La melodía del gobierno perdió armonía y empieza a sonar desafinada

Pero hay dos hechos concretos de las últimas horas –vinculados al presupuesto, nada menos que la ley más importante del período– en los que me quiero concentrar, porque involucran a dos secretarios de Estado.

Uno de los episodios fue con el ministro de Transporte, Luis Alberto Heber, que dijo en el Parlamento que está pensando en instalar peajes de $ 20 a lo largo de toda la ruta 102. “Sí, estoy pensando en más peajes, que quede clarísimo", dijo ante los diputados de la comisión que estudian el presupuesto. El concepto que hay detrás de su propuesta es que quien pague por la reparación de las rutas sea el que la usa. “El que rompe paga”, decía Mujica en su gobierno con una filosofía que luego no aplicó.

Pero el presidente salió a discrepar con la propuesta. “No soy partidario”, dijo Lacalle, ante la pregunta concreta de los peajes para la perimetral de los que habló el ministro en el Parlamento. Heber había hablado de cuatro o cinco peajes, de un precio estimado en $ 20.

El mandatario no está en desacuerdo a priori con la idea de instalar más peajes, pero sí discrepa con los de la perimetral y con los que sean para recaudar. “Si hay mañana una obra en una ruta, o una mejora de una ruta, ahí se entiende. Si me están preguntando por la perimetral, yo en principio no soy partidario”, expresó.

Esta discrepancia además se da entre el presidente y un ministro de su partido, por lo que lo lógico sería que estas discusiones se den en otros ámbitos.

Pero la mayor muestra de que en el gobierno no todo está tan alineado como hace algunos meses se reveló luego de unas declaraciones del ministro de Ganadería, Carlos María Uriarte, quien admitió que su cartera no habló con el presidente la propuesta de cambiar la gobernanza de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM) para quitarle peso a la Intendencia de Montevideo y privilegiar al MGAP. “La verdad que no nos dieron (los tiempos para avisarle a Lacalle). Fue muy apresurado todo el tema porque se vencían los plazos”, dijo Uriarte en declaraciones a radio Sarandí.

Todo empeoró cuando los periodistas le preguntaron al presidente por las declaraciones del ministro. "Con exactitud el artículo y los elementos que maneja no lo conocí hasta después de redactado. El presupuesto tiene 700 artículos casi. ¿A alguien le parece que voy a leer artículo por artículo? Por supuesto que en las líneas generales y particulares estoy de acuerdo y respaldo lo escrito. Me entero y leo después que está escrito, después de presentado. No creo que haya nada muy extraño en esto, me gustaría hacer un examen de todos los presidentes de la República que hayan leído el 10% del presupuesto", dijo Lacalle este jueves en Maldonado.

Un presidente no puede no leer lo que manda al Parlamento en la ley más importante del período. Y con su firma. Pero lo grave, de lo que dijo Uriarte, no es si leyó el artículo textual. Sino que el ministro dijo que ni siquiera llegaron a decirle al presidente que esta propuesta iba al Parlamento.

La iniciativa es una de las que le abrió el flanco más grande al gobierno con el Frente Amplio. En medio de la campaña electoral por las departamentales, el MGAP le entregó un garrote a la izquierda para que le pegue. Y la que lo sufre es la candidata multicolor Laura Raffo. “No me imaginé (del revuelo que se iba a armar). Se da en el entorno de las elecciones departamentales y tomó una orientación que nadie quería”, admitió Uriarte.

La falta de ámbitos de coordinación institucionales

El gobierno podría solucionar estos problemas con una mejor coordinación institucional. Nadie puede decirle al presidente Lacalle que no trabaja. Se mueve como no veíamos en mucho tiempo a un presidente entre todos los temas. Lo que tal vez falta es institucionalidad. Lacalle habla casi a diario con los ministros. Está arriba de los temas y presiona a sus jerarcas en los asuntos que cree relevantes. Sin embargo, en los últimos meses y tal como te lo habíamos adelantado, Lacalle prescindió de los encuentros institucionales con los ministros. Eso concentra el poder del presidente, pero lo expone a desajustes con el resto del equipo. El mandatario se había propuesto realizar acuerdos bisemanales con los equipos de cada ministerio: ministro, susbsecretario y director general. En la semana que no haría acuerdos, iba a juntarse con todos en consejos de ministros. Al poco tiempo de gestión, y en medio de una crisis sanitaria, prescindió de las reuniones de gabinete y se quedó solo con los acuerdos. Cada reunión con los ministros le llevaba al menos dos horas, motivo por el cual perdía dos días enteros de agenda todas las semanas en la coordinación. Lacalle dejó de hacer los acuerdos reales –se hacen fictos– y coordina directamente con los jerarcas. La institucionalidad a veces es aburrida y tediosa, pero bien organizada puede salvar al gobierno de estos desafines. Para que la banda suene bien, deberían verse la cara más seguido todos los ministros y en lo que va del gobierno lo hicieron menos de cinco veces. 

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