Crédito foto: AFP

Mundo > Puente entre culturas

La declinante comunidad cristiana de Irak lucha por salvar el siríaco, su lengua ancestral

Fue la principal lengua de Medio Oriente hasta que fue desplazada por el árabe y un vehículo de transmisión de la cultura y la religiosidad de los cristianos de tradición aramea
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01 de junio de 2023 a las 05:00

Entre los siglos IV y VIII, el siríaco llegó a ser la principal lengua literaria del Medio Oriente, además de un vehículo de transmisión cultural del cristianismo ortodoxo sirio. Su influencia fue tal que se difundió a través de Asia hasta sitios tan lejanos como las costas malabares, en el suroeste de la India, y el oriente de China.

Perteneciente a la tradición aramea, el siríaco tiene sus orígenes en el siglo I de nuestra era y se convirtió en la gran lengua literaria, filosófica, teológica e histórica de los cristianos de tradición aramea, siendo hasta la actualidad su lengua litúrgica.

Hoy lo hablan apenas unas 400.000 personas dispersas en el norte de Irak y el sureste de Turquía, como así también en pequeñas comunidades localizadas en Líbano, Siria, Irán, Armenia, Georgia y Azerbaiyán, donde se habla con una marcada influencia de las lenguas locales dominantes.

Con la intención de recuperar su lengua ancestral, la declinante comunidad cristiana de Irak lanzó un canal de televisión como parte de los esfuerzos por salvar el antiguo dialecto derivado del arameo y cuya cuna se considera la ciudad de Edesa, nombre histórico de la actual Sanlirufa, en el sureste de Anatolia.

Luego de la conquista islámica en el siglo VII, el siríaco dio paso al árabe como el idioma más hablado en el Medio Oriente. Su uso quedó restringido a las escasas comunidades cristianas de la región, que lo siguieron hablando en los hogares y utilizando en los servicios religiosos.

Sin embargo, los recurrentes conflictos que atravesaron y atraviesan Medio Oriente determinaron la dispersión de las pequeñas comunidades cristianas de habla siríaca de Irak y Siria, que buscaron en muchos casos refugio en otros países. En Irak, por ejemplo, se calcula que la población cristiana disminuyó en más de dos tercios en las últimas dos décadas.

“Es cierto que hablamos siríaco en casa, pero lamentablemente siento que nuestra lengua está desapareciendo lenta y sostenidamente”, dice Mariam Albert, periodista y presentadora del canal de televisión en siríaco Al-Syriania lanzado por el gobierno iraquí en abril para ayudar a mantener viva la lengua y ofrecer una programación variada con cine, arte e historia.

“Es importante tener una televisión que nos represente”, comenta Albert. Y agrega que, si bien muchos programas son presentados en un dialecto local del siríaco, los boletines de noticias son transmitidos exclusivamente en siríaco clásico, que se estandarizó en el siglo III y dio lugar a una rica literatura, la más extraordinaria entre las letras arameas, según los especialistas.

Aunque Albert admite que muchos no lo entienden, la meta de Al-Syriania es “preservar la lengua siríaca mediante el entretenimiento”, explica Jack Anwia, director de la emisora. “Hubo una época en que el siríaco era una lengua difundida por todo el Medio Oriente, una lengua franca. Bagdad tiene el deber de evitar su extinción y preservar la bella diversidad cultural y religiosa de Irak”, agrega Anwia.

Marginada, pero no muerta

Conocido como cuna de civilizaciones, Irak albergó en las fértiles tierras comprendidas entre los ríos Éufrates y Tigris a las antiguas civilizaciones acadia, babilónica, asiria y persa. Allí se creó el primer código escrito conocido. El país también albergó a la ciudad de Ur, citada en la Biblia como el lugar de nacimiento de Abraham, el primero de los tres patriarcas del judaísmo

Actualmente, Irak es ampliamente dominado por los musulmanes chiitas, aunque también viven en su territorio musulmanes de la rama sunitas, además de kurdos, cristianos, yazidíes y otras minorías. Sus lenguas oficiales son el árabe y el kurdo. Antes de la invasión de los Estados Unidos en 2003, el país contabilizaba 1,5 millones de cristianos.

En las dos décadas transcurridas desde entonces, la población cristiana bajó a unos 400.000. En su mayoría localizados en el norte, en la disputada región del Kurdistán. “La lengua siríaca fue marginada”, explica Kawthar Askar, director del departamento de estudios siríacos en la Universidad Salahaddin de Erbil, en la región autónoma de Kurdistán. “No podemos decir que es una lengua muerta, pero está bajo amenaza de desaparecer”, dice Askar.

Según el especialista, la principal causa de esa amenaza es la migración. “Las familias que se ven obligadas a migrar a menudo continúan hablando siríaco entre ellos, sobre todo en el hogar, pero las generaciones posteriores lo abandonan”, relata Askar, cuyo departamento enseña siríaco a unos 40 estudiantes en Erbil y a otros tantos en Bagdad.

El esfuerzo por preservarlo también involucra al gobierno iraquí. “Hay una voluntad del estado por recuperar el siríaco, de allí que sea enseñado en unas 265 escuelas de todo el país”, señala Imad Salem Jajjo, encargado de la educación siríaca en el Ministerio de Educación del país.

Lengua materna

Los primeros registros escritos del siríaco datan de los siglos I y II a. de C., durante el período helenístico. La lengua, sin embargo, comenzó a expandirse hacia el siglo I con la adopción de una grafía propia proveniente del alfabeto arameo para alcanzar su máxima difusión entre los siglos V y VII, precisa Askar.

En su apogeo era hablado en las conversaciones cotidianas y usado en obras literarias, científicas y en la administración pública. Con las conquistas islámicas del siglo VII, el siríaco comenzó a ser desplazado a medida que cada vez una mayor cantidad de gente comenzó a hablar árabe. Según los especialistas, para el siglo XI, el siríaco estaba claramente en declive.

Pese a las décadas de conflicto que arrasaron a Irak y el saqueo de su patrimonio cultural que siguió a la invasión estadounidense para derrocar a Sadam Huseín, cientos de libros y manuscritos en siríaco sobrevivieron. En 2014, poco antes de que el Estado Islámico tomara grandes partes del norte de Irak, el arzobispo católico caldeo de Mosul abandonó la ciudad, salvando de los yihadistas un tesoro de manuscritos en siríaco.

En la actualidad, unos 1.700 manuscritos y 1.400 libros, algunos del siglo XI, están ahora conservados en el Centro Digital de Manuscritos del Este, en Erbil, una iniciativa que cuenta con el apoyo de la Organización de Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educación (Unesco) y de la orden de los dominicos.

“Esa conservación permitirá preservar el patrimonio y garantizar su sustentabilidad”, explica el arzobispo Michaeel Najeeb. “Era absolutamente necesario que esos manuscritos, conservados en la biblioteca de los dominicos en Mosul y luego en Qaraqosh escaparan a la destrucción sistemática del patrimonio cultural no musulmán”, cuenta Najeeb con relación al fondo cultural, que incluye textos sobre historia, filosofía, espiritualidad cristiana y musulmana, literatura y música, escritos en arameo, siriaco, árabe y armenio.

Los manuscritos, excepcionales por su caligrafía y sus miniaturas, dan además testimonio de la antiquísima presencia del cristianismo entre los ríos Tigris y Éufrates. “Son como un puente entre las civilizaciones, que dan fe del pasado y dicen muchas cosas sobre el presente”, relata el religioso, quien trasladó los manuscritos al norte de Irak al mismo tiempo que el Estado Islámico se apoderaba de la ciudad siria de Palmira.

A fines de julio de 2014, unos 10 días antes de la caída de Mosul y Qaraqosh, en el norte de Irak donde residía gran parte de la comunidad cristiana iraquí, Najeeb vio venir el peligro. “Evacuamos en camión una buena parte de los manuscritos de Qaraqosh a Erbil, en el Kurdistán iraquí, que se encuentra a 70 kilómetros”, recuerda al sacerdote. Días después, los últimos dominicos todavía presentes en Qaraqosh se vieron obligados a huir, mientras el Estado Islámico se apoderaba de la ciudad.

“Estábamos ahogados en medio del inmenso éxodo de poblaciones cristianas y yazidíes, que huían masivamente para refugiarse en Erbil”, relata el fraile. Como heredero de la divisa de los dominicos, que consiste en “contemplar y transmitir lo que se contempló”, Najeeb había iniciado años atrás una vasta empresa para salvaguardar los manuscritos antiguos de Mosul. A diferencia de los copistas de la Edad Media, el fraile digitalizó los manuscritos y guardó los archivos en un disco duro.

“Desde 1990, digitalizamos en total 8.000 manuscritos de la región. Pero hoy en día la mitad de los originales no existen, porque los destruyó el Estado Islámico”, añade Najeeb, triste también por la destrucción del sitio arqueológico de Nimrod, ciudad del siglo XIII conocida en la Biblia como Kalakh y una de las capitales de Asiria, situada junto al Tigris, a unos 30 kilómetros al sureste de Mosul, la capital de la provincia septentrional de Nínive.

“El siríaco es nuestra historia, es nuestra lengua materna”, comenta Salah Bakos, un profesor de Bajdida, un poblado cercano a Mosul, quien adoptó la lengua hace 18 años. “Enseñar el siríaco es importante, no sólo para los niños sino para todos los segmentos de la sociedad, incluso si los padres dicen que es una lengua muerta, que no sirve para nada”, dice Bakos.

El esfuerzo no es en vano. El trabajo por hacer resurgir el siríaco logró éxitos notables, como la creación del canal Al-Syriania, su enseñanza en las escuelas, la aparición de periódicos literarios y la traducción de algunos libros árabes y occidentales. En Suecia, incluso, una comunidad de habla siríaca consiguió que las autoridades, que por ley deben garantizar la preservación de las lenguas originarias, autorizaran su enseñanza en las escuelas a las que concurren los niños y niñas de la pequeña comunidad.

(Con información de la agencia de noticias AFP)

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