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8 de diciembre 2017 - 5:00hs

No es ninguna novedad decir que siempre que hay que protegerse del sol, y sobre todo en verano. Afortunadamente, se dieron grandes avances en conciencia a nivel social.

Sin embargo, en la práctica la realidad es otra. Aun siendo un gran desafío ser consecuente, a la mayoría le cuesta respetar los horarios de exposición solar y más de una vez se olvidan de reforzar el protector solar de los niños.

La Academia de Dermatología aconseja llevar los bebés a la playa no antes de los seis meses. En esta línea, no hay que exponerlos más de diez minutos al sol y respetando los horarios.

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Al mediodía los rayos solares caen de manera vertical y enseguida pueden producir enrojecimiento. Por ello, con diez minutos basta para absorber la vitamina D por el raquitismo. Es aconsejable que ocurra en la mañana temprano o a partir de las 17 horas.

Asimismo hay que tomar precaución cuando los niños juegan al aire libre. Sobre todo entre las 11 y las 17 no hay que exponerlos al sol directo porque hay una radiación muy intensa.

Para eso es fundamental que utilicen protector solar, ya sea para la playa o para una actividad al aire libre.

De todas formas, dentro del horario anteriormente nombrado no debe exponerse al sol, incluso con la protección extra. No hay protección que sirva.

La sobreexposición

Pueden sufrir las consecuencias de recibir las radiaciones ultravioletas, sobre todo los rayos UVB que suelen producir quemaduras en la piel.

Durante la niñez y la adolescencia se da una mayor penetración de los rayos ultravioletas en la piel, ya que el 75% de la irradiación solar se da durante este franja etaria. Esto puede traer secuelas graves a futuro.

Los casos de mayor gravedad pueden llegar provocar tumores y melanomas, por ello es necesario disfrutar la playa con la protección adecuada.

De igual forma, los padres deben recordar que hay que repasarle el producto en el cuerpo más o menos a las dos horas. La sudoración y la inmersión en el agua hacen que el protector vaya perdiendo su eficacia.

Los padres deben ser constantes para quedarse tranquilos de que el niño que está jugando se halla bien protegido.

En cada casa debe haber un protector para los niños, y seguir el consejo del médico para cada caso. Tiene que ser una pantalla solar fotoprotectora, con un factor mayor a 30. Lo ideal es aplicarlo media hora antes de salir de la casa y cubrir la cabeza con gorro y lentes.

No hay que olvidar que los niños que están jugando al aire libre, indistintamente de si es la playa, un parque o la calle, están siendo expuestos a los rayos ultravioletas y deben ser cuidados. Puede que sientan un poco de calor, pero es mejor que el niño cubra su cuerpo con alguna remera fresca que lo proteja aún más de los efectos nocivos de la sobreexposición al sol.

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