tenían mucho que ver con el agro”, dijo.

Finalmente encontró empleo como encargado de un establecimiento rural, pero, por los altos costos productivos, su propietario arrendó hace cuatro meses ese campo y a Shaw lo despidieron. Ahora está en el seguro de paro, con un pie en Uruguay y el otro en el exterior.

Desde el momento en el que lo despidieron se puso en campaña para conseguir otro trabajo, se inscribe a llamados que no son atractivos para sus gustos, pero de todas formas se inscribe. 

Pero no ha obtenido respuestas y ha logrado pocas o muy pocas entrevistas.

“Obviamente lo mejor es ir atrás de un contacto, porque entras como en un tubo. Algún contacto me han pasado de llamados de gente que está buscando y por ahí capaz que encuentro algo”, señaló.

Su otra opción es comenzar con algo propio. Para él, sería “lo más lindo”, pero es consciente de que es difícil, porque los costos son muy altos y la inversión para iniciar con algo atractivo es muy alta.

“Es medio desalentador. Vos estudias, te recibís, salís a trabajar y no hay nada. Es desalentador. Todo el tiempo con amigos y primos, que también son agrónomos, hacemos la comparación que de estudias, te matas, estas a mil, y si tenes la suerte de encontrar laburo, ganas dos pesos. Entonces te comparas con cualquier ciudadano sin estudios, sin nada y gana más o menos lo mismo. Es bravo. Haces esa comparación inevitablemente”, señaló.

También optó por ingresar al Instituto Nacional de Colonización, “pero ayudan más a los de recursos bajos y por ese lado estas frito”, dijo.

“Por todos lados estas frito. Jamás me hubiera gustado irme, pero estos últimos meses lo estoy considerando bastante”, concluyó.

 

“En Paraguay vi una tierra de oportunidades”

Miguel Perdomo, 29 años

“En Paraguay vi una tierra de oportunidades. Cuando estas acá sentís que se pueden hacer cosas y que hay mucha cosa por delante”, expresó Miguel Perdomo, un ingeniero agrónomo radicado en ese país hace dos años.

El ingeniero estuvo trabajando en Uruguay en “changas” esporádicas y difíciles de encontrar.

“En Uruguay tuve dos experiencias laborales, que más allá de la experiencia con la oveja y los animales. Una vinculada a la cosecha de silo grano húmedo de sorgo y la otra en una cuarentena de vaquillonas para exportación. Después siempre anduve en la vuelta y era difícil encontrar algo”, dijo.

“Tomé la decisión de ir a probar suerte a Paraguay. Me fui con el bolso y unos ahorros que tenía. Me banqué un mes en un hostal hasta que conseguí trabajo”, contó.

Una vez en tierras paraguayas consiguió trabajó al mes de llegar.  

“Me ofrecieron trabajar en una granja de cerdos que se estaba desarrollando. Me fui, justamente, para hacer algo que me gustara. Entonces dije que no. Terminé acampando en el medio de la nada. Estuve dos meses acampanado en un campo que no había nada, ni señal, el único vehículo eran dos tractores para trabajar y una moto. Cazábamos día por medio para comer, porque no habían vacas en el campo ni nada. Fue muy linda experiencia. Ahí me terminó de enamorar Paraguay”, finalizó.

 

“Una oportunidad como la gente”

Martin Loustau, 29 años

“Espero que en algún momento salga alguna oportunidad como la gente y pueda estabilizarme, pero desde febrero estoy buscando trabajo”, contó Martin Loustau. Tuvo varias entrevistas; en algunas quedó, otras no le sirvieron por el bajo salario o porque las condiciones no eran buenas.

También hubo muchas entrevistas de las que no obtuvo respuesta.

“Un claro ejemplo fue una de las últimas que tuve. Me trasladé a Fray Bentos, después tuve una psicolaboral de dos horas en Montevideo y ni siquiera se contactaron para decirme que no quedé. Es más, me comuniqué, tomaron mi teléfono y me dijeron que me iban a llamar. Hasta hoy espero esa llamada”, lamentó.

“Pensé irme del país, fue en una etapa en la que no salió un trabajo y no conseguía nada por ningún lado. Fue una de las opciones”, contó.

El ingeniero también habló de la frustración que genera esta situación. “Te inscribís a mil llamados y no tenes la oportunidad de acceder a una entrevista para mostrarte y que conozcan tu perfil. Eso te limita bastante. Cada vez se acumulan más los agrónomos sin trabajo. Sale un llamado y somos muchos”, contó. Añadió que es una profesión muy atada a la realidad de los productores.

“Si la producción está mal, el primer recorte es el asesor técnico. La vaca tiene que seguir comiendo, la semilla tiene que estar, pero el asesoramiento lo dejan en suspenso”, finalizó.

 

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