Diego Battiste

La ingeniera que degustó la fórmula de Martínez y ganó Montevideo

Los dos ingenieros conocieron el lugar de quien tiene todo para ganar y algo, o alguien, lo impide; la ahora intendenta siguió los pasos de su competidor

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28 de septiembre de 2020 a las 05:01

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Carolina Cosse y Daniel Martínez tienen bastante más que la ingeniería en común. Gobernaron empresas públicas, gobernaron el mismo ministerio, compitieron para intentar la presidencia y volvieron a competir por Montevideo. El exintendente tropezó, se lastimó, se lamió la herida y aprendió a repuntar. Se encargó de que Cosse repitiera el camino y ahora es ella la que tiene en su poder el guiño del ganador.

Cosse nunca enardeció masas. En la campaña de las internas para el gobierno nacional y en las departamentales mantuvo su tono suave en la forma pero punzante en el contenido. Insistió en mensajes de unidad dentro del Frente Amplio y se enfocó en confrontar con la oposición.

No estaba acostumbrada a perder. Estuvo en la división de Tecnología de la Intendencia de Montevideo durante el gobierno de Ricardo Ehrlich, fue presidenta de Antel y su gestión terminó con una buena imagen; fue ministra de Industria, donde tampoco pasó desapercibida. Tres lugares –habitualmente liderados por hombres– donde la ingeniera fue teniendo más visibilidad, y que la posicionaron como una figura posible para que el Frente Amplio mantuviera el poder.

Aunque su liderazgo empezó con tropiezos. Compitió en la interna con Daniel Martínez, el candidato cantado, con el líder comunista, Óscar Andrade, y con el expresidente del Banco Central, Mario Bergara. Quedó en el segundo lugar y eso la posicionó como una candidata natural a vice.

Lo obvio, sin embargo, terminó no siéndolo.

Daniel Martínez no la quiso pese a los votos que había logrado Cosse, pese al apoyo –aunque tibio– que le había dado el MPP y pese a que hasta el presidente Tabaré Vázquez la había sugerido. Hizo valer su triunfo popular para tomarse el tiempo de decidir a quién quería como compañera de fórmula. Estuvo una semana dando vueltas: se reunió con unos y con otros, manejó al menos cuatro nombres y se decidió por Graciela Villar, una edila desconocida para la mayoría.

Diego Battiste

Cosse empezó temprano a degustar la derrota, un sabor que Martínez ya conocía de la época cuando lo obvio –que fuera candidato a intendente– terminó no siéndolo por falta de apoyo del MPP y de Asamblea Uruguay. Martínez ya era una figura consolidada que se había gestado cuando fue presidente de Ancap y después ministro de Industria. Pero su lugar lo ocupó una desconocida, la comunista Ana Olivera, después intendenta de Montevideo en 2010.

Los dos ingenieros conocieron el lugar de quien tiene todo para ganar y algo, o alguien, lo impide. Martínez podría haber sido intendente si los acuerdos internos del FA no lo hubiesen dejado afuera. Cosse tenía el respaldo popular para ser parte de la fórmula a la vicepresidencia y Martínez la rechazó. 

Así como Martínez se mostró dolido por lo que había pasado en 2009, Cosse también probó ese lugar diez años después. “Tal vez los peores momentos de mi vida, porque estaba envenenado, fue cuando pasó eso que pasó”, comentó él en una entrevista con Ecos.

“Fue una semana difícil, pero ante las cosas difíciles uno tiene que reaccionar (…) Quisiera dejar la telenovela de lado”, reconoció ella en entrevista con El País.

Lo que pasó con Martínez en 2010 fue un precedente para la elección departamental que vino después. Había cosechado simpatía y, si bien tampoco era un líder que hiciera enardecer masas y llegaba después de una de las gestiones más cuestionadas de Montevideo, logró el 32,2% de los votos. Eso, sumado a los votos de la candidata Lucía Topolansky, hizo que, ahora sí, llegara al gobierno de la capital.

Con la victoria, el rencor quedó atrás y el mensaje que empezó a transmitir el nuevo intendente fue que la herida anterior había sanado.

La gestión de Martínez en Montevideo fue, contrario a lo que pasó en el período anterior, una de las menos cuestionadas, al punto que a la oposición le costó encontrar flancos para atacar. Pero su imagen venía deteriorada después de perder las elecciones nacionales contra Luis Lacalle Pou y cargar con el nombre que cortó 15 años de gobierno frenteamplista.

Entonces llegó Cosse para competir, esta vez, por la intendencia. Al principio corrió de atrás. Pero en el último tramo se consolidó y, mientras que el exintendente se fue quedando, la distancia que sacó Cosse ya era irreversible.

Y, ahora sí, a ella también le tocó. Si sigue la fórmula de Martínez, podrá guiñar, decir que lo demás ya pasó y que no quedan rencores.

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